El partido Sinn Fein de Irlanda del Norte, favorable a la unificación de esa provincia británica con la República de Irlanda, prometió el sábado iniciar una “nueva era” con su más que probable victoria en las elecciones regionales, aunque para gobernar deberá superar la amenaza de una parálisis política.
El lento escrutinio de los comicios que se celebraron el jueves para designar a los 90 legisladores de la asamblea regional daba al Sinn Fein una ligera ventaja frente al Democratic Unionist Party (DUP), favorable al mantenimiento de Irlanda del Norte en el seno de la monarquía británica.
En Belfast, el recuento da hasta el momento 23 de los 79 escaños al Sinn Fein, contra 22 para el DUP. Pero el Sinn Fein ya obtuvo más votos de primera preferencia (29% frente a 21,3% para el DUP), lo que le convierte en el primer partido de Irlanda del Norte, y se descarta un cambio de tendencia.
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“Pareciera que el Sinn Fein está emergiendo como el primer partido” norirlandés, admitió el líder del DUP, Jeffrey Donaldson. Esta sería la primera vez que el partido republicano encabeza el parlamento regional en los cien años desde la partición de la isla, en 1921.
“Este es un momento decisivo para nuestra política y nuestro pueblo”, dijo Michelle O’Neill, la líder del Sinn Fein, exbrazo político del IRA. “Aportaré un liderazgo de inclusión, que celebre la diversidad y garantice los derechos y la igualdad para quienes fueron excluidos, discriminados o ignorados en el pasado”, añadió.
Riesgo de parálisis
La victoria impulsaría a O’Neill al puesto de jefa del gobierno local. Pero el acuerdo de paz del Viernes Santo, que en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes, establece un reparto del poder entre ambos campos.
Las negociaciones se anuncian sin embargo difíciles, dado que los unionistas se niegan a integrar el gabinete mientras persistan los controles aduaneros entre la isla y el resto del Reino Unido, establecidos por los acuerdos del Brexit. A ojos de los unionistas, esos controles amenazan la unidad del país, conformado por cuatro naciones, tres de ellas (Inglaterra, Escocia y País de Gales) situadas en la isla de Gran Bretaña y la otra en la de Irlanda.
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La crisis en Irlanda del Norte volvió a asomar en febrero con la renuncia del jefe de gobierno unionista Paul Givan, en desacuerdo precisamente con las normas aduaneras del Brexit. Otro dirigente del DUP, Edwin Poots, advirtió que las negociaciones podrían durar “semanas, con suerte, e incluso meses”. O’Neill, que centró su campaña en asuntos económicos y sociales, llamó a los unionistas a entablar un “debate sano” y estimó que la prioridad del nuevo Ejecutivo debe ser la lucha contra la fuerte alza del costo de la vida.
“El éxito del Sinn Fein se debe a la debilidad del unionismo en un periodo de grandes cambios en el Reino Unido a causa del Brexit, pero no representa un cambio radical de opiniones en Irlanda del Norte a favor de la reunificación” con la República de Irlanda, dijo a la AFP Katy Hayward, politóloga de la Queen’s University de Belfast.
Reveses para Boris Johnson
En el resto del Reino Unido, las elecciones locales marcaron un duro revés para el Partido Conservador del primer ministro británico Boris Johnson, afectado por el escándalo de las fiestas durante los confinamientos y la subida de los precios.
Los ‘tories’ perdieron cientos de escaños y una docena de concejos frente al Partido Laborista, que logró el control del altamente simbólico distrito de Westminster, sede del poder político británico, por primera vez desde su creación en 1964.
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El centrista Partido Liberal-Demócrata y el ecologista Partido Verde también se llevaron varios de los puestos perdidos por los conservadores. En Escocia, el independentista Partido Nacional Escocés (SNP), de centroizquierda, se fortaleció, y los laboristas arrebataron el segundo puesto a los conservadores. Y en Gales, los laboristas se mantuvieron en primer lugar.
Johnson, de 57 años, obtuvo una contundente victoria cuando llegó al poder en 2019 con la promesa de romper años de estancamiento político y poner en marcha el Brexit. Pero los resultados de esta semana corren el riesgo de reavivar la rebelión interna del Partido Conservador, donde algunos diputados contemplaron hace unos meses la posibilidad de una moción de censura.
Un siglo de agitada historia
El partido nacionalista Sinn Fein, exbrazo político del IRA, se perfila por primera vez como la fuerza dominante de la asamblea de esa provincia británica que en un siglo de existencia vivió una agitada historia. “Este es un momento decisivo para nuestra política y nuestro pueblo”, dijo Michelle O’Neill, la líder del Sinn Fein.
La región nació el 3 de mayo de 1921, cuando Irlanda se independizó del Reino Unido. La parte norte de la isla quedó bajo la corona británica, aunque con su sociedad dividida entre republicanos católicos y unionistas protestantes, que se enfrentaron durante 30 años en un sangriento conflicto que finalizó en 1998.
Retenida por la corona británica
Colonizada por vikingos y después por normandos antes de ser retomada por la corona británica, la isla de Irlanda quedó adscrita al Reino Unido a partir de 1801. Las tensiones ligadas a esta dominación condujeron a dos años de “guerra de independencia” (1919-1921) entre el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y las fuerzas británicas. El conflicto desembocó en la partición de la isla: el Estado libre de Irlanda con Dublín como capital y la región de Irlanda del Norte, que siguió formando parte del Reino Unido y cuya capital es Belfast.
En 1968 surgió el “movimiento de los derechos cívicos”, impulsado por la minoría católica contra las discriminaciones. Comenzó en 1969 un periodo conocido como “Troubles” (conflictos), marcado por los atentados perpetrados por el IRA y las milicias extremistas protestantes. En agosto de 1969 las tropas británicas se desplegaron en la región.
El domingo 30 de enero de 1972, en el barrio católico de Bogside en Londonderry, soldados británicos abrieron fuego contra los participantes en una marcha pacífica, dejando 14 muertos. Dos meses después de este “Bloody Sunday”, Londres suspendió las instituciones irlandesas y retomó el control de la región. Más de 3.500 personas murieron durante los 30 años de conflicto. El 10 de abril de 1998, los gobiernos de Londres y Dublín y los dirigentes republicanos y unionistas llegaron al histórico acuerdo de paz del Viernes Santo.
Tres años de estancamiento
El acuerdo estableció un reparto de poder entre el campo protestante y el católico, en unas instituciones regionales semiautónomas (parlamento y gobierno). El ultraconservador Democratic Unionist Party (DUP) congrega a los protestantes unionistas demócratas, mientras que los republicanos nacionalistas católicos forman el Sinn Fein, exbrazo político del IRA.
En enero de 2017, la coalición se rompió por un escándalo político-financiero, llevando a la suspensión durante tres años del gobierno descentralizado de Irlanda del Norte. En enero de 2020, se reanudó el funcionamiento del parlamento regional y se nombró un gobierno, que se vio desestabilizado durante más de dos años por las divisiones sobre el Brexit en el seno del DUP.
En primera línea del Brexit
Irlanda del Norte, con 1,9 millones de habitantes, 3% de la población británica, comparte una frontera terrestre de 500 km con la República de Irlanda, un país de la Unión Europea (UE). La salida de Reino unido de la UE (el Brexit) sacudió el frágil equilibrio en la región.
Para evitar el regreso de una frontera física en la isla, los controles aduaneros necesarios entre el Reino Unido y la Unión Europa se trasladaron a los puertos norirlandeses, aplicándose a las mercancías procedentes de la isla de Gran Bretaña. Esto provocó en los unionistas un sentimiento de separación del resto del Reino Unido y dio lugar a violentos altercados.
Irlanda del Norte es una de las regiones más pobres del Reino Unido. Otrora basada en la industria (fábricas, navieras...), ahora mira más hacia el sector de los servicios. La UE contribuyó al proceso de paz en Irlanda del Norte inyectando 1.300 millones de euros (unos 1.500 millones de dólares) desde 1995.
Las elecciones del jueves pasado se celebraron tras la dimisión en febrero del primer ministro unionista Paul Givan, en el contexto de los desacuerdos en su partido sobre el protocolo posbrexit para Irlanda del Norte. La campaña del Sinn Fein se basó en cuestiones como el coste de la vida y no en una posible unificación de Irlanda, que el partido querría someter a referéndum.
Fuente: AFP.