Una decena de personas han muerto y cerca de 1.000 resultaron heridas en las protestas originadas por un aumento de los precios del gas, que sumió a esta exrepública soviética de Asia central en una de las peores crisis de su corta historia como nación independiente.
Los habitantes de Almaty no salían el pasado jueves de su consternación ante el paisaje de coches calcinados, edificios en ruinas y casquillos de bala esparcidos por las calles de la principal ciudad de Kazajistán, un país poco habituado a esos estallidos de violencia.
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Los manifestantes atacaron e incendiaron varios edificios administrativos, incluyendo el ayuntamiento y la residencia presidencial, de la cual todavía emana humo, constató el jueves un periodista de la AFP. Saule, una trabajadora de la construcción de 58 años, que participó en las movilizaciones, afirmó que quedó consternada cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes.
“Vimos muertos”, contó. “De pronto, mataron a diez personas”, agregó, aún pasmada por la escena. En la noche, las redes sociales se llenaron de videos en los que se oyen gritos y ráfagas de armas automáticas y se ve a personas huyendo, después que las autoridades lanzaran una operación que calificaron como “antiterrorista”.
Según fuentes oficiales citadas por agencia rusas y medios de prensa, al menos 18 miembros de las fuerzas de seguridad murieron y 748 resultaron heridos en los disturbios en todo el país y “decenas” de manifestantes perecieron y más mil resultaron heridos. Dos miembros de las fuerzas de seguridad fueron “decapitados”, según los informes.
Indignación frente a la corrupción
Kazajistán, un país rico en recursos naturales, era considerado como uno de los más estables de Asia central. Desde 1989 hasta 2019, estuvo bajo la férula del presidente Nursultán Nazarbáyevm quien transmitió ese año el poder a Kassym Jomart Tokayev, considerado como su fiel discípulo. Pese que el actual presidente prometió reformas, el país ha visto pocos cambios desde su llegada al poder.
Los manifestantes interrogados por la AFP explicaron que la indignación se gestó durante mucho tiempo y en los últimos días en las protestas se escucharon consignas como “¡Fuera el viejo!”, en referencia a Nazarbáyev, de 81 años. Este tipo de manifestaciones era inconcebible hasta hace poco.
Los críticos del expresidente lo acusan de haber gestado una corrupción generalizada y de enriquecerse y favorecer a su familia, que tiene ostentosas residencias en el extranjero. “Nuestro Kazajistán fue trasformado en una empresa privada de Nazarbáyev”, se quejó Saule.
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Para intentar aplacar a los manifestantes, el presidente cambió a su gabinete, limitó el alza de los precios del gas y luego recurrió a la fuerza, pidiendo un despliegue de tropas lideradas por Rusia. El gobierno también instauró el estado de emergencia y un toque de queda nocturno, pero este jueves los habitantes de Almaty deambulaban por la plaza del ayuntamiento, pese a que se escuchaban ráfagas de tiros.
Todavía salía humo de varios edificios, en medio de coches calcinados y de comercios saqueados, entre ellos una tienda de armas de caza, que según los transeúntes fue desvalijada por manifestantes que querían enfrentar a la policía. Muchos habitantes de Almaty ahora temen una forma de autoritarismo más duro. “Teníamos una seudolibertad”, dijo Sultan, de 29 años. “Pero ahora, incluso eso se terminó”, agregó.
Fuente: AFP.