Rocían todo: calles, apartamentos, animales de compañía... Los servicios de desinfección chinos usan toneladas de productos químicos con la esperanza de erradicar el coronavirus, aunque la eficacia de estas acciones sea más que dudosa.
En China, donde el COVID-19 fue detectado por primera vez a finales de 2019, se vive desde principios de año un rebrote de la pandemia, debido a la variante ómicron, que obligó a confinar ciudades enteras, comenzando por la más poblada, Shanghái.
Dentro del conjunto de medidas que componen la estrategia “COVID cero” de las autoridades chinas, está la desinfección general. En videos difundidos en las redes sociales, se puede ver a empleados vestidos con trajes de protección rociando apartamentos cuyos habitantes han sido enviados a centros de cuarentena, pero han tenido que dejar antes las llaves de su domicilio a las autoridades.
Muebles, ropa, alimentos. Nada se libra de ser pulverizado con estas microgotas desinfectantes. En los espacios públicos, se desinfectan aceras, fachadas de edificios y parques. Pero, en opinión de los expertos consultados por la AFP, estos esfuerzos son prácticamente vanos frente a un virus que se propaga por el aire cuando se tose o estornuda.
“No es necesario desinfectar de esta manera masiva porque la infección por el contacto con superficies contaminadas no es una vía de transmisión importante”, considera Yanzhong Huang, experto en salud pública en el Council on Foreign Relations de Nueva York. Pero estas opiniones no amilanan a los “dabai”, que en chino significa “grandes blancos”, como se denomina a los empleados que realizan esta tarea de limpieza, cuyos trajes de protección son blancos.
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Shanghái, donde impera un confinamiento desde inicios de abril, desinfectó unos 13.000 complejos residenciales hasta el 2 de mayo, es decir, 140 millones de metros cuadrados, explica una responsable municipal, Liu Duo.
Costosa estrategia
La estrategia “COVID cero” adoptada por el régimen comunista tiene un elevado costo económico, vulnera ciertas libertades individuales y cada vez se pone cada vez más en entredicho en Shanghái, donde los habitantes aseguran no ver la luz al final del túnel.
Y estas desinfecciones aumentan el descontento. Un habitante de la ciudad, que pidió que su nombre no fuera divulgado, contó a la AFP que su casa había sido desinfectada dos veces después de que él regresó de su cuarentena. Cada vez, su familia tuvo que esperar fuera una hora.
Los expertos se preguntan para qué sirven estas medidas, ya que aunque el virus pueda transmitirse en algunos casos por superficies contaminadas, “no sobrevive mucho tiempo fuera del cuerpo humano”, asegura Huang. Sin embargo, “usar de manera desproporcionada productos químicos como el cloro puede tener un impacto negativo en la salud y en el medioambiente”, agrega.
No tiene razón de ser
Para el experto en infecciones Leong Hoe Nam, del hospital Mount Elizabeth Novena de Singapur, la desinfección de espacios públicos “no tiene razón de ser”. Pero China se jacta de haber limitado hasta ahora las muertes por coronavirus, frente a la hecatombe registrada en los países occidentales. El régimen comunista ve en estas cifras el efecto positivo de su modelo autoritario.
Además, según Leong, desinfectar casas y lugares públicos también podría tener razones políticas. “Es un acto muy visual que agrada a los altos responsables” aunque no reduzca la circulación del virus, estima.
Las imágenes muestran también a los ciudadanos la determinación del gobierno en acabar con el virus, subraya Yanzhong Huang. “Muestra una imagen de una batalla heroica contra un enemigo invisible”, resume el experto.
Fuente: AFP