El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, consideró “imposible” evacuar a todos los colaboradores afganos para el 31 de agosto y lamentó que las medidas de seguridad adoptadas por Estados Unidos en el aeropuerto de Kabul dificultan la operación, en una entrevista con la AFP este sábado.
“El problema es el acceso al aeropuerto. Las medidas de control y de seguridad estadounidenses son muy fuertes. Nos hemos quejado. Les hemos pedido ser más flexibles. No logramos que pasen nuestros colaboradores”, aseguró durante esta entrevista por teléfono.
“Amenazas a la seguridad”
Estados Unidos instó el sábado a sus ciudadanos en Afganistán a evitar por ahora dirigirse hacia el aeropuerto de Kabul, citando “potenciales amenazas a la seguridad” cerca de sus puertas. La advertencia, publicada en la página web de la embajada estadounidense en Afganistán y tuiteada por el Departamento de Estado en Washington, no ofrecía detalles sobre la naturaleza de la amenaza.
Pero las condiciones en el exterior del aeropuerto internacional Hamid Karzai han sido caóticas en medio de la aglomeración de personas que esperan huir del país tras la toma del poder por los talibanes. Mientras miles de estadounidenses y afganos esperan en el aeropuerto a que lleguen sus vuelos o se reúnen ante sus puertas, ha habido informes “esporádicos”, confirmados por el Pentágono, de combatientes talibanes que golpean y acosan a las personas que intentan huir.
“Debido a las potenciales amenazas a la seguridad fuera de las puertas del aeropuerto de Kabul, estamos aconsejando a los ciudadanos estadounidenses que eviten viajar al aeropuerto y que eviten las puertas del aeropuerto en este momento, a menos que reciban instrucciones individuales de un representante del gobierno estadounidense para hacerlo”, decía la advertencia de la embajada.
17.000 evacuados
Funcionarios del Pentágono, en comentarios ofrecidos poco después de que se emitiera la advertencia, se limitaron a decir que seguían procesando a las personas que llegaban a las puertas del aeropuerto. “No se ha informado de ningún cambio en la situación actual del enemigo en el aeropuerto y sus alrededores en este momento”, dijo el general de división Hank Taylor.
Añadió que 17.000 personas habían sido evacuadas desde que comenzó la operación el 14 de agosto y que muchas de ellas fueron trasladadas primero a Qatar o Kuwait. El total incluía a 2.500 estadounidenses. En las últimas 24 horas, informó Taylor, seis aviones militares C-17 y 32 vuelos chárter habían salido del aeropuerto de Kabul, transportando a 3.800 personas.
Taylor agregó que ya llegaron tres vuelos al aeropuerto internacional de Dulles, en las afueras de Washington, y añadió que los ciudadanos afganos están siendo enviados a la base militar de Fort Bliss, en el oeste de Texas, para su acogida. Estados Unidos espera evacuar a 30.000 estadounidenses y civiles afganos.
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El viernes, el ejército estadounidense envió helicópteros para rescatar a más de 150 de sus ciudadanos que no podían llegar a las puertas del aeropuerto, señaló un funcionario. Esa fue la primera prueba de que las fuerzas estadounidenses estaban dispuestas y eran capaces de ir más allá de la terminal aérea para ayudar a las personas que buscaban ser evacuadas.
Funcionarios estadounidenses confirmaron previamente que las operaciones de evacuación desde Afganistán se habían paralizado durante unas siete horas el viernes, porque la base de recepción en Qatar estaba desbordada. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido ayudar a cualquier estadounidense que se encuentre en Afganistán y quiera ser evacuado. Pero admitió que la presencia de miles de soldados estadounidenses en el aeropuerto no garantiza el paso seguro a ese vasto recinto.
Divide destino de refugiados
Algunas voces del Partido Republicano de Estados Unidos se alzaron a favor de rescatar a los afganos aliados que tratan de huir de su país tras la toma de poder de los talibanes, pero el ala más conservadora del partido, abiertamente antiinmigrante y liderada por el expresidente Donald Trump, se opone a la llegada de refugiados.
El repentino colapso del gobierno de Afganistán en medio de la turbulenta salida de las fuerzas estadounidenses, y la aparente falta de preparación por parte de Washington, le han valido duras críticas al presidente demócrata Joe Biden. Pero también está poniendo de manifiesto una fisura entre los republicanos sobre quién entra en Estados Unidos y si una ola de refugiados sería bienvenida.
Mientras las fuerzas estadounidenses aseguraban el aeropuerto de Kabul para supervisar una operación de evacuación masiva, varios altos funcionarios republicanos, como el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, expresaron la obligación moral de rescatar a los afganos que colaboraban con el cuerpo militar y diplomático de Estados Unidos.
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Miles de traductores, intérpretes y otros afganos han solicitado visados especiales de inmigrante a Estados Unidos. “Se lo debemos a estas personas, que son nuestros amigos y que han trabajado con nosotros, sacarlos a salvo si podemos”, dijo McConnell el martes en la televisión de Kentucky.
Un puñado de gobernadores republicanos han expresado su deseo de recibir a algunos de los refugiados afganos. El propio Trump, que como presidente llegó a un acuerdo con los talibanes en febrero de 2020 sobre la retirada militar de Estados Unidos, tuvo un comentario compasivo el lunes, cuando dijo que a los afganos que trabajaron con las fuerzas estadounidenses “se les debe permitir buscar refugio”.
“¡Estados Unidos primero!”
Pero tras la divulgación de una foto que muestra a unos 600 afganos apiñados en un avión militar estadounidense que salía de Kabul, Trump estalló en críticas. “Este avión debería haber estado lleno de estadounidenses”, dijo el miércoles. “¡Estados Unidos primero!”.
Varios comentaristas conservadores de los medios de comunicación repitieron varias versiones del mismo mensaje. Tucker Carlson, el popular presentador nocturno de Fox News y un feroz opositor a la inmigración, advirtió que el número de afganos que se asienten en Estados Unidos podría ascender a “millones” en la próxima década.
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“Así que primero invadimos, y luego nos invaden”, dijo Carlson a sus espectadores el lunes. El presentador de radio conservador pro-Trump Charlie Kirk ofreció su propia evaluación provocativa, al mencionar el nombre de una congresista liberal estadounidense -e inmigrante musulmana- que los republicanos suelen utilizar como arma para obtener beneficios políticos.
“Joe Biden quiere que un par de cientos de miles de Ilhan Omar más lleguen a Estados Unidos para cambiar el cuerpo político permanentemente”, dijo en su programa esta semana, poco después de que Kabul cayera ante los talibanes. Y el congresista republicano Tom Tiffany, aliado de Trump, advirtió de una “catástrofe” en caso de que se permita la entrada en Estados Unidos de miles de refugiados procedentes del “conocido semillero de terroristas” de Afganistán sin una estricta investigación.
Dicotomía
Estas voces son, por ahora, minoritarias. Pero a la Casa Blanca parece preocuparle que esta corriente se generalice y convierta la obligación moral de ayudar a los aliados de Estados Unidos en un debate sobre la inmigración. En una carta dirigida a Biden el jueves, 16 senadores republicanos exigieron al presidente que hiciera todo lo posible para sacar de forma segura a todos los estadounidenses y aliados afganos.
“Sería inconcebible dejar a ninguno atrás”, escribieron. A medida que aumenta la brecha republicana entre los que quieren acoger a los afganos y los de extrema derecha que alimentan los temores sobre la afluencia de evacuados, algunos demócratas denunciaron la dicotomía.
“Todos los republicanos que dicen que tenemos el deber moral de evacuar a los afganos y todos los republicanos que dicen que tenemos el deber moral de mantener a los refugiados fuera del país van a tener que reunirse y tener una charla muy pronto”, dijo el viernes el senador Chris Murphy.
Fuente: AFP.