El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se mostró a favor de un impuesto mínimo de 25% para las multinacionales y calificó de “iniciativa fantástica” el acuerdo adoptado por los países del G20 que prevé una tasa de al menos 15%, en una entrevista a la AFP.
“Pienso que tendría que ser de 25%, pero la política es el arte de las concesiones, espero que llegarán al menos al 20%”, declaró al margen del foro The European House – Ambrosetti en Cernobbio, en el norte de Italia. “Como el gobierno francés que apoyó la fórmula de ‘al menos 15%’, creo que 15% es demasiado bajo” para acabar con la “carrera del mínimo” nivel fiscal, señaló el economista estadounidense.
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Los ministros de Finanzas del G20 aprobaron en julio en Venecia un acuerdo para la imposición de un impuesto a las multinacionales, con el objetivo de poner fin a los paraísos fiscales, y que deberá entrar en vigor en el 2023. El acuerdo prevé establecer un impuesto global de “al menos el 15%” sobre las ganancias de las multinacionales y de repartir de forma más justa los derechos para gravar a estas empresas, sobre todo a los gigantes digitales, especialistas de la optimización fiscal.
“El sistema de imposición de las multinacionales tiene más de cien años y ya no está adaptado a la economía mundial del siglo XXI, es un sistema que se presta a los abusos. La tasa de imposición efectiva es mucho más baja que la tasa oficial”, dijo Stiglitz.
“El hecho de nivelar por debajo, en el que Luxemburgo e Irlanda han participado, ha socavado la solidaridad mundial y el sistema económico mundial”, prosiguió. “Forma parte del lado oscuro de la globalización”, expresó. “El G20 se comprometió a poner fin a esta carrera hacia bajo”, es un “compromiso muy importante”, reiteró el exjefe economista del Banco Mundial.
Fuente: AFP.
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Nobel de Economía elogia a Paraguay: “Mira al futuro”
Durante un panel de alto nivel en la Universidad de Chicago (EE. UU.), el célebre economista de origen británico, premio nobel de Economía 2024, James Robinson, reconoció el potencial de Paraguay como ejemplo de desarrollo económico realista y estable en América Latina. En el marco del panel denominado “Comprender los factores clave para el desarrollo económico: El caso paraguayo”, donde participó y expuso el ministro de Economía de nuestro país, Carlos Fernández Valdovinos, el premio Nobel se encargó de moderar la charla. Este evento fue organizado por Latin American Matters, The Pearson Institute y Public Finance Association.
Robinson tuvo palabras de elogio hacia la marcha de la economía paraguaya al señalar a nuestro país como uno de los pocos que, frente a la inestabilidad regional, ha adoptado un enfoque práctico en sus políticas económicas. “Lo que está ocurriendo en Paraguay no tiene nada de utópico. Es muy práctico y mira al futuro”, señaló Robinson, en información que se hace eco el sitio web del Ministerio de Economía y Finanzas.
El catedrático destacó que a diferencia de otros países latinoamericanos, las políticas implementadas por las autoridades paraguayas buscan soluciones concretas a problemas como la desigualdad y la pobreza, integrando tanto la macroeconomía como la microeconomía.
MODELO DE ÉXITO
En su alocución, se refirió al modelo de éxito paraguayo, que no se sabe con certeza cuál es la vía, pero observó los datos y subrayó que se han logrado muchos éxitos a nivel económico, a pesar de las dificultades que aún afronta el país en materia de corrupción y transparencia. Robinson tuvo tiempo de acordarse del idioma guaraní. El economista resaltó este aspecto como políticas inclusivas a los que se dio prioridad, como un ejemplo de preservación en el ámbito institucional, lo cual es un reflejo del compromiso del país con su identidad y diversidad cultural. “Es el único país en América Latina donde los criollos o lo que sea hablan una lengua indígena”, comentó, subrayando la singularidad del modelo paraguayo respecto a otros países de la región.
Asimismo, comparó a Paraguay con otras naciones que, a pesar de sus historias de éxito, enfrentan actualmente desafíos de estabilidad social. Mencionó a Chile como un ejemplo de país que, tras décadas de crecimiento y reducción de pobreza, ha vivido episodios de descontento social. Sin embargo, sugirió que Paraguay, a diferencia de Chile, podría evitar este tipo de crisis gracias a su modelo inclusivo y su estructura política relativamente estable.
Robinson clausuró su ponencia instando a Paraguay a continuar articulando y fortaleciendo su modelo único para evitar los problemas que han impactado a sus vecinos, reconociendo que su desarrollo inclusivo y pragmático podría consolidarse como un pilar de estabilidad y crecimiento en América Latina.
POLÍTICAS MACROECONÓMICAS
En la oportunidad de este encuentro, el ministro Fernández Valdovinos se refirió al crecimiento económico logrado en los últimos 20 años y valoró las políticas macroeconómicas implementadas en ese período en el Paraguay.
El titular de Economía explicó que a diferencia de otros países de la región que se estancaron tras el fin del auge de las materias primas, Paraguay desarrolló mecanismos para continuar su crecimiento. “En un momento dado, desarrolló otro motor de crecimiento económico y pudo seguir creciendo mientras la economía latinoamericana estaba estancada”, precisó Fernández Valdovinos.
Sobre las críticas hacia las políticas macroeconómicas, que se dice no benefician al ciudadano promedio, el ministro rechazó tal afirmación. “Algunas personas dicen que lo macro no va a lo micro. Eso no es cierto”, defendió, subrayando cómo los indicadores de pobreza y desigualdad han mejorado. Sin embargo, reconoció la persistencia de desafíos: “Un 24 % de tasa de pobreza para un país que produce alimentos para 100 millones de habitantes es inaceptable”, afirmó. En este sentido, insistió en que Paraguay tiene la capacidad de implementar políticas públicas enfocadas en reducir aún más esta tasa de pobreza.
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Nobel de Economía 2024 se refiere a las instituciones
- Por Víctor Pavón
Tres fueron los premiados este año con el Nobel de Economía. Daron Acemoglu, James Robinson y Simom Johnson; por cierto, los dos primeros son autores de un libro que está dando mucho de qué hablar llamado “Por qué fracasan los países”.
Los citados galardonados analizaron a las instituciones y cómo influyen sobre la prosperidad y la pobreza de los países. Creo que esta línea de investigación resulta relevante por lo siguiente:
Primer motivo. Hoy día conocemos mejor sobre las causas del desarrollo y del subdesarrollo. Cito a Adam Smith quien ya se refirió a este tema siendo filósofo moral y padre de la economía moderna en su libro “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (1776).
El libro de Smith fue recomendado por varios Premios Nobel como Amartya Sen (Nobel de Economía 1998) diciendo: “Es el libro más grande jamás escrito sobre la vida económica” y el también Nobel del año 2001, George Akerlof, que dijo: “Consideramos que La Riqueza de las Naciones de Adam Smith es un clásico imperecedero. Dentro de dos siglos, lo mismo pensarán del libro “Por qué fracasan los países”.
Mencioné a Adam Smith porque su libro “La riqueza de las naciones” es el documento fundador de la economía clásica y del liberalismo económico, cuyas ideas siguen vigentes.
¿Cómo explicar que un país como Argentina que hasta el año 1920 fue uno de los más ricos del planeta y luego con ideas colectivistas del peronismo socialista terminó por retroceder hasta su atraso? Las instituciones responden a esa pregunta.
Segundo motivo. Me parece auspiciosa la línea investigativa de los actuales galardonados del Nobel porque aquí en Paraguay de una vez por todas debemos percatarnos que sin instituciones políticas y económicas basadas en la libertad y la propiedad privada no lograremos el desarrollo.
Se requiere de un orden jurídico constitucional que garantice la igualdad ante la ley donde el Estado como organización jurídica/política sea limitado y controlado. Cuanto más Estado tengamos en áreas que el sector privado puede hacer en un ambiente de competencia, entonces menos probabilidades tendremos de progreso.
Esto no significa que el Estado tenga que ser débil como algunos piensan. Debe ser fuerte pero limitado cumpliendo su rol de resguardar la seguridad, donde los impuestos sean bajos y los recursos obtenidos se correspondan con el principio de transparencia, rendición de cuentas y contra prestación, modo eficiente de combatir la corrupción.
El crecimiento de la economía requiere de seguridad jurídica, certidumbre y de reglas claras para el ahorro y la inversión. El aparato gubernamental con funcionarios celosos guardianes del dinero de los contribuyentes para que el robo y la riqueza mal habida no sean la nota dominante, son parte sustancial de lo que se llaman instituciones.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.
Primer motivo. Hoy día conocemos mejor sobre las causas del desarrollo y del subdesarrollo. Cito a Adam Smith, quien ya se refirió a este tema siendo filósofo moral y padre de la economía moderna en su libro “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (1776).
Segundo motivo. Me parece auspiciosa la línea investigativa de los actuales galardonados del Nobel porque aquí en Paraguay de una vez por todas debemos percatarnos que sin instituciones políticas y económicas basadas en la libertad y la propiedad privada no lograremos el desarrollo.
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Nobel de Economía para estudio sobre la desigualdad de riqueza entre naciones
El Premio Nobel de Economía, que cierra la edición 2024, recayó este lunes en el turco-estadounidense Daron Acemoglu y los británico-estadounidenses Simon Johnson y James A. Robinson por sus investigaciones sobre las instituciones y cómo afectan a la prosperidad de las naciones. Los investigadores, los tres basados en Estados Unidos, fueron galardonados “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan a la prosperidad”, señaló el jurado en su comunicado.
“Reducir las enormes diferencias de renta entre países es uno de los mayores retos de nuestro tiempo. Los ganadores mostraron la importancia de las instituciones para lograrlo”, declaró Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio en Ciencias Económicas, citado en un comunicado.
Mediante el estudio de los diferentes sistemas políticos y económicos introducidos por los colonizadores europeos en todo el mundo, los tres académicos demostraron una relación entre instituciones y prosperidad, subrayó el comité. Acemoglu, de 57 años, es profesor del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), al igual que Johnson, de 61 años. Robinson, de 64 años, es catedrático de la Universidad de Chicago.
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“¡Sorprendente e increíble!”
“Estoy encantado. ¡Es una noticia sorprendente e increíble!”, declaró Acemoglu a la prensa por teléfono. El Premio Nobel de Economía --como se conoce al Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel, otorgado por primera vez en 1969-- es el único de los premios que no fue previsto en el testamento del filántropo. Se añadió mucho más tarde a los cinco premios tradicionales --Medicina, Física, Química, Literatura y Paz--, lo que le ha valido el sobrenombre de “falso Nobel”.
En 1968, con motivo de su tricentenario, el banco central de Suecia, el más antiguo del mundo, creó un premio de ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel, y puso a disposición de la Fundación Nobel una suma anual equivalente al montante de los demás galardones. El año pasado, el premio fue concedido a la estadounidense Claudia Goldin, por sus estudios sobre las mujeres en el mercado laboral.
Una única mujer galardonada
El premio de Economía cierra la temporada Nobel de este año, en la que se distinguió los avances en inteligencia artificial con los premios de Física y Química. El más conocido, el de la Paz, recayó en la organización japonesa Nihon Hidankyo, que reagrupa a supervivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, “por sus esfuerzos a favor de un mundo sin armas nucleares”.
La surcoreana Han Kang se alzó como la primera asiática en ganar el Premio Nobel de Literatura. Es también la única mujer galardonada este año. El de Medicina premió hallazgos en la comprensión de la regulación genética. El premio va acompañado de una medalla de oro, un diploma y un cheque de un millón de dólares. Se entregarán en sendas ceremonias en Estocolmo y Oslo el 10 de diciembre, aniversario de la muerte en 1896 del científico y creador del premio, Alfred Nobel.
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Los diez últimos ganadores
Estos fueron los ganadores del premio de Economía en memoria de Alfred Nobel, en las diez últimas ediciones:
2024: El turco-estadounidense Daron Acemoglu y los británico-estadounidenses Simon Johnson y James A. Robinson por sus investigaciones sobre las instituciones y cómo afectan a la prosperidad.
2023: La estadounidense Claudia Goldin por sus estudios sobre el papel de las mujeres en el mercado laboral.
2022: Los estadounidenses Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig por sus trabajos sobre las crisis financieras y los bancos.
2021: David Card (Estados Unidos/Canadá), Joshua Angrist (Estados Unidos/Israel) y Guido Imbens (Estados Unidos/Países Bajos), por sus trabajos sobre mercado de trabajo, inmigración y educación.
2020: Los estadounidenses Paul Milgrom y Robert Wilson, por haber “mejorado la teoría de las subastas e inventado nuevos formatos de subastas”, en beneficio de vendedores y compradores.
2019: Esther Duflo (Francia/Estados Unidos) y los norteamericanos Abhijit Banerjee y Michael Kremer por sus trabajos sobre la reducción de la pobreza en el mundo.
2018: Los estadounidenses William Nordhaus y Paul Romer por haber modelizado las virtudes e inconvenientes de la actividad económica sobre el clima
2017: El estadounidense Richard H. Thaler por sus trabajos sobre los mecanismos psicológicos y sociales que intervienen en las decisiones de los consumidores y los inversores.
2016: Oliver Hart (Reino Unido/Estados Unidos) y Bengt Holmström (Finlandia), teóricos de los contratos.
2015: Angus Deaton (Reino Unido/Estados Unidos), por su análisis del consumo, la pobreza y el bienestar.
Fuente: AFP.
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Robert Lucas, Nobel de Economía, y los hechos en nuestra economía
- Por Víctor Pavón
El famoso economista John Maynard Keynes criticó al sistema capitalista de libre mercado apostando por la intervención estatal directa en materia de gasto público para cubrir el déficit. Consideró que la política económica discrecional tendría más éxito si las personas no se percataban sobre las consecuencias que ocurrían sobre sus ingresos.
La realidad, sin embargo, es muy diferente. Las personas como empresarios y inversionistas no son tan ilusas y tontas como parecía creer Keynes y en especial sus seguidores, los keynesianos, que a la fecha todavía son mayoría en los centros académicos, entre los técnicos y analistas.
Pero Keynes no estaba en lo cierto. Los inversionistas y la gente en general no se guían únicamente por la baja de los tipos de interés a corto plazo que lleva a cabo el Banco Central a través de su política monetaria. Esta acción estatal es una ilusión monetaria. Hace que los inversionistas inicien diversos emprendimientos y se eleve el consumo, lo que supone un logro para el Gobierno, pero todo en el corto plazo.
Lo que ocurre, finalmente, es que aquella reducción de las tasas de interés de la política monetaria afectan los precios relativos y luego nuevamente se suben las tasas de interés por parte del Banco Central. Esto es como un círculo vicioso que no termina porque así funciona el intervencionismo estatal.
Robert Lucas –Nobel de Economía en el año 1995– demostró con sus aportes que la gente actúa con mayor racionalidad de lo que suponen los intervencionistas del mercado. La gente para invertir hace uso de toda la información disponible e incluso se vale de sus propias experiencias para tomar decisiones.
El profesor Lucas con la teoría de las expectativas racionales desacreditó la teoría keynesiana de los paquetes de estímulo de la demanda y de la que todavía infelizmente en el presente son adeptos los gobiernos, técnicos y otros.
La baja artificial de las tasas de interés de política monetaria del Banco Central creada y propiciada por el Estado al comienzo produce un auge en la economía que incentiva a la gente a invertir y consumir más, pero es un espejismo. Todavía más, ese “auge” que parece ser un logro del Gobierno, es solo de corto plazo que además propicia otras medidas intervencionistas estatales.
La realidad es una sola. Las expectativas de las personas condicionan la evolución de la economía en el futuro. Si los individuos, las empresas y las familias notan que sus intereses no serán defendidos ni respetados por sus gobernantes, entonces surge la desconfianza y el hartazgo; las emociones y las conductas influyen en la economía.
A la fecha, el gobierno del presidente Santiago Peña se encuentra encaminado a reducir el déficit fiscal, contener la inflación, aumentar las recaudaciones, atraer inversiones y todo ello sin tocar los impuestos.
Esto está muy bien, no obstante y cuanto antes debe profundizar en ciertas reformas como en el sector eléctrico y en el mercado laboral y otros. Este es el camino a seguir: alejarse del intervencionismo estatal y dejar que la libertad económica crezca a lo largo y ancho del país.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.