El juez Rudolph Contreras, de la corte federal de Washington, impuso a Emma Coronel, de 32 años, exreina de belleza y esposa del excapo mexicano “El Chapo” Guzmán, a una sentencia menor a los cuatro años que solicitaba la fiscalía, reconociendo que la acusada era una adolescente cuando se casó con Guzmán, y que admitió su culpabilidad luego de su arresto en febrero.
Tras conocer la sentencia de tres años de prisión por su participación en el poderoso cartel de Sinaloa que lideraba su marido, la joven, vestida de chaqueta y pantalón de traje oscuro y con el rostro parcialmente cubierto por una mascarilla negra, no hizo comentarios.
Antes, había expresado en español su “más sincero arrepentimiento por cualquier daño que pueda haber causado”, afirmando sentirse “avergonzada”. “Hoy me duele mucho el sufrimiento que he causado a mi familia”, aseguró, y rogó al juez que le permitiera criar a sus hijas gemelas de nueve años.
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Además de los 36 meses de detención, Contreras dispuso que Coronel cumpla cuatro años de libertad supervisada, un año menos que lo que habían requerido los fiscales, así como el pago de 1,5 millones de dólares. Los nueve meses que ya lleva en prisión cerca de la capital estadounidense se descontarán de su pena.
Coronel, que tiene ciudadanía estadounidense y mexicana, fue arrestada el 22 de febrero de 2021 en el Aeropuerto Internacional de Dulles, en las afueras de Washington, por presunta “complicidad” en el negocio de tráfico de drogas de su marido.
El 10 de junio se declaró culpable de los tres cargos presentados en su contra: conspiración para distribuir drogas ilegales en Estados Unidos, conspiración para lavar dinero de narcóticos, y participación en transacciones financieras con una organización narcotraficante.
“Buena suerte para usted. Espero que críe a sus gemelas en un entorno diferente al que ha experimentado hasta ahora”, le dijo el juez Contreras el martes. Coronel, sobrina de Ignacio Coronel, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, nació el 2 de julio de 1989 en California, pero pasó casi toda su vida en México. En 2007 se casó con “El Chapo”, 32 años mayor que ella, y con él tuvo a Emali Guadalupe y María Joaquina.
Entre su boda y su arresto en febrero, Coronel se benefició “de múltiples maneras” y “a sabiendas” de las ganancias de su esposo, según documentos judiciales estadounidenses. Los fiscales dijeron que admitió tener conocimiento de la importación a Estados Unidos de al menos 450 kg de cocaína, 90 kg de heroína, 45 kg de metanfetaminas y 90 toneladas de marihuana.
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El martes, tanto la fiscalía como la defensa la presentaron como una persona no involucrada directamente en el negocio de Guzmán, que cumple cadena perpetua en Colorado desde julio de 2019, tras ser considerado el narcotraficante más poderoso del mundo hasta su arresto en 2016 y su extradición a Estados Unidos en 2017.
“El papel real de la acusada era mínimo”, afirmó el fiscal Anthony Nardozzi. “No era una líder, organizadora, jefa u otro tipo de gestora. Más bien era un engranaje en una rueda muy grande de una organización criminal”. Su rol era apoyar a su marido y actuar según sus órdenes, indicó, destacando que tuvo un papel clave en la espectacular fuga del Chapo de una prisión en México en 2015. A pesar de este apoyo Nardozzi destacó que “la acusada optó por asumir la responsabilidad de sus acciones”.
En declaraciones a periodistas afuera del tribunal, el abogado de Coronel, Jeffrey Lichtman, negó que su cliente haya cooperado con las investigaciones sobre narcotráfico, reportes que, según él, la exponían al peligro de represalias. Lichtman subrayó que dado que Coronel no tenía antecedentes penales y admitió rápidamente su culpabilidad, evitando un juicio, las pautas legales estipulaban una pena de prisión relativamente corta.
“No había necesidad de cooperar”, dijo. “Saldrá de la cárcel en 18 meses”, anticipó. Pero expertos en narcotráfico dieron por sentado que Coronel ayudó a las autoridades estadounidenses. “Está muy claro que ella colaboró, lo cual tampoco es de extrañar”, dijo a la AFP Michael Lettieri, que lidera el Proyecto de Recursos contra la Violencia en México, afiliado a la Universidad de California en San Diego.
El juicio contra “El Chapo” duró más de tres meses, entre noviembre de 2018 y febrero de 2019, y Coronel asistió casi a diario, una alta visibilidad que según algunos observadores puede haber incidido en su posterior arresto. Lettieri aseguró también que, aunque el liderazgo de las mujeres es generalmente subestimado en el mundo del narcotráfico, Coronel “era una parte importante en las operaciones” del cártel de Sinaloa.
Emma Coronel, esposa del excapo mexicano Joaquín “Chapo” Guzmán, está siendo compensada en Estados Unidos por romper con el cártel de Sinaloa y cooperar para combatirlo, opina Anabel Hernández, periodista que hizo a esta “primera dama del crimen” la protagonista de su más reciente libro.
Tenaz investigadora de los cárteles mexicanos desde hace 15 años, Hernández cree que eso explica la benigna condena a tres años de prisión que recibió Coronel la semana pasada de un juez federal en Washington, tras admitir su participación en la poderosa organización criminal.
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“La condena de Emma es el colofón de esta ruptura que se atrevió a dar con el cártel de Sinaloa, me parece que es su compensación por haberlo hecho”, dice Hernández en entrevista con la AFP. Estima que Coronel, de 32 años y quien fue arrestada en febrero en Estados Unidos acusada de “complicidad” con su marido, podría estar colaborando con la justicia de ese país.
“Lo que le correspondería eran al menos 10 [años] y hubiera estado ‘light’ (leve) en comparación a la gravedad de las acusaciones que hizo en su contra el Departamento de Justicia”, sostiene. La otra posibilidad, cree, es que se trate de un “aliciente” para que más parejas de capos se animen a colaborar y revelen el funcionamiento interno de estas mafias.
Para la reportera, ya no basta con entender las redes de corrupción o los flujos financieros de los cárteles, pues son el lado externo. El núcleo lo componen familiares que resguardan “las partes más sensibles, secretas y humanas”.
“Si Emma está colaborando con el Departamento de Justicia, le debe estar nutriendo de todo un panorama antropológico de cómo funciona el cártel (...). Puede dar información muy sensible, muy importante para abrir las entrañas de esto”, afirma Hernández.
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El papel de mujeres como Coronel y otras parejas de capos es el origen de “Emma y las otras señoras del narco” (Grijalbo, 2021), la más reciente entrega de la creadora de best-sellers como “Los señores del narco” y “El traidor”. “Son el sostén emocional, psicológico, afectivo, sexual de estos hombres”, afirma haber corroborado la reportera tras una investigación sustentada en testigos directos y documentos judiciales de México y Estados Unidos.
Hernández apunta que capos como Guzmán, Rafael Caro Quintero o Édgar Valdez Villarreal quieren tener amigos “como cualquier ser humano”, pero dependen del cariño y admiración de sus madres o parejas. “Quieren que sus novias, sus amantes les aplaudan y les digan ‘qué bueno eres, incluso en el sexo (...), ¡cuánto poder tienes!’ porque necesitan la legitimación”, explica.
Señala también que el núcleo familiar de los cárteles es semejante al de familias reales u oligárquicas que se vinculan para fortalecerse y donde impera un machismo “violento y grotesco”.
Mujeres como Coronel, una ex reina de belleza 32 años menor que el “Chapo” -condenado a cadena perpetua en Estados Unidos- aprenden a moverse en este mundo al que quizás llegaron como “víctimas”. Sin embargo, acaban siendo “victimarias”, gozando de una sangrienta riqueza y “educando en el sistema criminal” a sus hijos, dice.
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Además de haber mantenido contacto con ella por dos años, Hernández eligió a Coronel como protagonista por ser el “prototipo de la esposa del narcotraficante” que “a la vez rompe el paradigma”. Se trata de la primera mujer de la cúpula de los cárteles que se confiesa culpable y “puede ser un parteaguas”. “Es un desafío al cártel máximo y con eso ya su vida está en peligro”, subraya.
Tras sus pesquisas, Hernández no se anima a delinear un perfil de las “señoras del narco”, pues asegura que son distintas y han enfrentado diversas circunstancias, pero destaca un patrón: haber sido reinas de belleza, “así sea del pueblo más pequeño”. “Son hombres tan frágiles que necesitan estas mujeres, las más bonitas, la flor más bella del ejido (...). Tienen un grandísimo complejo de inferioridad” y las necesitan con esos títulos para fortalecerse, sostiene.
Fuente: AFP.