Shanghái notificó el martes un nuevo aumento de los casos de COVID-19 a pesar del confinamiento parcial decretado en la capital económica de China que provocó una estampida de sus habitantes hacia los supermercados.
La metrópolis se ha convertido en los últimos días en el epicentro de una nueva ola de infecciones vinculada a la variante ómicron, que se empezó a acelerar a principios de marzo y está poniendo a prueba la estrategia COVID cero de China.
El ministerio de Sanidad reportó el martes 4.477 nuevos positivos de coronavirus en Shanghái, contra 3.500 en la víspera en esta ciudad de 25 millones de habitantes.
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Se trata de una cifra baja a escala mundial pero elevada en China, donde el número de nuevas infecciones diarias raramente superaba el centenar desde la primavera boreal de 2020, una vez contenida la primera ola nacida en la ciudad de Wuhan.
Desde el lunes, la mitad oriental de Shanghái ha sido confinada durante cuatro días. A partir del 1 de abril le tocará a la parte occidental de la urbe. Las autoridades justifican este confinamiento en dos tiempos por el impacto económico que tendría encerrar toda la ciudad.
El anuncio repentino de esta medida el domingo por la noche provocó un flujo de habitantes a los supermercados de la parte occidental de la ciudad, abiertos todavía hasta el jueves.
Muchos comercios parecían haber sido saqueados, con estantes y pasillos completamente vacíos. “El precio de las mercancías aumenta y la gente entra en pánico”, indicó a AFP Yang, un jubilado que no quiso dar su nombre completo.
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A más de 2.000 km de Shanghái, también hay millones de habitantes confinados en el noreste de China. La provincia de Jilin, en la frontera con Corea del Norte, es una de las regiones más duramente afectadas por la epidemia. Según medios locales, se han levantado allí 19 hospitales temporales en la última semana.
Fuente: AFP.