El medio de comunicación de Hong Kong Initium anunció el martes su traslado a Singapur, alegando que la libertad de prensa está disminuyendo en la ciudad. Initium es el primer medio de comunicación de Hong Kong que abandona el centro financiero debido a la represión de la disidencia por parte de las autoridades.
La noticia llega el día en que el presentador Steve Vines y uno de los artistas más famosos de Hong Kong, Kacey Wong, confirmaron por separado que también habían abandonado Hong Kong, alegando un retroceso de las libertades.
“En los últimos seis años, el camino hacia la libertad se ha vuelto más difícil y peligroso, el mundo está cada vez más polarizado y antagonista”, escribió Susie Wu, editora en jefe de Initium, en un artículo con motivo de su sexto aniversario.
Ella mencionó el descenso constante de Hong Kong en las clasificaciones anuales de la libertad de prensa y el ascenso de los nacionalistas que expresan su ira en línea en China continental. Initium es un periódico en lengua china, relativamente pequeño, que cuenta con unos 60.000 suscriptores de pago.
Esta partida de Hong Kong ilustra la preocupación de algunos medios de comunicación por su futuro en la ciudad financiera, anteriormente consideraba como un lugar privilegiado de expresión y libertad. Hong Kong es actualmente objeto de una recuperación en manos del poder central chino, dos años después del inmenso movimiento de protesta de 2019.
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La draconiana Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín el año pasado transformó en crimen toda disidencia en la antigua colonia británica. La mayoría de las figuras del movimiento prodemocracia han sido detenidas, encarceladas o han huido al extranjero. El martes, la cadena pública RTHK confirmó que el presentador Steve Vines había partido hacia el Reino Unido debido a lo que él llamó “terror blanco que azota a Hong Kong”.
“Las instituciones que garantizan la libertad de los habitantes de Hong Kong están siendo desmanteladas por personas que se preocupan tan poco por su suerte que ni siquiera se quejan cuando resulta evidente que la esencia misma del lugar está siendo destruida”, escribió Vines en un correo electrónico dirigido a sus colegas, según RTHK. En una entrevista concedida al sitio web Hong Kong Free Press, el artista disidente Kacey Wong también confirmó que había huido de la ciudad por razones políticas.
Fuente: AFP.
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“La libertad de prensa no está en peligro en el Paraguay”
Tras las declaraciones del presidente Santiago Peña, quien expresó días pasados que, están “destapando la olla” en un posible caso de corrupción que involucra a un medio de comunicación de nuestro país y la anterior administración del Instituto de Previsión Social (IPS) vinculada al expresidente Mario Abdo Benítez, el tema de la libertad de expresión fue tratado en el programa 12/8 emitido por el canal GEN de Nación Media.
Algunas figuras de la oposición al gobierno de Peña, calificaron a este hecho como un “ataque a la libertad de prensa”, y los panelistas del mencionado programa analizaron estas opiniones, llegando a la conclusión que lo dicho por el presidente no configura ningún ataque a los medios de comunicación ni a las libertades públicas.
El periodista y escritor Bernardo Neri Farina explicó que más que nada la reacción del presidente ese momento fue de molestia. “La forma tapa muchas veces el fondo de la cuestión y Peña reaccionó con cierta molestia por una minucia, pero estamos de acuerdo en que la libertad de prensa no está en peligro, porque si eso sucede, nos declaramos una dictadura y pisoteamos la Constitución”, señaló Farina, para luego asegurar que esa es una situación a la que no vamos a llegar.
“Estamos perdiendo el tiempo porque en vez de discutir sobre la libertad de prensa, estamos discutiendo lo que sucedió entre el presidente y un periodista”, agregó.
Finalmente, Farina dijo que la libertad de prensa no está en peligro, al menos no por parte del gobierno si no más bien por parte de “poderes extraestatales” y que “no tienen escrúpulos”. Recordó que existen 26 periodistas asesinados por el narcotráfico desde 1991 a la fecha. “Allí está el gran problema, porque crea miedo, no entre periodistas que estamos en Asunción pero sí en las zonas fronterizas”, explicó tomando como dato la indefensión de los profesionales en esos sectores.
En opinión de Farina, en la actualidad no existe gobierno que quiera poner en peligro la libertad de prensa, porque se tornaría un paria. Los participantes del mencionado programa periodístico coincidieron en que no existe peligro para este derecho pero sí los medios de comunicación en cierta manera han perdido parte de su credibilidad.
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El Gobierno ha expresado su claro compromiso con la libertad de prensa
Durante la Octogésima Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) realizada la semana pasada en Córdoba, Argentina, el presidente Santiago Peña expresó claramente su compromiso con la libertad de prensa y expresión. Fue en la inauguración del encuentro internacional de la entidad insigne del periodismo continental. En un momento de su alocución resaltó fuertemente que, sin la libertad de prensa, moriríamos asfixiados. Ya que sin el ejercicio real de esa libertad fundamental ninguna sociedad podría existir dignamente. Si los periodistas no pudieran contar lo que ocurre en la realidad por la opresión de los que detentan el poder político, sería como no poder respirar bien por falta de aire puro.
Resaltando su pensamiento acerca de la entidad periodística continental, señaló: “Así veo, queridos amigos, a la Sociedad Interamericana de Prensa: como una institución que, en los momentos más densos, difíciles y duros, ha plantado el corazón de la esperanza, y nunca se ha rendido”.
Ubicándose en la realidad de algunos países del continente, lamentó que la intolerancia y el autoritarismo quieran acallar las voces críticas, las que desnudan sus falencias y defienden al más débil. Manifestó que a pesar de que la democracia hoy está fuerte en América, subsisten los casos de persecución a la prensa en muchos lugares del continente.
“Por eso hoy, aquí, hago un fuerte y sentido homenaje al periodismo en exilio, ese fenómeno que tenemos por culpa de gobiernos intolerantes, autocráticos, que he censurado en otros foros, como Nicaragua o Venezuela: cientos de colegas que han sido perseguidos por el autoritarismo y el poder, y han tenido que dejar el solar propio para poder seguir hablando la verdad”, expresó el presidente.
Señaló también que al mismo tiempo siempre han existido voces firmes e innegociables a favor de la libertad de expresión. Y en todos los espectros del espacio político, demostrándose que a la par de la raíz autoritaria cabe encontrar, siempre, a la raíz libertaria.
Resaltó que los nuevos tiempos que se viven presentan nuevos desafíos, con problemas que antes no existían. Mencionó que muchos medios de prensa de nuestro país continúan atados a la lógica de la dictadura que se vivió. Resaltó que, felizmente, en la actualidad el Paraguay no vive en una dictadura y está muy lejos de un gobierno autoritario.
“Por ello, seguir con la lógica de la dictadura, tanto para los políticos como también para los medios no tiene, en mi humilde opinión, mucho sentido. Veo todavía a algunos medios de prensa de mi país aprisionados con un enfoque perimido, en lugar de tener en cuenta los problemas actuales. Como todo en la vida, el aggiornamento no es solo una linda palabra del italiano, sino una necesidad vital”, apuntó, resaltando que tienen que adecuarse según los requerimientos actuales.
Manifestó que en los tiempos que vivimos existen tres grandes desafíos para la comunicación, que son la inteligencia artificial, la posverdad y la polarización. “Los tremendos desafíos que la inteligencia artificial supone para la manipulación de la información, para el engaño, para que las grandes corporaciones públicas o privadas manejen nuestras democracias, es evidente. Una prensa que no esté atenta a esta nueva realidad sucumbirá y será historia. El mundo de la posverdad es un mundo peligroso, en el que gana el más fuerte, o mejor, el más mentiroso. La libertad de prensa debe resistir a los intereses, y debe luchar por ese ideal tan difícil como hermoso: la objetividad al contar las cosas”.
Es tan importante que los medios de comunicación actúen sin opresión de ninguna laya, que cualquier sociedad verdaderamente libre no podría existir normalmente sin periodistas que puedan decir y contar lo que objetivamente ocurre en la realidad. Con sus defectos y virtudes, el ejercicio de la libertad de expresión es el mejor antídoto contra cualquier tipo de opresión política, ya que donde existe la libertad de prensa al totalitarismo se le cae la máscara para mostrar su verdadero rostro de despotismo.
Debido a ello los gobiernos totalitarios o con vocación autocrática no pueden soportar la libertad de prensa, clausuran medios y persiguen a periodistas. En tanto que los democráticos conviven con la crítica, a veces justa o en ocasiones reñida con la verdad, porque la presencia de diversas opiniones, incluso las negativas, es la expresión de la verdadera libertad.
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La distancia entre libertad de prensa y el interés editorial
Dejémonos de hipocresías. La libertad de prensa en nuestro país –y, también, en muchos otros– se restringe a la libertad de sus propietarios de decir lo que ellos permiten que se diga. Consecuentemente, la libertad de expresión está habilitada únicamente para los dueños de estos medios de comunicación. Estamos hablando de los medios tradicionales que actualmente se erigen en imperios corporativos (imperios en cuanto a estructura, pero no así, obviamente, en lo que concierne a credibilidad). Esos imperios comprenden, además, bancos, cadenas de supermercados, inmobiliarias, constructoras, empresas importadoras y otros rubros diversos, por lo que convirtieron al periodismo en una coraza para defender sus intereses y golpear a sus enemigos con el propósito de destruirlos política y comercialmente. En síntesis, su afán es exclusivamente el lucro y no el servicio al público por medio de la verdad y la ética. Naturalmente, no pueden promover las virtudes de las cuales carecen.
Hilemos más fino: lo que hacen es proclamar valores que, en la práctica, traicionan cotidianamente. Ellos pueden criticar libremente, pero son intolerantes a cualquier crítica a su trabajo, deshonesto, por cierto, al grado de la miserabilidad más despreciable. Lo que ahora se llama pomposamente como posverdad no es otra cosa que la manipulación deliberada de la realidad, sintetizada en una sola palabra, procurando influencia en la opinión pública con una carga de emoción y creencias, sin considerar la objetividad de los hechos. Nos referimos a la objetividad en cuanto a ciencia medible y cuantificable, o irrefutable por los mecanismos de la lógica y la razón, desalojando cualquier duda. Esa objetividad, en el periodismo, no pasa de la categoría de mito, pues no es la verdad su fin último, sino la imposición de opiniones (subjetivas) y criterios fundados en intereses. Y en ese tren, las cadenas mediáticas de Natalia Zuccolillo, por un lado, y Antonio J. Vierci, por el otro, desde su inicio se hicieron polizontes en los vagones de la mendacidad, la infamia procaz y la manipulación intencionada. Quienes se declaran “libres” son esclavos de los caprichos de sus patrones y quienes se confiesan “independientes” están encadenados a sus propias utilidades y probabilidades de aumentar el margen de sus ganancias, sin que la ilicitud sea un obstáculo.
El diario Abc Color, por ejemplo, antes de convertirse en una corporación mediática, atacaba implacablemente a constructoras de la competencia o a importadoras de vehículos, cuando otras empresas ganaban determinada licitación, persiguiendo su anulación para favorecer a su fundador y propietario o a un pariente político cercano. Esa es una situación irrebatible. ¿O, acaso, algunos de los empleados –varones o mujeres– de estos medios tuvieron una actitud crítica –no decimos de condena siquiera– sobre los negociados –sospechados y reales– en los cuales estuvieron y están involucrados los titulares de estas sociedades empresariales? ¿Acaso, aunque sea por decoro personal, se animaron a denunciar los más graves hechos de corrupción de la era democrática, perpetrados durante el gobierno de Mario Abdo Benítez? La consigna siempre sigue igual: para los enemigos, el garrote vil; para los cómplices de latrocinio, el más absoluto y complaciente silencio.
La participación del presidente Santiago Peña en la 80.ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que tuvo lugar en la provincia argentina de Córdoba, fue cuestionada acerbamente por los medios del clan Zuccolillo y la secta del grupo Vierci. Esta sociedad representa a propietarios, editores y directores de diarios, periódicos y agencias informativas. Hecha la suficiente aclaración, prosigamos. El mensaje del mandatario paraguayo estuvo a la altura de nuestra cotidianeidad en el manejo de la información. Y, en parte, tiene razón cuando argumenta que “hoy día parecería ser que todo medio de prensa responde a una visión especial de las cosas. O de izquierda o de derecha. O conservador o progresista. Es decir, el medio no responde más a la información, a la realidad, sino al sesgo del grupo que es propietario del medio”. Decimos, en parte –en una gran parte– nuestra coincidencia, porque estos medios locales nacieron así, no es de hoy nomás. Y la ideología solo es tangencial: no se trata ni de izquierda ni de derecha, sino de beneficios sin costos, de ganancias sin trasparencia. Y la crisis estalla ante cualquier investigación que pudiera destapar las eventuales podredumbres que guardan bajo el pretexto de la “prensa libre e independiente”.
Cuando se hurga en las transacciones del banco Atlas, es un “garrote” contra Abc Color. Cuando que, en el fondo, esta corporación quiere seguir manejando discrecionalmente los fondos del Instituto de Previsión Social (IPS), apoderarse con exclusividad de terrenos en la Costanera de Asunción, así como se apropió de una plaza convirtiéndola en “patio de comidas”, cobrando cánones que debieron ser percibidos por la Municipalidad de la capital. Lo mismo pasa con el contrabando, acaparado por quienes dictan cátedra de moral desde sus periódicos, radios y televisión.
El diario Abc se desnuda a sí mismo en un catastrófico titular: “Peña afirma defensa a la libertad de prensa, pero cuestiona voces críticas”. Los medios pueden agraviar, injuriar, calumniar y difamar sin que por ello deban recibir cuestionamiento alguno. ¡Pero qué simpáticos! Con esta actitud lo único que evidencian es su bastardeo a la libertad de expresión. No son impolutos, aunque jueguen a dioses. Son manejados por humanos y, por ende, sujetos a iguales condiciones que los demás. El periodismo no es un arma para la impunidad. Ni para obtener discrecionalidad que favorezca a las otras empresas que administran sus propietarios. ¡Basta de tanta prostitución de los nobles ideales con que nació esta degradada profesión!
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Crítica: “Estado de silencio”, denuncia cruda sobre la narcopolítica
Por David Sánchez, desde Biarritz (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
El documental mexicano “Estado de silencio”, producido por Diego Luna y dirigido por Santiago Maza, es una denuncia cruda y contundente sobre los efectos devastadores de la narcopolítica en México y el peligro constante que enfrentan los periodistas en el país.
Presentado en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (21-27 de setiembre), este documental no deja indiferente a nadie. Desde sus primeras imágenes, es un golpe emocional que te enfrenta con la sombría realidad de un sistema corrupto donde los periodistas, cuya misión es contar la verdad, son perseguidos, amenazados y, en muchos casos, asesinados por cumplir con su trabajo.
La narrativa del documental gira en torno a la frágil libertad de expresión en México, particularmente la situación de los periodistas que se atreven a denunciar la colusión entre el gobierno y los cárteles de la droga. Una de las estadísticas más impactantes que se presenta es que cada 16 horas un periodista en México es agredido, lo que evidencia el nivel de riesgo al que están sometidos quienes buscan informar al público.
La película combina entrevistas, archivos y momentos conmovedores, como los testimonios de periodistas antes de ser asesinados, quienes suplicaban ayuda en reuniones frente a las autoridades, sólo para aparecer en la siguiente imagen ya tendidos en el suelo, víctimas de un sistema que no los protegió.
La dirección de Santiago Maza es precisa, logrando tejer una narrativa fluida y poderosa que confronta al espectador con la violencia y el miedo que enfrentan los periodistas, así como con la ineficacia de los mecanismos de protección creados para ellos. El documental expone, de manera demoledora, cómo el mecanismo de protección instaurado en 2012 en México para salvaguardar a los periodistas no funciona adecuadamente.
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Hay testimonios que muestran cómo, incluso cuando los periodistas activan el “botón rojo” para solicitar ayuda, esta no llega a tiempo, si es que llega. Estas fallas del sistema subrayan el grado de corrupción que impregna las instituciones mexicanas, dejando claro que muchos políticos están tan involucrados con los cárteles como aquellos a los que deben combatir.
Uno de los momentos más impactantes del documental es la aparición de grabaciones de conversaciones telefónicas entre un líder del cártel y un periodista, en las que se amenaza de manera explícita no solo al periodista, sino también a su familia. Estas amenazas personales muestran la brutalidad y el control que los cárteles ejercen sobre quienes intentan sacar la verdad a la luz. Es imposible no sentir una mezcla de rabia y desesperanza al escuchar estas amenazas y ver cómo el sistema que debería proteger a los periodistas está, en realidad, trabajando en su contra.
El documental también da voz a las madres de los desaparecidos, mujeres que han luchado incansablemente por encontrar a sus hijos y que, en muchos casos, han sido asesinadas por su persistencia. El documental nos enfrenta a la dura realidad de que, en México, pedir justicia puede costar la vida. Estas historias no solo son trágicas, sino que nos muestran lo deshumanizado que se ha vuelto el conflicto, donde las víctimas se suman a una lista interminable de muertos y desaparecidos que ya no son más que cifras.
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La producción, respaldada por Diego Luna, aporta un nivel de prestigio y visibilidad internacional a esta realidad tan dolorosa. Sin embargo, más allá de su peso cinematográfico, es la importancia del tema lo que realmente hace destacar a este documental. En una de las frases más memorables, una periodista afirma: “La gente por sentido común huye del fuego, pero el periodista va hacia el fuego para contar la historia”. Esta declaración encapsula el heroísmo y el sacrificio de los periodistas que se atreven a enfrentar el peligro para dar voz a quienes han sido silenciados.
Estado de silencio es un documental que no solo relata, sino que también interpela. Nos llama a la reflexión sobre la importancia de proteger a quienes arriesgan sus vidas para contar la verdad. Nos confronta con una realidad que muchos prefieren ignorar y nos invita a cuestionar el papel de la sociedad ante la violencia y la corrupción. Este es un filme imprescindible para quienes deseen entender la verdadera magnitud de la crisis en México, donde el periodismo, más que nunca, es un acto de valentía.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.