Shanghái aseguró el martes que había logrado eliminar los contagios de COVID-19 en todos sus distritos entre la población que no está cumpliendo cuarentena, provocando sorna e incomprensión porque millones de personas siguen confinadas en la mayor urbe de China.
El gigante asiático enfrenta el mayor brote de COVID desde el inicio de la pandemia e impuso duras restricciones a principios de abril para erradicar los contagios en línea con su estrategia de “cero COVID”. Mientras la mayoría de países del mundo acepta la convivencia con el virus, el gobierno chino mantiene esta política consistente en confinamientos masivos, aislamientos en cuarentena de infectados y positivos y test masivos.
En Shanghái, el encierro de sus 25 millones de habitantes desde principios de abril provocó inusuales protestas contra la autoridad ante el prologando confinamiento y la escasez de comida y los problemas en la distribución. “Los 16 distritos de Shanghái ya han logrado cero COVID a nivel comunitario”, indicó el martes el vicedirector de los servicios municipales de salud, Zhao Dandan, a la prensa.
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Esto significa que las cerca de 1.000 infecciones registradas el martes fueron detectadas en los establecimientos de cuarentena donde aíslan a los contactos de los infectados, no entre la población general. El adjunto del alcalde Chen Tong anunció el domingo que una reapertura por etapas que comenzará esta semana, sin especificar un calendario.
Según la alcaldía, solo quedan 3,8 millones de habitantes bajo una forma dura de confinamiento, como la prohibición de salir de su apartamento o de su complejo residencial. Pero esta cifra suscitó incredulidad de numerosos internautas que consideraban que muchas más personas siguen encerradas.
“Si la sociedad logró un nivel de cero COVID, ¿por qué la gente del distrito de Songjiang sólo puede salir cada dos días?”, dijo un usuario de la red social Weibo. “¿Las autoridades de Shanghái hablan de un universo paralelo?”, escribió otro en la misma plataforma.
Trenes y aviones
En algunas zonas, sin embargo, la relajación de las restricciones es patente. Los medios chinos difundieron el martes imágenes de una multitud de personas haciendo fila delante de una de las principales estaciones ferroviarias de Shanghái tras la reanudación del servicio.
Varias compañías aéreas retomaron también los vuelos interiores con salida desde Shanghái esta semana tras haberlos suspendidos durante el brote. No obstante, los habitantes no pueden salir de la ciudad sin una autorización y tras haberse sometido a varias pruebas.
Las autoridades chinas no muestran ninguna voluntad de suavizar su política de control del COVID a pesar del coste económico para el comercio, el turismo, las ventas de vehículos o el mercado laboral. Esta estrategia permitió a China contener el virus y vivir con casi total normalidad desde controlar la primera ola del virus en 2020, pero en los últimos meses se han multiplicado los brotes.
Primer caso de subvariante
El celo es aún mayor tras el anuncio el lunes de la detección en un viajero llegado de Kenia de un primer caso de la subvariante BA.2.12.1, que se considera particularmente contagiosa y está ampliamente extendida en Estados Unidos.
La capital Pekín practica test diarios a una gran parte de sus 22 millones de habitantes, que temen verse bajo un confinamiento duro como en Shanghái. Aunque solo detectan unas decenas de casos diarios, la ciudad ha cerrado restaurantes, bares, gimnasios, parques y ha impuesto el teletrabajo.
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Fuente: AFP.