El número de casos de coronavirus alcanzó este martes un máximo en siete meses en China, tras detectarse un foco de contagios en un centro de test, mientras la variante delta pone a prueba los esfuerzos del gobierno de Pekín en controlar la epidemia.

La prensa estatal ha descrito el actual brote como el más grave desde que el virus surgiera a fines de 2019 en la ciudad de Wuhan, en el centro del país. Las autoridades consiguieron luego reducir el número de contaminaciones a casi cero, lo que permitió la reanudación de la actividad económica, aunque con algunas restricciones.

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Pero ahora los casos vuelven a aumentar. Este martes las autoridades sanitarias chinas registraron 143 nuevas infecciones de coronavirus, de las cuales 108 fueron transmitidas localmente. Decenas de casos se produjeron en un centro de test de COVID-19 en la ciudad de Yangzhu (este). Las autoridades han lanzado alertas para evitar una mal manejo en los test de COVID-19 que pueda facilitar la expansión del virus.

Otro brote se produjo entre trabajadores de la limpieza del aeropuerto de Nanjing, que luego se ha extendido a otras partes del país. Las cifras del martes son las más altas desde enero, cuando el país registró 144 nuevos casos, de los cuales 126 se debieron a contaminaciones domésticas.

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No obstante las autoridades han dado un mensaje de confianza y consideran que los nuevos brotes son controlables. “Hemos contenido exitosamente la epidemia en Guangzhu, y la que se produce en Nanjing está siendo gradualmente controlada” afirmó la agencia oficial Xinhua, citando al especialista en enfermedades infecciosas, Zhang Wenhong.

Fuente: AFP.

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