Gabriel Boric jura este viernes como presidente de Chile con la promesa de dar un giro a ese país, que fue un exitoso laboratorio neoliberal, para impulsar un Estado de bienestar con conciencia ecológica, feminista y capaz de reducir las desigualdades que hartaron a su sociedad. Encabezará un país que cierra un ciclo de política tradicional, noqueada tras la revuelta social del 2019 y, luego, la crisis económica que provocó la pandemia.
Boric pretende iniciar un camino hacia un Estado de bienestar al estilo de la socialdemocracia europea, para dar un golpe de timón y cumplir su palabra: convertir en “la tumba” del neoliberalismo a Chile, donde el 1% de la población posee el 26% de la riqueza.
“Este es un gobierno que llega al poder en un clima político muy fragmentado, que no tiene mayoría parlamentaria y, por lo tanto, no tiene la posibilidad de hacer reformas muy radicales en el corto plazo”, señaló a la AFP Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política en la Universidad de Chile.
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Sin embargo, también “existe este optimismo que viene del proceso constituyente y un impulso por superar el neoliberalismo que yo creo que hoy día se ve con menos temor por los sectores incluso conservadores, porque hay una suerte de sentimiento antineoliberal en el mundo”, agregó la académica.
El izquierdista asume con una crisis de credibilidad en la política, un recorte del gasto público en 22,5%, una estimada desaceleración de la economía para este año, una gran migración irregular y un conflicto histórico de tierras no resuelto entre el Estado y el pueblo Mapuche.
El cambio de mando del saliente mandatario conservador Sebastián Piñera (2010-2014; 2018-2022) será en el Congreso, ubicado en el puerto de Valparaíso, a 150 km de Santiago. Allí llegará más de una veintena de invitados internacionales, entre ellos el presidente Alberto Fernández de Argentina, Pedro Castillo de Perú, el rey Felipe VI de España y las escritoras Gioconda Belli, de Nicaragua, así como la ‘best seller’ chilena Isabel Allende, que integrará la comitiva de Estados Unidos, donde reside hace más de 30 años.
Demanda social
Es un gobierno que tendrá que dar respuesta a las demandas sociales por mejor salud, educación y jubilación, y reducir la desigualdad social, exigencias surgidas en el estallido social de octubre de 2019 que golpeó a este país considerado uno de los más estables de la región.
“Boric ha prometido diálogo para superar estos problemas y hay que ver si esta predisposición al diálogo se traduce en que la ciudadanía no se agote otra vez esperando soluciones”, explicó a la AFP Rodrigo Espinoza, académico de la Universidad Diego Portales.
Otro reto será aunar apoyos para la parte final del proceso constituyente que este año debe convocar a un plebiscito para aprobar o rechazar una nueva constitución que reemplace la actual Carta Magna, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Cambio generacional
El joven mandatario que prometió un gobierno “feminista” nombró en 14 de los 24 ministerios, mujeres de las más variadas profesiones, perfiles y edades, con un promedio de edad de 42 años, marcando un cambio generacional en la política.
Convocó a dos exlíderes estudiantiles con los que marchó en 2011 por una educación gratuita y de calidad y con quienes compartió una curul en el Congreso: Camila Vallejos (33), su próxima vocera de gobierno, y Giorgio Jackson (35), el ministro a cargo de las relaciones con el Congreso.
Igualmente estarán seis ministros que nacieron y crecieron en el exilio de la dictadura de Pinochet, entre ellos Maya Fernández, futura ministra de Defensa y nieta del expresidente socialista Salvador Allende.
A este nuevo equipo en el poder le tocará gobernar con un Parlamento fraccionado y una minoría de la nueva alianza oficialista conformada por el Frente Amplio y el Partido Comunista, así como un posible apoyo del Partido Socialista. Pero no le bastará para obtener una mayoría mínima en el Legislativo que respalde sus propuestas, como una ambiciosa reforma tributaria que recaude el 5% del PIB para financiarlas.
“Se enfrentará a un Congreso hostil”, sostiene Espinoza, quien indica que su “gran desafío” será “instalar un diálogo para superar las barreras legislativas” de modo que tenga “la capacidad de recaudación para poder sustentar un Estado de Bienestar”. Asimismo, chocará con la desconfianza en los sectores de derecha e izquierda radical sobre si podrá realizar los cambios sociales que promete.
Un peluche de Pokémon
Los presidentes de Perú, Dominicana y el rey de España, Felipe VI, fueron de las primeras autoridades que llegaron este jueves a Chile para la asunción presidencial de Gabriel Boric, quien recibió un peluche de Pokémon por parte de la delegación japonesa, la nota simpática del día.
Boric, quien a sus 36 años se convertirá en el presidente más joven de Chile, recibió a distintos invitados en la Municipalidad de Santiago, en pleno centro de la capital. Además de reunirse con Felipe VI, el mandatario dominicano, Luis Abinader, y el peruano, Pedro Castillo; también lo hizo con el ecuatoriano, Guillermo Laso, y el paraguayo, Mario Abdo.
Recibió, asimismo, a los primeros ministros de Curazao, Gilmar Pisas; de Haití, Ariel Henry; de Guyana, Mark Phillips; y enviados de los gobiernos de México, Brasil, Irlanda, Japón, Marruecos, Palestina, Honduras y Estados Unidos. Está previsto que lleguen el viernes el presidente de Argentina, Alberto Fernández, y su homólogo de Bolivia, Luis Arce.
“Querido @gabrielboric, que esta nueva etapa en Chile consolide los esfuerzos de integración que debe primar entre nuestros pueblos hermanos. La población espera grandes reformas sociales de la mano con inversiones sostenibles. Hagamos realidad el desarrollo de la patria grande”, publicó Castillo en redes sociales, junto a una foto con Boric, a quien regaló la figura de un caballo.
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Sin embargo, fue el ministro de Estado para Asuntos Exteriores de Japón, Kiyoshi Odawara, quien dejó la nota simpática al regalarle a Boric un peluche de la popular serie animada Pokémon, tras saber que el presidente electo había publicado previamente en sus redes sociales que su personaje favorito era Squirtle, una especie de tortuga azul.
La sorpresa y el agrado que le produjo el obsequio no la ocultó ni la mascarilla y lo reafirmó en Twitter, donde publicó un video recibiendo el regalo con la frase: “Gracias al Ministro de Estado para Asuntos Exteriores de Japón, Kiyoshi Odawara, por este Squirtle!”.
A lo largo del día el mandatario saliente, el conservador Sebastián Piñera, también recibió a las delegaciones oficiales en el palacio presidencial de La Moneda. El viernes Piñera y Boric harán el cambio de mando en la costera ciudad de Valparaíso, a unos 120 km de Santiago, en la sede del Congreso.
Para la ceremonia, además de las autoridades oficiales y extranjeras, Boric invitó a personalidades como la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el parlamentario laborista británico Jeremy Corbyn, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina Estela de Carlotto, y la escritora nicaragüense y opositora al gobierno de Daniel Ortega, Gioconda Belli.
“Después de 14 horas de vuelo, he aterrizado en Santiago de Chile!! Estoy lista para este nuevo comienzo chileno con el presidente Gabriel Boric, en quien tantos tenemos puestas nuestras esperanzas”, tuiteó Belli.
Hijos del exilio por Pinochet
Eran niños cuando la dictadura de Augusto Pinochet cambió sus destinos. Maya Fernández, nieta del expresidente socialista Salvador Allende, o Marcela Ríos, futuras ministras del gabinete de Gabriel Boric, consideran emblemático que seis hijos del exilio lleguen al poder en Chile con una mirada “distinta”.
“Yo creo que es importante nuestra propia historia para lo que queremos para el futuro. Me imagino que cada una de las ministras o ministros que vivió fuera le tocó también una experiencia y un aprendizaje y creo que eso es importante”, dijo a la AFP Maya Fernández, bióloga de 50 años, próxima ministra de Defensa del gobierno izquierdista de Gabriel Boric.
Fernández vivió con su familia exiliada en Cuba -tierra de su padre- desde el golpe militar de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, hasta 1992, cuando tenía 21 años. Desde entonces se fue involucrando en la vida política de la entonces incipiente democracia chilena.
“Creo que los exilios, conocer otra vida, otras culturas siempre es importante. Como bien saben, yo estuve exiliada en Cuba toda mi vida, bueno hasta el año 1992, (...) marca”, dice al recordar una escolaridad en colegios públicos, con una vida social rica entre amigos que vivían cerca.
Seis de los 24 ministros del gabinete de Boric nacieron, se criaron o estudiaron un tramo de la escuela en el exilio, un fenómeno que afectó a más de medio millón de chilenos que salieron del país por razones políticas, víctimas de tortura, cárcel, represión y pobreza, que entre 1973 y 1990 sufrió el país.
A Cuba, Suecia o Canadá
La mayoría de este grupo de ministros que llegan al gobierno este viernes perciben su experiencia de crianza fuera de Chile como algo bueno. “Creo que en general el tener gente que hemos vivido largo tiempo afuera del país, que hemos estudiado en otros lugares, que tenemos formaciones profesionales multiculturales y diversas son un aporte a la mirada del Estado, son un aporte al país, a ver los problemas de una mirada distinta, incorporar aprendizajes de otras partes, incorporar modos de hacer”, señaló a la AFP Marcela Ríos, próxima ministra de Justicia y Derechos Humanos.
Ríos tenía 13 cuando huyeron gracias a unas monjas como refugiados a Canadá. El 14 de febrero de 1981, tuvo que partir junto a sus padres y hermanos a la pequeña provincia canadiense de Saskatchewan, un lugar donde no terminó de adaptarse tras la salida abrupta de Santiago.
La futura canciller, Antonia Urrejola, tenía seis años cuando sus padres tuvieron que exiliarse en Reino Unido. La titular de Salud, Begoña Yarza, ya sabía leer y escribir cuando los llevaron en un camión militar a un avión de Air France y tras varias escalas terminaron en Cuba.
Alexandra Benado, próxima ministra del Deporte, nació en Estocolmo en 1976 cuando sus padres ya estaban en el exilio, luego seguirían en Cuba. Su madre, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fue asesinada durante la dictadura chilena en 1983.
El biólogo Flavio Salazar (56 años) quien será ministro de Ciencia, nació en Buenos Aires. En 1971 regresó con su familia atraídos por el triunfo electoral de Allende, pero su padre sindicalista y militante del Partido Comunista se vio obligado a buscar asilo tras las protestas de 1984 -en plena dictadura- y se fueron a Suecia.
Añorar el país de los padres
Fernández partió casi bebé a su nuevo destino, “por tanto no tenía recuerdos de Chile, de la historia y ahí obviamente nuestras madres y padres nos hablaban de Chile, de la cultura, de las comidas, costumbres”. Entre el recuerdo de los exiliados quizás el más doloroso era la imposibilidad de tener cerca a la familia inmediata, sus tías maternas en su caso.
La familia de Fernández quedó herida para siempre con la muerte en pleno bombardeo de su abuelo presidente. También el exilio a distintos países de los tíos y primos -algunos a México- así como el suicidio de su madre Beatriz Allende, cuatro años después del golpe.
Fernández será la segunda ministra de Defensa militante socialista después del retorno a la democracia, antecedida por Michelle Bachelet -cuyo padre general de brigada durante el gobierno de Allende fue detenido por la dictadura y falleció en prisión. Bachelet y su madre partieron al exilio en Alemania oriental tras ser detenidas y torturadas.
La experiencia del exilio de Marcela Ríos sirvió para dar un diagnóstico preciso sobre Chile en uno de los últimos informes del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) acerca las desigualdades en su país.
“Chile es un país donde sus élites son muy cerradas, muy pequeñas, muy homogéneas, y hay muchas veces demasiadas redes de contactos personales que se forjan en la universidad, sobre todo, en las escuelas, y es un sistema muy segregado”, dijo.
Sumar al gabinete gente que vivió fuera de eso “le trae aire limpio a la mirada del gobierno”, consideró Ríos, quien desde su cartera busca “hacer políticas públicas no solo respecto a la justicia, a la verdad, sino también políticas de memoria”.
Isabel Allende integra delegación
La escritora chileno-estadounidense Isabel Allende integra la delegación oficial de Estados Unidos que asistirá el viernes 11 de marzo a la ceremonia de investidura de Gabriel Boric como presidente de Chile, informó el gobierno de Joe Biden.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos para las Américas, Brian Nichols, encabezará la comitiva, que incluye también a la directora de la Agencia Federal de Pequeños Negocios (SBA), Isabella Casillas Guzmán, y a Richard Glenn, encargado de Negocios de la embajada estadounidense en Santiago, según un comunicado de la Casa Blanca.
“Me siento honrado de unirme a Isabella Casillas, Isabel Allende y Richard Glenn para representar al presidente Biden en la investidura de Gabriel Boric. Estados Unidos espera expandir la prosperidad, apoyar la democracia y defender los derechos humanos con Chile”, dijo Nichols en Twitter el miércoles.
Boric, un exdirigente estudiantil de 36 años, asumirá el mayor reto de Chile desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990 cuando jure el viernes como el presidente más joven en la historia de su país, sucediendo al dos veces mandatario Sebastián Piñera.
Allende, sobrina del expresidente socialista de Chile, Salvador Allende (1970-1973), quien se suicidó en el golpe de Estado de 1973 liderado por Pinochet, se declaró “feliz” con la victoria de Boric y esperanzada con la nueva Constitución que se discute en el país andino.
“En Chile, los viejos carcamales de la política y del mundo financiero se tienen que ir para su casa o para un asilo”, dijo Allende en entrevista con AFP en enero. Ganadora del Premio Nacional de Literatura de Chile en 2010, Allende, de 79 años, es autora de una treintena de libros de los que vendió unos 70 millones de ejemplares, traducidos a más de 40 idiomas.
La escritora, que vive desde hace más de tres décadas en California, fue distinguida en 2014 con la Medalla de la Libertad, la máxima distinción civil concedida por el gobierno de Estados Unidos. Se la otorgó el expresidente estadounidense Barack Obama, de quien Biden fue vicepresidente.
Exlíderes estudiantiles
El izquierdista Gabriel Boric asumirá la presidencia de Chile este viernes, en el cambio de mando más desafiante desde que el país recuperó la democracia en 1990. Y lo hará junto a sus compañeros del movimiento estudiantil que en 2011 expuso las carencias sociales de un modelo económico exitoso.
Con Camila Vallejo (33) y Giorgio Jackson (35), la vocera del nuevo Ejecutivo y el ministro encargado de las relaciones con el Parlamento, respectivamente, fueron en 2011 los rostros veinteañeros que confrontaron al primer gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014) para denunciar una educación desigual y cara, y exigir que el Estado garantizara gratuidad y calidad.
El gobierno de Boric (36) marca la coronación de un cambio generacional en la política chilena que se concretó en 2017 con el surgimiento de la coalición de izquierda Frente Amplio y el ingreso en el Congreso de dos de sus líderes, Boric y Jackson, y también de la comunista Vallejo.
El futuro mandatario quiso mostrar desde el nombramiento de su equipo el sello que pretende darle a su gestión: un gabinete mayoritariamente femenino (14 de un total de 24 ministerios), en el que la edad promedio es de 42 años. “Hoy comienza a escribirse un nuevo capítulo en nuestra historia democrática. No empezamos desde cero, sabemos que hay una historia que nos eleva y nos inspira”, dijo Boric el 21 de enero pasado al anunciar su gabinete.
Por primera vez una mujer, Izkia Siches (36), encabezará el Ministerio del Interior, encargado de la seguridad pública, uno de los temas que más preocupa a los chilenos, según los sondeos. Entre los giros en un país donde el poder político y económico ha estado controlado por una élite, designó a Luz Vidal (48), una antigua empleada doméstica y sindicalista de ese gremio, como viceministra de la Mujer y la Equidad de Género.
“Boric comienza con un clima favorable de la opinión pública, gracias a todo el capital político que logró en las elecciones y con el nombramiento de su gabinete”, declaró a la AFP Marco Moreno, director de la escuela de gobierno de la Universidad Central de Chile.
“Me llena de orgullo lo que ha hecho Chile, la ciudadanía, la movilización social, las organizaciones, lo que hemos ido trabajando con Gabriel, con Giorgio, con Izkia y otros y otras compañeras del mundo feminista y la lucha social”, dijo Vallejo.
Débil apoyo en el Congreso
El gobierno entrante llega con un exiguo respaldo en el Parlamento. Apenas 37 diputados en una cámara de 120 escaños, y cinco senadores de un total de 50, tendrá la nueva alianza oficialista conformada por el Frente Amplio y el Partido Comunista. También sumaría el apoyo del Partido Socialista, pero no le bastará para obtener una mayoría mínima en el Legislativo.
Si la juventud de Boric levanta esperanzas, los desafíos son mayores para una gestión de cuatro años en la que su acotada experiencia política encuentra desconfianza en los sectores de derecha e izquierda radical, y hay incertidumbres sobre si podrá realizar los cambios sociales que promete.
“Boric tiene el desafío de avanzar en la gestión de los problemas sin destruir su coalición de Gobierno que ya está tensionada en su interior por las diferentes sensibilidades que en ella conviven”, dijo a la AFP Marcelo Mella, cientista político de la Universidad de Santiago de Chile.
Expectativas de alto voltaje
Otro de los desafíos políticos que enfrenta Boric es que puede convertirse en el último mandatario que asume el cargo con la Constitución de 1980, redactada durante la dictadura de Pinochet (1973-1990), y ser el primero bajo la nueva Carta Magna que podría surgir este año de la Convención Constitucional, un proceso que apoya sin tapujos.
La esperanza entre los chilenos que respaldaron el origen del estallido social de octubre 2019 se centra en sentar bases de un Estado más fuerte que garantice derechos sociales en un país donde el 1% de la población posee el 26% de la riqueza.
Boric, en su promesa de establecer un estado de bienestar a la europea, enfrenta tres herencias de la gestión saliente de Piñera: un presupuesto que recortó el gasto público en 22,5%, una estimada desaceleración de la economía para 2022, y una inflación que en 2021 cerró en 7,2%.
Se agregan a la lista de “urgentes” la incesante llegada de inmigrantes por la permeable frontera con Perú y Bolivia, y en el sur un histórico conflicto no resuelto con las comunidades mapuches marcado con reiterados hechos de violencia y muerte. Esos asuntos, así como la seguridad pública son problemas que se vienen arrastrando desde hace más de una década, y ahora empeoraron.
Barrio que refleja diversidad
El próximo presidente de Chile, Gabriel Boric, vivirá en una casona sobre Huérfanos, entre Libertad y Esperanza. Estas calles del barrio patrimonial Yungay, de pasado glorioso y presente oxidado del centro de Santiago, son reflejo de una sociedad dividida por la desigualdad.
La casa de 500 metros cuadrados que ocupará Boric con su novia y próxima primera dama, Irina Karamanos, fue hostal, centro médico y tuvo una pizzería cuyo nombre en un cartel de la fachada ningún vecino parece dispuesto a descolgar: Sensato.
Las referencias para dar con la nueva casa presidencial están cargadas de simbolismos para los cambios que afronta Chile de la mano de un mandatario milenial, que a sus 36 años asume el desafío de un gobierno que quiere implantar reformas ante una población que pidió a gritos un nuevo pacto social.
Éste “es un barrio popular, hay gente que se dedica a tatuar, gente que es músico, gente que nos dedicamos a vender en la calle, hay extranjeros, chilenos, venezolanos, colombianos, o sea, se vive la realidad de cómo está el país hoy en día”, cuenta orgulloso Felipe Fuentes, un vendedor ambulante que será vecino del Presidente, por lo que se dice “expectante, ilusionado”.
Fuentes votó por Boric, como la mayoría del vecindario. Ahora ven con recelo el reciente arribo de policías que vigilan un barrio marcado por murales y grafitis. Fundado en 1839, Yungay fue el primer barrio de Chile, también el más esplendoroso, donde se asentó la incipiente burguesía que fundó la república. Luego sus descendientes emigraron en el siglo XX al este de Santiago, conocidos como los “barrios altos”.
Hacia mediados del siglo XIX llegaron algunos franceses para ir a trabajar en los campos. De ahí nacieron locales pintorescos como La Peluquería Francesa, que abrió hace 154 años y tiene un restaurante al lado. “Hay muchos rincones de Yungay que expresan de alguna manera que no están desconectados de los fenómenos sociales que están pasando ahora, pero lo grafican a través del arte callejero”, afirma el barbero Juan Ángel Ibáñez, de 67 años, en un local de época, particularmente cuidado en comparación con otras cuadras que exponen décadas de abandono.
Lejos de los ricos
Chile es reconocido como un país muy clasista y de grandes desigualdades, algo que la bonanza económica de los últimos 30 años solo profundizó y que estalló con toda su ira en las manifestaciones de octubre de 2019. “El Boris”, como es llamado popularmente el nuevo presidente izquierdista, decidió dejar un apartamento austero en otro histórico barrio central de Santiago, Bellas Artes.
Tras su asunción al poder el 11 de marzo, Boric seguirá viviendo “de Plaza Italia para abajo”, el límite que reconocen los locales entre los privilegios que “tienen los de arriba” de esa plaza, epicentro de las protestas. Su nuevo barrio tiene bohemia e identidad, pero entre sus calles de adoquines, con huellas de un antiguo tren, también se percibe la mixtura social que sobrevive ante la falta de políticas hacia comunidades marginadas.
Los vecinos lamentan tener mala conexión de internet, la delincuencia nocturna y añoran áreas verdes, escuelas cercanas. Boric estará a 10 minutos en auto, 30 minutos caminando y dos o tres estaciones de metro del palacio presidencial de La Moneda, pero lejos de las comunas ricas en las que habitaron la mayoría de sus predecesores.
“No sé si Yungay en sí mismo refleja Chile, pero la elección del barrio Yungay por parte de Boric sí envía mensajes muy claros, como desde luego darle un poco la espalda al arribismo, a la idea de que había que vivir en la zonas más lujosas y más seguras de Santiago”, explica a la AFP el arquitecto Sebastián Gray, director del centro de estudios Espacio Público.
La pareja presidencial vivirá en una zona que “además de todos sus enormes atributos arquitectónicos y urbanísticos, es hoy un crisol de diversidad social. Las señales en ese sentido son estar más cerca de la realidad del país”, agrega. Varias de estas casonas se alquilan por habitaciones a familias de inmigrantes caribeños y sudamericanos. Cada tanto son noticia por incendios por la falta de mantenimiento o hacinamiento, y son un riesgo cuando un sismo remece la ciudad porque sus estructuras ya están maltrechas.
Yungay fue la primera comunidad en Chile en organizarse para proteger el patrimonio ante el avance voraz de las inmobiliarias que, con el auge de las décadas de 1990 y 2000, barrieron con otras zonas históricas. “Yo creo que con este vecino de presidente se podrán solucionar problemitas del barrio”, suelta una vecina, Gladys Oropeza, una auxiliar de enfermería de 40 años. La ilusión vecinal es que esta mudanza mejore las condiciones de vida más allá de Libertad y Esperanza y que Chile rescate el valor de la vida en comunidad.
Fuente: AFP.