Autoridades mexicanas detuvieron a dos personas presuntamente involucradas en una balacera que se desató el jueves pasado en una playa cercana a Cancún, principal destino turístico del Caribe mexicano, y que dejó dos muertos.

La fiscalía del estado de Quintana Roo, en el este del país, dijo que logró ubicar tres de los cuatro vehículos en que los agresores llegaron a la playa ese día, por lo que detuvieron a dos personas que los conducían mientras que uno más logró escapar.

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“Se logró la captura de dos conductores mientras que un tercero emprendió la fuga e incluso hubo intercambio de disparos contra elementos de la policía, logrando escapar hacia una zona selvática”, dijo la dependencia en un comunicado. La dependencia dijo también que, según las primeras investigaciones, los grupos que se enfrentaron a balazos ese día en una playa de Puerto Morelos, vecino de Cancún, “son una escisión del cártel de Sinaloa”, quienes “se están disputando espacios para la venta de droga”.

La balacera del pasado 4 de noviembre tuvo lugar en la zona de playa del hotel Hyatt Riviera, que forma parte de los lujosos complejos turísticos del Caribe mexicano. Las autoridades locales anunciaron ese mismo día que el enfrentamiento armado había sido entre dos grupos antagónicos de narcomenudistas.

El pasado 20 de octubre, otro tiroteo entre presuntos vendedores de droga le costó la vida a dos turistas, una alemana y una india, en Tulum, balneario al sur de Cancún y vecino de la Riviera Maya. La violencia ligada a la criminalidad, sobre todo la venta drogas al menudeo, golpea desde hace años al Caribe mexicano.

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La mayoría de los incidentes violentos se registra lejos de exclusivos hoteles, pero en los últimos años ha habido enfrentamientos armados en zonas turísticas. En enero de 2017, tres extranjeros y dos mexicanos murieron durante una balacera en un festival de música electrónica en la vecina Playa del Carmen.

Estos incidentes han llevado a países europeos y a Estados Unidos a emitir alertas a sus ciudadanos sobre los riesgos de visitar el Caribe mexicano, entre los principales destinos de playa a nivel mundial. El turismo representa un 8,5% del PIB de México y es la principal actividad económica en la región sureste del país.

Desde diciembre de 2006, cuando el gobierno federal lanzó un polémico operativo militar antidrogas, en México se han registrado más de 300.000 muertes violentas, según las autoridades, que atribuyen la mayoría de los asesinatos al crimen organizado.

Atrapadas en un enfrentamiento

“¿Están grabando una película?”, pregunta detrás de una cinta el turista canadiense Lukas Smith al ver a un equipo forense custodiado por militares en Tulum, una de las joyas del Caribe mexicano. Pero ni los soldados ni los peritos son actores. Reconstruyen la escena del crimen de la alemana Jennifer Henzold, de 35 años, y la india Anjali Ryot, de 25, ocurrido la noche del 25 de octubre en este balneario frecuentado por celebridades como Leonardo Dicaprio.

Ambas quedaron atrapadas en un enfrentamiento a tiros entre presuntos vendedores de drogas en un restaurante. Una escena similar se registró el jueves en la playa de un hotel de lujo en las afueras de Cancún, vecino de Tulum, donde dos supuestos expendedores de alucinógenos fueron abatidos por enemigos. Ryot y Henzold eran viajeras consumadas, e incluso la joven india se había dado a conocer en redes sociales por la difusión de contenidos sobre sus periplos por el mundo. Otros dos turistas alemanes y un neerlandés resultaron heridos.

Este caso puso sobre el tapete la crisis de seguridad que afrontan Tulum y otros famosos balnearios mexicanos, como Cancún y Acapulco, por las guerras entre traficantes y las extorsiones a comerciantes. La balacera del jueves en Cancún desató el pánico entre los huéspedes del hotel, hasta donde llegaron militares y un helicóptero de la Marina.

Turismo de excesos

Tras el crimen de las turistas europeas en Tulum, el Ejército y la Guardia Nacional intensificaron sus patrullajes en calles y playas, donde se ve a uniformados en cuatrimotos con fusiles, cascos y chalecos antibalas. “Tulum está blindado”, sostiene Marciano Dzul, alcalde de esta población de 46.000 habitantes.

El inhabitual despliegue asombra a algunos viajeros, que llegan a este punto de la Riviera Maya seducidos por el azul intenso del mar y la arena blanca de la costa. Solo Tulum recibe a unos cuatro millones de visitantes al año, incluidas estrellas del cine y la música como Demi Moore o Jared Leto.

La violencia “tiene mucho que ver con el narcotráfico, con los excesos que vienen a partir de las fiestas”, considera David Ortiz, presidente de la Asociación de Hoteles de Tulum. Se refiere a los festivales de música electrónica que se popularizaron durante la pandemia, con la participación de reconocidos disc jockeys. Reunieron a unos 5.000 asistentes por evento.

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Las fiestas masivas han generado un importante mercado de venta de drogas, asegura Ortiz. El gremio hotelero está inconforme con estos eventos, pues han transformado el concepto “hippie-chic” del destino -donde estuvo asentada una antigua ciudad maya cuyos restos se erigen al borde del mar- a uno de oferta masiva con los excesos como atractivo.

Tras el doble homicidio, las reservaciones cayeron un 20%, apunta Ortiz, un golpe demoledor para una industria que aún se recupera del impacto del COVID-19. El gobierno alemán, por ejemplo, lanzó una advertencia de viaje a sus ciudadanos que visitan la Riviera Maya.

En enero de 2017, tres extranjeros y dos mexicanos murieron durante una balacera en un festival de música electrónica en la vecina Playa del Carmen. México vive una espiral de violencia que deja unos 300.000 muertos desde 2006, cuando el gobierno lanzó una ofensiva militar antidrogas que no ha logrado doblegar a los cárteles.

Crimen organizado

Algunos turistas como la española Luisa Fernanda Jiménez, de 24 años, no parecen muy preocupados, aunque ella reconoce que debe tomar “precauciones”. “¡Vine a Tulum a vibrar alto! ¡No quiero saber de nada!”, exclama su compañera de viaje, Natalia López, de 27 años.

Óscar Montes de Oca, fiscal general del estado de Quintana Roo, donde están Tulum y Cancún, atribuye la violencia a la venta de drogas y el “cobro de piso”, cuota que el crimen organizado exige a comerciantes para dejarlos operar. No obstante, los turistas “en su gran mayoría tienen experiencias memorables”, matiza Eugenio Barbacha, director municipal de Turismo.

Esta actividad representa un 8,5% del PIB de México y es el principal renglón económico del sureste del país. Otros imanes turísticos como Acapulco enfrentan desde hace años graves problemas de seguridad por el narcotráfico. En las últimas semanas murieron baleados en esa ciudad un turista, un periodista y un chofer de autobús, según autoridades.

En un episodio que quedó registrado en video, el 29 septiembre desconocidos incendiaron la popular discoteca Baby’O, que en sus mejores años vio desfilar a artistas como Rod Stewart, Bono, Elizabeth Taylor, el astro del básquet Michael Jordan y el mexicano Luis Miguel. “Yo no sé si no aman a Acapulco. Amar a Acapulco es cuidarnos todos, buscar cómo reactivamos la economía”, afirmó la alcaldesa local, Abelina López, preocupada por el impacto de la violencia en el turismo.

Fuente: AFP.

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