Los sistemas agroalimentarios mundiales, que todavía sufren las consecuencias de la pandemia de COVID-19, deben prepararse de inmediato para futuros nuevos “choques”, como sequías, inundaciones o enfermedades diversas, advirtió este martes la FAO.
Actualmente, hay ya unos “tres mil millones de personas que no pueden permitirse mantener una alimentación saludable que las proteja de la desnutrición”, destaca. Otros “mil millones de personas más se encontrarían bajo riesgo de no poder pagar una alimentación sana si un choque repentino redujera sus ingresos en un tercio”, de acuerdo a cálculos de economistas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) incluidos en un informe.
La edición 2021 de este informe dedicado a “La situación mundial de la agricultura y la alimentación”, además subraya la importancia de las vías de comunicación. “Si las rutas de transportes críticos fueran interrumpidas por un ‘choque’, el costo de la alimentación podría aumentar para 845 millones de personas”, advierte el organismo con sede en Roma.
La pandemia de COVID-19 “ha dejado claramente en evidencia la fragilidad de los sistemas agroalimentarios mundiales”, señala en el prólogo de este texto Qu Dongyu, director general de la FAO. Estos sistemas incluyen tanto a la producción, como a las cadenas de suministro de alimentos, las redes de transportes internos y el consumo.
En un informe precedente, en julio, el organismo calculó que entre 720 y 811 millones de personas se vieron afectadas por el hambre en 2020, o sea, unos 161 millones más que en 2019, “un aumento debido sobre todo a la pandemia”.
Para permitir a los países tomar conciencia de la vulnerabilidad de sus sistemas alimentarios ante los choques y situaciones de “estrés” crónico, la FAO ha implementado varios indicadores de “resiliencia”. Puesto que en un contexto incierto, “la capacidad para soportar choques y situaciones de estrés y después recuperarse es fundamental”, señala.
Estos indicadores permiten analizar la producción a nivel doméstico de los países, la amplitud de sus intercambios comerciales, los sistemas de transporte de que disponen y el acceso de su población a una alimentación saludable. Los países están invitados a “identificar sus puntos débiles” con estas herramientas, e intentar remediarlos, explica a la AFP Andrea Cattaneo, economista principal y coordinadora de la publicación.
Fuente: AFP.