La población carcelaria de Brasil ha alcanzado el récord histórico de 919.651 reclusos tras un drástico aumento registrado en los dos últimos años de gobierno del presidente Jair Bolsonaro. Los expertos temen que en dos años más se pueda duplicar la cifra de reclusos hasta los dos millones.

El incremento estaría relacionado con un crecimiento de los robos durante la pandemia, el hambre, la subida del paro o la implantación de la conocida como Ley Anticrimen que endurece las penas. En los dos últimos años se ha pasado de 858.195 presos a 919.651, un aumento del 7,6 por ciento, según datos del Consejo Nacional de Justicia (CNJ) recogidos por el diario ‘O Globo’.

“Es una cifra que intimida. ¿Cuál es el efecto que tiene en la seguridad pública en Brasil? Yo no lo veo. No hay una relación entre encarcelamientos y mejora de la seguridad pública”, ha apuntado el consejero del CNJ Mauro Martins. Ahora mismo solo Estados Unidos y China superan a Brasil en población carcelaria. Además, hay 352.000 órdenes de prisión pendientes, de las que 24.000 corresponden a prófugos.

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Bolsonaro se jactaba en febrero en redes sociales de que hay “menos bandidos llevando el terror a la población”, pero los especialistas advierten de que un aumento de los encarcelamientos son un indicio de que algo no funciona bien.

“Ese crecimiento refleja una serie de fallos. En Brasil había un enfoque de utilizar la prevención y la represión contra el crimen, pero el gobierno Bolsonaro ha abandonado todas las políticas de seguridad. No puede haber solo represión”, ha apuntado el investigador Fábio de Sá e Silva, miembro del Fórum Brasileño de Seguridad Pública. Según este organismo, el incremento de presos se debe a un aumento de los denominados “hurtos famélicos”, los de personas que roban para poder comer.

Prisión provisional

Hasta 413.000 de los más de 900.000 presos además están en prisión provisional y muchos de ellos han pasado más tiempo en la cárcel de la posible sentencia condenatoria prevista para los delitos de los que están acusados.

“Muchos han cumplido anticipadamente una pena que no ha sido dictada. Es una paradoja”, ha apuntado Martins. “El tiempo medio de encarcelamiento ha pasado de entre 3 a 5 años a entre 6 y 10 años. A este ritmo, la población carcelaria va a crecer absurdamente”, ha apuntado por su parte la socióloga de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) Ludmila Ribeiro.

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En cuanto a las instalaciones, desde el inicio del mandato de Bolsonaro se han habilitado 12.587 plazas en las prisiones para sumar un total de 453.942, por lo que no llegan ni a la mitad del total de la población carcelaria actual. En 2020 había 405 presos por cada 100.000 habitantes, una cifra que ha crecido hasta los 434 presos por cada 100.000 habitantes. Por género, los presos son 867.000 hombres y 49.000 mujeres.

Desde 2000 se ha pasado de 5.600 mujeres encarceladas a 33.000 mujeres en prisión, el 57 por ciento de ellas condenadas por delitos de tráfico de drogas. “Las mujeres ya no solo realizan funciones burocráticas en el crimen, sino que actúan como agentes. Como los hombres pasan más tiempo en prisión, asumen papeles hasta ahora masculinos como los de matar”, ha explicado Ribeiro.

Fuente: Europa Press.

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