Unos lo daban por muerto, otros decían que estaba oculto en Pakistán o viviendo en la clandestinidad en Kandahar: el misterioso líder supremo de los talibanes, mulá Hibatullah Akhundzada, apareció en público por primera vez desde su nombramiento en 2016, anunció el gobierno afgano el domingo.
“El comandante de los creyentes, el jeque Hibatullah Akhundzada, se presentó ante una gran congregación en la famosa madraza Darul Uloom Hakimah y habló durante 10 minutos con sus valientes soldados y discípulos”, dijo el gobierno talibán en un mensaje que acompaña un registro de audio.
En el audio publicado en las redes talibanas se escucha claramente cuando el mulá recita oraciones y bendiciones. Según una fuente local, el líder supremo de los talibanes llegó a la escuela coránica de Kandahar acompañado de un convoy de dos vehículos.
En su discurso, Akhundzada no hace comentariospolíticos y pide la bendición de Dios para la dirigencia talibana. El evento en Kandahar se realizó bajo fuertes medidas de seguridad y no se permitió la divulgación de fotos o videos, aunque los medios digitales de los talibanes compartieron el audio de 10 minutos.
También ora por los mártires del movimiento, los combatientes heridos y el éxito de los funcionarios del Emirato Islámico en esta “gran prueba”. “Que Dios recompense al pueblo de Afganistán que luchó contra los infieles y la opresión durante 20 años” declara asimismo el responsable religioso en su discurso.
Tras una rápida campaña militar, acelerada por el anuncio de la retirada del país de las tropas estadounidenses, los talibanes retornaron en agosto pasado al poder, del que habían sido desalojados en 2001 por una colición dirigida por Washington.
Figura discreta
Con excepción de sus raros mensajes anuales para las fiestas islámicas, el más alto dirigente de los talibanes ha mantenido la mayor discreción posible sobre su vida.
Hasta el retiro de las fuerzas estadounidenses de Afganistán, en agosto, nadie sabía donde se encontraba o si estaba aún con vida. Una solo fotografía suya, con barba y turbante, ha sido distribuida por los talibanes.
Akhundzada fue designado líder de los talibanes en una rápida transición de mando luego de que un ataque estadounidense con drones matara a su antecesor, mulá Akhtar Mansour, en 2016. Hasta entonces era una figura relativamente desconocida y participaba más en asuntos religiosos y legales que en maniobras militares.
Una vez en el poder, Akhundzada obtuvo rápidamente la lealtad del egipcio Ayman al Zawahiri, líder de Al Qaida, quien lo designó “emir de los creyentes”, reforzando su credibilidad en el universo yihadista y sunita.
En su papel como líder supremo, Akhundzada es responsable de mantener la unión entre los talibanes, una misión compleja dadas las luchas internas que han fracturado al movimiento islamista radical.
Los talibanes anunciaron en septiembre pasado que su líder supremo vivía “desde el inicio” del regreso al poder en Kandahar y que aparecería “pronto en público”. “Tenemos reuniones regulares con él sobre el control de la situación en Afganistán y cómo llevar nuestro gobierno”, declaró el miércoles el mulá Yusef Wafa, gobernador de Kandahar.
“Él le da consejos a todos los dirigentes del Emirato Islámico de Afganistán y nosotros seguimos sus reglas, sus consejos, y si tenemos un gobierno que progresa, es gracias a él”, agregó.
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Un “seminario”, que congrega en un lugar secreto a altos responsables talibanes durante varios días, es organizado durante varios días en Kandahar, constató una periodista de la AFP.