El presidente Joe Biden promulgó este lunes pasado el proyecto de ley que crea el mayor plan de infraestructura en Estados Unidos en más de medio siglo, en una inusual celebración bipartidista en la Casa Blanca. El proyecto de 1,2 billones de dólares servirá para arreglar puentes y carreteras, cambiar bombas de agua, construir una red de carga para vehículos eléctricos y expandir la banda ancha para internet.
“Escuchamos un sinnúmero de discursos (...) pero hoy finalmente logramos esto”, dijo Biden a cientos de invitados, incluyendo miembros de la oposición republicana, en la Casa Blanca. “Mi mensaje para el pueblo estadounidense es este: Estados Unidos se está moviendo de nuevo y su vida va a cambiar para mejor”, prometió.
El proyecto de ley es “una prueba de que demócratas y republicanos pueden unirse para obtener resultados”, consideró. “Creamos el uno en el otro y creamos en Estados Unidos”. Biden tuvo que luchar durante meses para obtener los votos suficientes de su dividido Partido Demócrata, arriesgándose a un humillante fracaso.
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“Acordamos que este sería un proceso verdaderamente bipartidista”, sostuvo el senador Rob Portman, un republicano de Ohio, en la reunión de la Casa Blanca. A pesar de que algunos republicanos se acercaron, la mayor parte del partido de oposición no está de humor para declarar una tregua. La representante republicana de extrema derecha Marjorie Taylor Greene, una promotora de Trump, llamó “traidores” a sus 13 copartidarios que votaron junto a los demócratas.
La Casa Blanca espera que la firma del proyecto de ley le dé un nuevo impulso a Biden, al tratarse de la mayor inversión gubernamental de este tipo desde la creación de la red nacional de carreteras en la década de 1950. Aún está pendiente un paquete de 1,75 billones de dólares para guarderías, educación y otros gastos sociales.
Las divisiones internas entre los demócratas partido lo están frenando y la propuesta no tiene ningún apoyo republicano. Sin embargo, la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, cree que “con suerte esta semana” aprobarán el proyecto de ley.
Frenar la inflación a corto plazo
El presidente Joe Biden prometió hacer el máximo esfuerzo para bajar los precios en Estados Unidos y su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que la supresión de los aranceles sobre productos chinos podría ayudar. Pero el gobierno tiene en realidad pocas herramientas para frenar, a corto plazo, el incremento de la tasa de inflación.
El alza de precios está directamente vinculada a la reactivación económica luego de la recesión de 2020 que provocó una brecha entre oferta y demanda, y escasez de mano de obra. Como resultado, en octubre, los precios aumentaron 6,2% comparado con el mismo mes de 2020 de acuerdo a datos oficiales, algo nunca visto en 30 años.
Alza de tasas de interés
Subir las tasas de interés bruscamente para contener la inflación podría ser una medida eficaz, pero políticamente muy impopular porque sube el costo del crédito. Además, es una prerrogativa del banco central, que es autónomo. La medida es arriesgada puesto que el mercado del empleo aún no alcanzó sus niveles anteriores a la crisis.
“No hay gran cosa que el gobierno pueda hacer por sí mismo para resolver el problema actual de inflación, además de tratar de convencer a los puertos, a las empresas de logística, de aumentar su capacidad” de trabajo para abastecer la demanda, destacó Andrew Hunter, economista de Capital Economics.
El único parámetro “clave” sobre el cual la administración federal tiene un “control parcial, con el Congreso, es la política presupuestal”, sostuvo. “Pero esa no es una solución fácil” porque supondría una fuerte contracción de la demanda, aumentando por ejemplo los impuestos o bajando el gasto, explicó.
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El principal consejero económico del presidente, Brian Deese, aseguró el domingo que los planes económicos de Biden tendrían un impacto positivo sobre los precios. El programa por 1,2 billones de dólares en infraestructura, que el mandatario firmará el lunes, “ayudará a hacer circular las mercaderías más libremente y a menor costo”, argumentó en NBC.
Pero “el problema es que tales políticas toman generalmente años en tener un impacto sobre el suministro potencial de la economía”, destacó Andrew Hunter. No solo estos planes, incluyendo uno por gastos sociales y ambientales por 1,75 billones de dólares que se discute en el Congreso, “no permitirán contener la inflación ahora” sino que podrían “aumentarla más si se traducen en una nueva expansión presupuestal a corto plazo que estimule la demanda”, explicó el experto.
Aranceles punitivos, reservas estratégicas
Los aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump sobre productos chinos por valor en mercancías de 370.000 millones de dólares, siguen vigentes. Yellen estimó el domingo en CBS que suprimir estos aranceles “haría una diferencia” sobre la inflación.
Es discutible, según Hunter, quien destacó que al imponerlos en 2018/2019, el aumento de precios fue limitado, y se vio compensado por las fluctuaciones de las tasas de cambio, empresas que achicaron márgenes, e importaciones de otros países como Vietnam o Corea del Sur.
El jefe demócrata en el Senado, Chuck Schumer, exhortó el domingo a utilizar las reservas estratégicas de petróleo para reducir los precios de la gasolina. Pero, en un contexto de promesas de lucha contra el cambio climático, la Casa Blanca sopesa la oportunidad de utilizar este instrumento, cuyo impacto es temporal, además.
Fuente: AFP.