Pese a que Bolivia transita por el pico de una cuarta ola de contagios desde noviembre pasado, la letalidad fue de 0,8%, cifras muy por debajo de las anteriores tres oleadas, afirmó el ministro de Salud, Jeyson Auza. La semana pasada “es la que más casos hemos tenido en la historia del COVID en Bolivia, y es la semana que menor letalidad hemos presentado, gracias a la vacuna”, indicó.
Según Auza, “la vacunación está demostrando que la gente se está muriendo en menor cantidad”. Datos oficiales apuntan que 3,6 millones mayores de 18 años han recibido dos dosis de vacuna y 983.510 personas una dosis única que representa un 40% de la población boliviana. La inmunización también se extendió desde los 5 años de edad.
Los bolivianos aún acuden en masa a vacunarse contra el COVID-19 para protegerse del virus y porque necesitan el carné de inmunizado para algunas actividades, mientras el gobierno confirmó el viernes que la variante ómicron ya circula en el país.
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Desde el pasado 1 de enero, el gobierno del presidente Luis Arce decretó la vacunación obligatoria a quienes acuden a oficinas públicas y privadas, lo que desató una enorme demanda por inyectables contra el coronavirus. Para descomprimir la presión, el mismo poder Ejecutivo decidió dejar en suspenso la medida desde el pasado jueves y hasta el próximo 25 de enero, dándose tiempo para encontrar maneras de hacer el proceso menos caótico.
Por eso, desde el jueves ha bajado la afluencia de personas en los centros médicos, aunque todavía se pueden ver largas filas de quienes esperan alguna de las dosis que dispone el gobierno. “Tengo que cuidar la salud”, dice a la AFP Roxana Matías Pérez, maestra, quien muestra feliz su carné de vacunación en un centro de salud de El Alto, cerca de La Paz. “Me infecté nuevamente, en total ya son dos veces, por situación de trabajo”, dice, protegida con un tapabocas y un gorro de cirugía para cubrir la cabeza.
Nayeli Tancara, estudiante de 16 años, espera su turno. Señala que la vacuna “va a ser requisito” este año para inscribirse a la escuela. Alvaro Arbiza, de 18 años, también su turno sentado. “Tengo que hacer el servicio militar y de eso me han pedido”, explica. También hay más pequeños.
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“Mi tío me ha dicho ‘vacúnate’ y ‘ya’ he dicho”, cuenta el pequeño Sebastián Quintanilla, de 11 años, sin dar más razones. Ariel Chávez, de 13 años, acaba de recibir el pinchazo. “He sentido un poco de dolor, estaba nervioso”, reconoce. Pero también están quienes dicen sentirse forzados. “Nos están obligando”, le dijeron vecinos a Silveria Laura Laredo, dirigente barrial.
El Ministerio de Salud celebró que, pese a la ampliación del plazo para portar el certificado, la demanda por la vacuna no ha bajado. “Ayer [jueves] hemos batido un nuevo récord con 146.827 dosis aplicadas en un solo día”, destacó el ministro del sector, Jeyson Auza. Según datos oficiales, cerca del 40% de los casi 12 millones de habitantes de Bolivia ha recibido dos dosis de Sinopharm, AstraZeneca, Pfizer, Sputnik V, o la única de Johnson & Johnson. De manera paralela, continúa la campaña para aplicar la dosis de refuerzo de AstraZeneca.
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Ómicron dice presente
La Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud confirmó este viernes que la variante ómicron del COVID-19 está presente en las ciudades bolivianas de La Paz y su vecina El Alto, y probablemente en Santa Cruz (este). “Lo que me dicen del laboratorio de la [estatal] Universidad Mayor de San Andrés es que han detectado la presencia de ómicron”, confirmó el director de Epidemiología, Freddy Armijo.
Hasta la fecha, los resultados médicos decían que la variante prevalente era la delta. Bolivia camina por un pico de su cuarta ola de contagios y cada día se registran nuevos récords de casos. Con corte al viernes, el país suma más de 652.810 contagios y casi 20.000 muertes.
La oleada de contagios también obligó este viernes al presidente Luis Arce a suspender todos los actos oficiales del próximo 22 de enero, en el “Día del Estado Plurinacional”, que desde el 2010 celebra el cambio de república a estado plurinacional.
Fuente: AFP.