Centenares de niños desafiaron el miércoles la prohibición de manifestarse en los campos de refugiados rohinyas en Bangladés para conmemorar el cuarto aniversario de la violenta represión contra esta minoría en Birmania, que generó un masivo éxodo. Miles de policías y soldados armados patrullaron los campos del distrito de Cox’s Bazar, aunque no intervinieron.
Unos 750.000 rohinyás huyeron del estado birmano de Rakáin (oeste) en agosto de 2017, tras una operación de represión del ejército en ese país de mayoría budista, denunciado por asesinatos y violaciones contra esa minoría. Familias enteras se sumaron en condiciones muy difíciles a los 200.000 refugiados víctimas de persecuciones y ya instalados en campos del otro lado de la frontera, en Bangladés.
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Este miércoles niños, algunos de solamente cinco años, participaron en una marcha-sorpresa de 15 minutos en el campo de Kutupalong, el mayor campo de refugiados del mundo, para pedir justicia por los rohinyás muertos durante la represión, cuya cifra es de varios miles, según las ONG.
Entre 3.000 y 4.000 niños participaron, gritando “¡queremos justicia!”, y pìdiendo una repatriación “justa”, según el responsable comunitario Mohamad Osman. Según la policía, solo algunas decenas de niños habrían participado.
Las autoridades de Bangladés han prohibido las manifestaciones en los campos de refugiados afirmando que podrían propagar el COVID-19. La pandemia ha causado la muerte de al menos 30 rohinyás y contaminado a miles más.
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Fuente: AFP.
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La increíble historia de cómo mil niños fueron salvados del genocidio en Ruanda
En 1994, en pleno genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, mil niños huérfanos o separados de sus familias fueron salvados gracias a los “convoyes de la vida” de una oenegé suiza, una historia que sale a la luz 30 años después. La escritora francoruandesa Beata Umubyeyi Mairesse, que entonces tenía 15 años, hizo el viaje junto a su madre en un convoy el 18 de junio.
Casi todo el viaje lo hizo “echada en el fondo” del camión, lleno de niños, y “cubierta con telas” para esconderse porque las autoridades ruandesas solo habían autorizado el rescate de menores de 12 años. Beata cuenta esta historia poco conocida en su libro “El convoy”, publicado recientemente, una investigación de varios años que empezó con sus propios “recuerdos difuminados” y que es al mismo tiempo la reconstrucción de lo que vivieron y un homenaje a quienes les salvaron, arriesgando sus propias vidas.
El genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, orquestado por el régimen extremista hutu entonces en el poder, mató a casi un millón de personas entre abril y julio de 1994. Fue un proceso de exterminio sistemático, perpetrado por los militares y los milicianos del grupo paramilitar hutu Interahamwe. Entre junio y julio de 1994, mil niños se salvaron de una muerte segura gracias a los convoyes que puso en marcha la oenegé suiza Terre des Hommes (Tdh).
También gracias al compromiso de varios extranjeros y ruandeses (una pareja de cooperantes, un cónsul, periodistas, sacerdotes y monjas) que permitieron sacarlos al vecino Burundi. La AFP habló con varios de estos huérfanos, adoptados o acogidos en el extranjero, y que han reconstruido con valentía su historia.
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Camiones abarrotados
En las fotos que Beata ha podido consultar se ven las miradas asustadas o sorprendidas de los niños mirando al fotógrafo desde el interior de los camiones o a su llegada a Burundi. Algunos habían sido internados en orfanatos o centros de acogida antes de las masacres, o eran huérfanos tutsis cuyos padres acababan de ser asesinados.
Fueron sacados del país en autobuses o camiones abarrotados, muchos eran supervivientes de las masacres y llevaban vendas. La muerte los acechaba en cada retén de las carreteras controladas por los extremistas hutus. Uno de los testigos, Jean-Luc Imhof, un cooperante que trabaja desde hace 30 años para la oenegé suiza, ayudó a la autora en su investigación.
En 1993 y 1994 estuvo destinado en Ruanda y volvió al país en 1995. La organización de estos convoyes fue “caótica”, recuerda. En ese momento el genocidio llevaba semanas en marcha. A medida que avanzaban los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés (FPR), que acabaría poniendo fin al genocidio, los militares y la milicia Interahamwe “enloquecieron” porque sentían la derrota inminente.
“Terre des Hommes se enfrenta a una situación increíble: la responsabilidad de esos más de mil niños identificados”, recuerda el cooperante. “Eran sobre todo niños pequeños, de entre cinco y diez años, y menores de tres años. Muchos resultaron heridos, en especial por golpes de machete”, dice.
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Barreras
La oenegé tomó la decisión, en acuerdo con otras entidades humanitarias internacionales, de organizar su salida. El primer convoy, organizado a inicios de junio con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), logró llegar a Burundi. El del 18 de junio, que no se pudo hacer con el CICR, “fue aún más arriesgado”.
“El convoy avanza hacia incógnitas increíbles, hay barreras donde los militares obligan a salir a los niños, que arriesgan su vida cada vez”, relata Imhof. Recuerda las tragedias que presenciaron estos niños para sobrevivir y los “traumas que cargan”. Muchos de ellos “vieron masacrar a su familia”.
“Su vida cotidiana consistía en huir de la muerte varias veces por día”, cuenta. Treinta años después, Claire Umutoni, huérfana del genocidio tutsi junto a sus cuatro hermanas, narra esos momentos con una agudeza que estremece. “Recibimos una llamada telefónica hacia el 20 de abril de una persona cuya voz mi padre reconoció; sabía que era uno de los dignatarios de la ciudad de Butare (sur), que le dijo ‘tu hora ha llegado’”.
Los padres pidieron entonces a sus hijas salir inmediatamente de la casa. Claire, de 17 años, y sus hermanas se refugiaron en diferentes sitios de los que serían expulsadas. La joven se convierte de golpe en jefa de familia de sus cuatro hermanas tras la muerte, con una “crueldad inimaginable”, de su madre el 26 de abril y de su padre el 10 de mayo. Las hermanas se refugian en una escuela.
“Caían bombas cerca de la escuela donde estábamos con varios huérfanos; los niños habían sufrido todo tipo de heridas, en el cuerpo y emocionales, era terrible”, suspira Claire en Canadá, donde vive. El 3 de julio Claire sería llevada a Burundi en uno de los convoyes con varios huérfanos.
“Caos”
“Recuerdo que en la carretera había muchos genocidas huyendo con martillos y machetes (...) era un caos porque el FPR estaba a las puertas de Butare, pero aún había genocidas que querían matar a los tutsis”, cuenta. Recuerda también los controles de carretera a cargo de milicianos que llevaban “porras, grandes cuchillos de matadero, granadas” y su “sensación de miedo constante”.
Finalmente, Claire y sus hermanas son acogidas por unas tías. “Mi tía decidió enviarme a Canadá en 1999, a un país lejano, para empezar una nueva vida, para reconstruirme... y elegí no caer en la locura”, cuenta Claire, ahora funcionaria en la Oficina del Consejo Privado de Canadá y madre de tres hijos.
Regresó a Ruanda en 2008 para enterrar a sus padres, cuyos cuerpos finalmente fueron identificados. Para Beata, el año 2024 marca un “despertar”. “Los que eran pequeños entonces por fin están conociendo esta historia, y eso es poderoso”, dice. Tras la publicación de su libro fue contactada por varios de los niños salvados, ahora adultos. “Cuando alguien se pone en contacto conmigo, le explico que puedo enviarle fotos e intentamos averiguar en qué convoy estuvo, el libro tiene un impacto”.
“Gracias a ustedes”
Varios de los “niños de los convoyes” se reunieron por primera vez el pasado 30 de junio con cooperantes y periodistas que participaron en su exfiltración. El encuentro, al que asistió la AFP, tuvo lugar en el Memorial de la Shoah, en París. Cuando Nadine Umutoni Ndekezi -que ahora vive en Bélgica- toma la palabra, evocando sus recuerdos del convoy del 3 de julio que la exfiltró del orfanato en el que se había refugiado cuando sólo tenía nueve años, la emoción se apodera del auditorio.
Agradece “la valentía” de quienes participaron en los rescates. “Estamos aquí hoy también gracias a ustedes, porque no se dieron por vencidos”, dice esta mujer, ahora trabajadora social en salud mental y madre de un adolescente de 14 años. Agradece también a Beata, que le permitió “al fin” saber quiénes le ayudaron a escapar.
“Son nuestros héroes, hicieron un acto increíble”, abunda Claire Umutoni, en declaraciones a AFP. Al final de la entrevista, Claire resume los últimos 30 años. “Elegí vivir en nombre de nuestro pueblo, que fue asesinado cuando no era culpable. Para permanecer digna e íntegra frente a los genocidas”.
Fuente: AFP.
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Piribebuy, la vergonzosa y horrenda acción de los aliados en la única batalla urbana
La ciudad de Piribebuy recuerda hoy uno de los capítulos más nefastos de la historia de la humanidad. Este lunes 12 de agosto se cumplen 155 años de la única batalla urbana que se desarrolló en el marco de la Guerra Grande, que duró 6 años.
La contienda desarrollada el 12 de agosto de 1869 fue una de las más sangrientas de la Guerra contra la Triple Alianza, en la que el Ejército paraguayo defendió con heroísmo sin igual la soberanía nacional. Piribebuy se había convertido en aquel entonces en la tercera capital de la República. Los aliados llegaron con todo y comenzó la batalla.
La Nación/Nación Media conversó con el historiador Eduardo Ortiz Mereles, presidente de la Asociación Cultural Mandu’arã, y con Miguel Romero, actual encargado del Museo Histórico Comandante Pedro Pablo Caballero, de la ciudad de Piribebuy, quienes brindaron un relato histórico basado en conocimientos bibliográficos, así como también en la versión oral de los ancestros.
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El profesor Ortiz explicó que para comprender estos hechos se debe remontar a diciembre de 1868, tras la derrota en la batalla Itá Ybaté, donde el Marqués de Caxias (Brasil) dio por terminada la guerra y se retiró del comando de operaciones. Lo reemplazó el príncipe Gastón de Orleans, conocido también como Conde D’Eu, pariente de los reyes de Francia, yerno mimado, casado con Isabel, hija del emperador Pedro II de Brasil.
Por otro lado, la defensa de Piribebuy se encomendó al teniente coronel Pedro Pablo Caballero, con un efectivo de 1.600 hombres, mujeres y niños, que dio frente al enemigo que apareció en la zona el 9 de agosto, con más de 20.000 hombres de las tres armas y con 43 piezas de artillería.
“Para entonces, López ya estaba en retirada hacia el Norte, perseguido por el enemigo que lo superaba en número, pero consiguió reagrupar a su ejército, conformado ya por ancianos, mujeres, adolescentes y niños, que se alistaron de manera voluntaria”, indicó.
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Ortiz mencionó que tres días antes de la batalla de Piribebuy, la pequeña ciudad ya estaba sitiada por el grueso del ejército aliado. Ante la inminente llegada, sobre todo del ejército imperial, el Tte. Cnel. Caballero ordenó que las familias y los civiles abandonasen la ciudad y se escondieran en el monte para evitar ser víctimas de la desigual batalla que tendría lugar. Pero la mayoría se negó a evacuar y dejaron sin efecto la orden.
Inicio de la contienda
Don Miguel Romero destacó que los primeros enfrentamientos comenzaron el 10 de agosto, en las afueras de Piribebuy. Al día siguiente, llegó la intimación del ejército aliado exigiendo la rendición y finalmente, el 12 se dio la batalla en la ciudad. Duró 5 horas y se desarrolló con tres ataques definitivos.
“Esta es la parte rigurosa que debemos rememorar siempre, la batalla de Piribebuy fue muy injusta para nosotros. Siendo la tercera capital del Paraguay, en la ciudad quedaban 1.600 personas, donde los militares formados eran un poco más de la docena, el resto eran civiles, en su mayoría mujeres, ancianos y niños”, indicó.
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Agregó que “el ejército aliado estaba compuesto por unos 20 mil soldados y más de 43 cañones rayados con balas enormes, en tanto que el ejército paraguayo solo contaba con cañones cuyas balas eran pequeñas”.
Tomaron parte en la batalla el propio Conde D’Eu, el general Joâo Manuel Mena Barreto, el general Vitorino y el general Correa da Cámara, mientras que el resto del ejército aliado quedó expectante del resultado.
Defensa con lo que estaba a mano
Luego de agotar las pocas balas que tenían y con la pólvora que sobraba, las mujeres cargaron los cañones con lo que tenían disponible, incluían vidrios rotos, piedras pequeñas, restos de vasijas de cerámica, cubiertos e instrumentos de metal y hasta frutos de cocoteros, que al ser disparados emitían un silbido debido a sus orificios y confundían a los soldados brasileños, relató don Romero.
Ahí peleó hasta el último defensor, desde las casas, los arroyos, incluso desde la mismísima Iglesia, que se había convertido en una especie de fortín, ya que contaba con paredes de hasta un metro de grosor.
Tanto Romero como Ortiz coincidieron en que en las últimas acciones de la lucha murió el general brasileño João Manuel Mena Barreto, comandante en jefe del 2º Cuerpo de las tropas imperiales. Cayó con un balazo en la zona de la ingle, disparado por un tirador paraguayo. Este hecho provocó la ira del Conde D’Eu, que ordenó la muerte por degollamiento de todo paraguayo.
La orden no solo se cumplió de inmediato, sino que se cometieron los actos vandálicos más vergonzosos del ejército aliado, en su mayoría contra mujeres y niños de los que quedaban apenas un centenar. Los prisioneros fueron degollados y muchas mujeres ultrajadas y mutiladas antes de ser degolladas.
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Entre los primeros en ser asesinados estuvo el propio Tte. Cnel. Caballero, quien no aceptó la rendición. El Conde ordenó degollarlo y desmembrarlo por fuerza de 4 caballos.
Don Romero mencionó que, en la versión oral del pueblo, el Conde D’Eu no saciada aún su sed de venganza por la muerte de general, por lo que preguntó si aún habían personas vivas en la ciudad y se le informó que en el Hospital de Sangre habían 600 internados, más las enfermeras.
Entonces, ordenó cerrar las puertas, ventanas e incendiarlo con todos dentro. “En el relato de Efraín Cardozo, dice que se cerraron puertas y ventanas y quemaron vivos a los 600 heridos más las enfermeras, una de ellas era Francisca Yegros de Yegros, quien no quiso abandonar a sus heridos y se inmoló lanzando a su hijo por la ventana”, relató.
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Presuntas motivaciones
El profesor Ortiz señaló que existen dos versiones sobre la motivación sanguinaria del Conde D’Eu, aclarando que ambas son especulativas. Por un lado, que el soldado Gervasio León diera muerte a un alto mando del ejército aliado, cuando ellos eran superiores en números.
La otra versión, no confirmada, es que existía una relación muy cercana entre el conde D’Eu y el Gral. Mena Barreto, con la presunción de que eran pareja; pese a que el conde D’Eu estaba casado con la hija del emperador Pedro II.
Don Miguel Romero recordó que de la sangrienta jornada del 12 de agosto de 1869 solo un reducido número de mujeres y niños logró salir con vida y como testigos marcados a sangre para contar la historia. Una de ellas fue la sargenta Cándida Cristaldo, quien hasta los últimos días de su vida recordó haber visto en un extremo de la plaza el cadáver de una madre aun con su criatura en brazos, que dulcemente seguía mamando de sus senos ensangrentados.
“Un grupo de mujeres fueron formadas en fila para comenzar un bárbaro sistema de ejecución: luego de que uno arrancara los senos femeninos de un tajo con una filosa bayoneta, otro tiraba un lanzazo mortal. Y faltando solo unas cuantas mujeres más antes que le toque a Cándida Cristaldo, como si fuese un milagro de Dios, harto de tanta barbarie apareció un oficial brasileño impetuosamente uniformado, con un entorchado dorado que brillaba al sol, y ordenó que inmediatamente parara esa inhumana ejecución. Así pudieron salvar sus vidas Cándida Cristaldo y otro grupo de 5 mujeres”, concluyó el historiador.
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Nobel de la Paz presidirá gobierno en Bangladés tras 400 manifestantes muertos
El premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, creador de un sistema de microcréditos para los pobres, dirigirá un gobierno interino en Bangladés y se comprometió a celebrar elecciones próximamente, tras la disolución del Parlamento y la huida de la primera ministra Sheikh Hasina.
Yunus, que se encuentra en Europa y regresará a Bangladés el jueves según sus servicios, escribió el miércoles en la revista británica The Economist que hará lo posible para que “se celebren elecciones libres y justas en los próximos meses”. “Necesitamos ante todo jóvenes que no estén obsesionados con saldar cuentas, como lo han estado muchos de nuestros gobiernos anteriores”, declaró.
El economista de 84 años también hizo un “ferviente llamamiento a todos para que mantengan la calma”. “Estén tranquilos y prepárense para reconstruir el país. Si tomamos el camino de la violencia, todo será destruido”, indicó en un comunicado. La decisión de “formar un gobierno interino” liderado por Yunus fue tomada en una reunión entre el presidente Mohamed Shahabuddin, los jefes militares y los líderes estudiantiles que encabezaron las protestas a principios de julio, indicó este miércoles la presidencia bangladesí.
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“El presidente pidió al pueblo ayudarle a superar la crisis. Es necesaria la formación rápida de un gobierno interino para superar la crisis”, agregó en un comunicado. Muhammad Yunus declaró el martes que estaba dispuesto a asumir la jefatura de un gobierno interino. “Siempre he puesto la política a distancia (...) Pero hoy, si es necesario actuar en Bangladés, por mi país y por el coraje de mi gente, entonces lo haré”, expresó en una declaración escrita enviada a la AFP.
Yunus es conocido por haber sacado a millones de personas de la pobreza gracias a la entrega de microcréditos, una iniciativa por la que recibió en 1998 el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y el premio Nobel de la Paz en 2006. También se ganó la persistente enemistad de Sheikh Hasina, que lo acusaba de “chupar la sangre” de los pobres.
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Nahid Islam, un dirigente del colectivo de estudiantes, confirmó la decisión a los periodistas tras una reunión de tres horas en la presidencia y calificó las conversaciones de “fructuosas”. El presidente Shahabuddin aceptó que el gobierno interino “se forme lo antes posible”. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, sostuvo que el nuevo gobierno deberá “respetar los principios democráticos, el estado de derecho y reflejar la voluntad del pueblo”.
El presidente Shahabuddin disolvió este martes el Parlamento, una de las exigencias clave de los estudiantes, compartida con la principal formación de oposición, el Partido Nacionalista de Bangladés (BNP), que exige que se convoquen elecciones en los próximos tres meses. Sheikh Hasina, de 76 años, estaba en el poder desde hace 15 años, pero su último mandato como primera ministra, que comenzó en enero, estuvo marcado por el boicot de la oposición a las elecciones, que denunció que no fueron libres ni justas.
La policía pide “perdón”
Hasina terminó dimitiendo y huyó del país el lunes bajo la presión de una ola de protestas que comenzó a inicios de julio con un movimiento estudiantil en contra de un sistema de cuotas para los funcionarios, pero que derivó en una movilización más amplia contra el gobierno. Un total de 432 personas murieron en las protestas, 10 de ellas el martes y 122 el lunes, según un recuento de AFP con base en fuentes policiales, gubernamentales y médicas.
El martes la situación fue menos tensa, aunque se registraron diez muertos, los comercios reabrieron y se levantó el toque de queda. El presidente Shahabuddin destituyó al jefe de la policía nacional y el ejército reestructuró este martes la cúpula militar y depuso a altos mandos considerados como cercanos a Hasina.
El principal sindicato de la policía pidió “perdón” por haber disparado contra los estudiantes. La federación afirmó que los agentes policiales fueron obligados a “abrir fuego” contra los jóvenes y que después, fueron presentados como los “malos”. También anunció una huelga para garantizar la seguridad de los efectivos.
A última hora del lunes, el jefe de Estado había ordenado la liberación de las personas detenidas durante las manifestaciones y de la principal rival política de Hasina, la ex primera ministra Jaleda Zia, del BNP, que estuvo años en arresto domiciliario.
Fuente: AFP.
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Bangladés: mandataria huyó del país tras fatales protestas estudiantiles
La primera ministra de Bangladés, Sheikh Hasina, huyó este lunes del país que gobernó durante 15 años y los militares anunciaron un “gobierno provisional” tras más de un mes de mortales protestas antigubernamentales en esta nación del sur de Asia. Hasina, de 76 años, llamada la Dama de Hierro, intentó sofocar las multitudinarias manifestaciones que sacudían el país desde inicios de julio, pero se vio obligada a huir tras una jornada de disturbios que dejaron casi 100 muertos el domingo.
En un mensaje a la nación retransmitido por la televisión estatal, el jefe del ejército, el general Waker-Uz-Zaman, declaró que Hasina había dimitido y que los militares formarían un “gobierno provisional”. “El país sufrió mucho, la economía se ha visto golpeada, muchas personas murieron, es hora de acabar con la violencia”, subrayó Waker. “Espero que la situación mejore después de mi discurso”, añadió.
Hasina, quien obtuvo un cuarto mandato en enero tras unos comicios sin oposición real, huyó del país en helicóptero, indicó una fuente cercana a la dirigente a AFP. Poco después, cientos manifestantes irrumpieron en su residencia oficial en Daca, la capital del país. La fuente, que habló bajo condición de anonimato, precisó que Hasina trató primero de irse en un vehículo.
Multitudes de personas ondearon banderas y algunos bailaron encima de un tanque el lunes, tras más de un mes de violentas protestas en este país musulmán de 171 millones de habitantes. Las manifestaciones empezaron a inicios de julio, después de la reintroducción de un sistema de cuotas que reservaba más de la mitad de los empleos públicos a determinados grupos. Al menos 300 personas murieron desde el inicio de las movilizaciones el 1 de julio, según un recuento de AFP basado en informes de la policía, autoridades y médicos en hospitales.
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Estatua derribada
El canal 24 de Bangladés emitió imágenes de multitudes corriendo hacia el recinto oficial de la primera ministra, saludando a las cámaras y celebrando la huida de la mandataria. Otros manifestantes derribaron una estatua del padre de Hasina, el jeque Mujibur Rahma, héroe de la independencia del país en 1971.
Antes de que los manifestantes irrumpieran en el palacio en Daca, el hijo de Hasina había instado a las fuerzas de seguridad a bloquear cualquier intento de toma de poder. “Su deber es mantener a salvo a nuestra gente y a nuestro país, y defender la Constitución”, escribió en Facebook Sajeeb Wazed Joy, quien reside en Estados Unidos.
Durante los disturbios, las fuerzas de seguridad apoyaron al gobierno de Hasina. Ante la magnitud de las protestas, el Tribunal Supremo suavizó el sistema, pero las manifestaciones continuaron y se convirtieron en llamamientos a la dimisión de Hasina. Al menos 94 personas murieron el domingo, entre ellos 14 agentes de la policía, en el día más mortífero del movimiento de protesta. Manifestantes y partidarios del gobierno se enfrentaron en todo el país con palos y cuchillos, y las fuerzas de seguridad abrieron fuego.
En enero de 2007, los militares habían declarado el estado de emergencia tras una crisis política generalizada en el país, e instauraron un gobierno provisional respaldado por el ejército durante dos años. Hasina llegó al poder justo después, en 2009. Grupos de derechos humanos acusaron a su gobierno de utilizar las instituciones para afianzarse en el poder y acabar con la disidencia, entre otros mediante ejecuciones extrajudiciales de activistas opositores.
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“La protesta final”
Soldados y policías protegieron el lunes las vías de acceso a la residencia de Hasina con alambres de espino, pero multitudes de personas inundaron las calles y derribaron las barreras. El periódico Business Standard calculó que había hasta 400.000 manifestantes en las calles, aunque la cifra no pudo ser verificada.
“Llegó el momento de la protesta final”, declaró Asif Mahmud, uno de los principales líderes del movimiento de protesta. Durante su discurso el lunes, el jefe del ejército, el general Waker-Uz-Zaman, subrayó que el papel de los estudiantes era ahora “mantener la calma y ayudarnos”. Los soldados y la policía no siempre intervinieron para frenar las protestas del domingo, a diferencia de lo ocurrido en el último mes, en la que las manifestaciones se saldaron con muertos.
El general Ikbal Karim Bhuiyan, un respetado exjefe del ejército, llamó el domingo a retirar las tropas de las calles y autorizar las protestas, un gesto que se interpretó como desafío a Hasina. El movimiento antigubernamental obtuvo el apoyo de varios sectores de la sociedad, incluido estrellas de cine, músicos y cantantes.
Fuente: AFP.