Los combates en el este de Ucrania llegaron a su “máxima intensidad”, afirmaron el jueves las autoridades de Ucrania, cuyo presidente Volodimir Zelenski denunció que Rusia está cometiendo un “genocidio” en esa región.
La arrolladora ofensiva rusa en la región oriental del Donbás, objetivo prioritario de Moscú tras fracasar en su intento de tomar Kiev, ha llevado a Kiev a redoblar sus pedidos de armas a los países occidentales.
“La actual ofensiva de los ocupantes en el Donbás podría dejar la región inhabitada”, afirmó Zelenski en su discurso televisivo cotidiano, acusando a Rusia de querer “reducir a cenizas” varias ciudades de la región.
Rusia ejerce la “deportación” y “los asesinatos en masa de civiles” en el Donbás, insistió. “Todo esto (...) es una política evidente de genocidio desempeñada por Rusia”.
Al lanzar su invasión el 24 de febrero, Moscú esgrimió, entre otros motivos, un presunto “genocidio” contra la población rusoparlante del Donbás, escenario desde 2014 de una guerra entre Kiev y separatistas prorrusos.
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En esa cuenca minera, formada por las regiones de Donetsk y Lugansk, “los combates alcanzaron su intensidad máxima”, declaró a la prensa la viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Malyar. “Tenemos ante nosotros un periodo largo y extremadamente difícil”, añadió.
El punto más caliente es Severodonetsk, una ciudad de unos 100.000 habitantes antes de la guerra en Lugansk que el ejército ruso lleva días tratando de rodear. Su toma, junto a la vecina Lysychansk a orillas del río Donets, abriría el camino hacia Kramatorsk, el centro administrativo de facto de Ucrania en el Donbás, y puede ser clave para el control de toda la región.
“El ejército ruso ha lanzado todas sus fuerzas para tomar la región de Lugansk”, dijo el gobernador regional Serguéi Gaidai. “Combates extremadamente feroces tienen lugar en las afueras de Severodonetsk. Simplemente están destruyendo la ciudad, la bombardean a diario, sin pausa”, añadió.
Ucrania pide más armas
“Algunas ciudades y pueblos no existen más” en esa región, dijo el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, ante el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza.
“Han sido reducidas a ruinas por la artillería rusa, por los sistemas rusos de lanzamiento múltiple de cohetes”, precisó el ministro, señalando que ese es el tipo de armas que ellos necesitan.
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“Los países que demoran el suministro de armas pesadas a Ucrania deben entender que cada día que pasan decidiendo, sopesando diferentes argumentos, hay gente muriendo”, insistió.
Desde la invasión rusa, más de 8 millones de ucranianos se convirtieron en desplazados internos y otras 6 millones huyeron del país, que tenía 37 millones de habitantes en los territorios controlados por Kiev.
Los países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) condenaron por una amplia mayoría la invasión rusa y los bombardeos de hospitales e instalaciones sanitarias en Ucrania. Según la OMS, se registraron 256 ataques contra el servicio de salud desde el inicio de la invasión y en 212 de ellos se utilizaron armas pesadas.
“Saber que no estamos solos”
En Lugansk, las ciudades en la línea del frente han quedado sin habitantes y quienes permanecen, a menudo ancianos, pasan la mayor parte del tiempo en los sótanos.
El ambiente era fantasmal en Soledar, a algunas decenas de kilómetros de Severodonetsk, donde Natalia, de 47 años, salió a la calle “solo para ver gente”. “Necesitamos saber que no estamos solos y que todavía hay vida por aquí”, declaró.
En Lysychansk, la policía tomó el control de los servicios funerarios para enterrar a los muertos, dijo el gobernador Gaidai. Al menos 150 personas tuvieron que ser sepultadas en una fosa común, agregó. Según la presidencia ucraniana, en las últimas 24 horas, al menos tres personas murieron en esta localidad.
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Además, las autoridades locales reportaron dos civiles muertos cerca de Mikolaiv (sur), cinco en Donetsk y nueve en un bombardeo en Járkov (noreste), la segunda ciudad ucraniana donde las fuerzas locales consiguieron repeler la invasión.
Rusia acusa a Occidente
La guerra entre dos grandes exportadores de cereales, que producen un tercio del trigo mundial, provocó preocupación por el riesgo de una crisis alimentaria. Kuleba informó de conversaciones con la ONU sobre la posibilidad de crear un paso seguro desde el puerto de Odesa (sur).
De su lado, Rusia niega estar bloqueando las conexiones marítimas ucranianas y asegura que la situación se debe a las “medidas ilegales” adoptadas por los países occidentales.
Putin afirmó este jueves que Rusia “está dispuesta a aportar una contribución significativa para superar la crisis alimentaria”, a condición de que Occidente levante las sanciones que le impuso “por motivaciones políticas”.
Los países occidentales “deben anular estas decisiones ilegales que obstaculizan el flete de los navíos y la exportación de cereales”, dijo por su parte el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
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Pero la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, advirtió contra cualquier tentación de “ofrecer un compromiso o [iniciativas de] apaciguamiento” al presidente ruso. “Tenemos que asegurarnos de la derrota de Putin en Ucrania (...), de que una agresión rusa nunca más amenazará la paz en Europa”, dijo Truss durante una visita a Bosnia.
De su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, destacó que Rusia “no ha logrado sus objetivos estratégicos” en Ucrania. Y añadió: Putin “no debe ganar su guerra. Y estoy convencido. No la ganará”.
Fuente: AFP.