Las fuerzas de seguridad sudanesas volvieron a lanzar el jueves por la mañana gases lacrimógenos contra manifestantes antigolpe concentrados en Jartum, un día después de la jornada más sangrienta desde el golpe de Estado del 25 de octubre con 15 muertos.

El jueves por la mañana, con las comunicaciones telefónicas ya restablecidas tras el corte del día anterior, las fuerzas de seguridad trataron de dispersar decenas de manifestantes que se quedaron en sus barricadas en las afueras al norte de la capital.

Solo en esa zona murieron en la víspera al menos once personas, entre ellas una mujer, por balas disparadas por las fuerzas de seguridad que apuntaban a “la cabeza, el cuello o el torso”, según indicó un sindicato de médicos prodemocracia. Al menos 39 personas, incluidos tres adolescentes, han fallecido desde el inicio del golpe y cientos han resultado heridos.

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El jueves por la mañana, la vicesecretaria de Estado para Asuntos Africanos, Molly Phee, condenó “la violencia contra manifestantes pacíficos”. La desconexión provocada por tres semanas de corte de internet se refleja en las movilizaciones. Si en las grandes manifestaciones del 30 de octubre y el 13 de noviembre había decenas de miles de personas, el miércoles apenas había miles.

Frente a ellos, las fuerzas de seguridad se desplegaron con fuerza, bloqueando los puentes que conectan Jartum con sus barriadas y las avenidas habitualmente usadas por los manifestantes en 2019 para protestar contra el dictador Omar al Bashir y ahora contra el general Abdel Fattah al Burhan, líder del golpe.

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El jueves, las tropas seguían movilizadas y trataron de despejar las barricadas levantadas en Jartum-Norte, aseguró un testigo. La transición de este país de 45 millones de habitantes se vio interrumpida repentinamente por el golpe del general Burhan, que detuvo a los líderes civiles y disolvió los órganos de gobierno interinos, formados por militares y civiles.

Presionado por la comunidad internacional para volver a la senda democrática, el dirigente militar asegura que sigue comprometido a celebrar elecciones en 2023 y asegura que actuó para “corregir la trayectoria de la revolución” que causó el derrocamiento del dictador Bashir.

Fuente: AFP.

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