Tras una devastadora segunda ola que hizo trepar los muertos por COVID a medio millón, Brasil registra desde hace algunas semanas una baja en los indicadores de la pandemia, que los especialistas atribuyen a la aceleración del ritmo de vacunación.

El promedio de muertes diarias de la última semana fue de 1.252, frente a las casi 3.000 vidas que se perdían por día durante la primera quincena de abril, durante el ápice de la segunda ola. Y el promedio de contagios está por debajo de los 43.000, después de haber superado los 77.000 a fines de junio.

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“Todavía no estamos en una situación cómoda: tenemos un número altísimo de casos nuevos y de muertes. Pero en aquellas franjas etarias completamente vacunadas ya vemos una mejora significativa en los indicadores de internación y decesos”, dijo a la AFP la epidemióloga Ethel Maciel, de la Universidad Federal de Espirito Santo (UFES).

La inmunización, que se inició en enero en grupos prioritarios (personal de la salud, ancianos, indígenas), se vio afectada por la escasez de dosis e insumos importados. Pero en el último mes el país logró estabilizar la entrega y distribución de vacunas y aplicó, en promedio, más de un millón de dosis diarias, según datos oficiales. Esto ha resultado en una cobertura del 40% de la población con una dosis y alrededor del 15% con una inmunización completa, y se espera que esos porcentajes suban considerablemente en los próximos meses.

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Ciudades como Sao Paulo y Rio de Janeiro, las más pobladas del país, han avanzado en la vacunación de grupos clave, como los profesionales de la salud y la educación, y están convocando a los adultos de 30 a 40 años para la primera dosis. Rio promete inmunizar a toda su población mayor de 12 años para fines de noviembre.

La vacunación “ha avanzado a una velocidad menor que lo deseado, pero empieza a mostrar efectos claros. También fue importante para que aquella supuesta tercera ola [augurada aún el mes pasado] no se concretara”, afirmó Mauro Sanchez, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia (UnB). Brasil, con 212 millones de habitantes, suma ya casi 540.000 muertes por COVID, de las cuales más 340.000 se registraron en lo que va de 2021.

Incertidumbre por variante Delta

En su último boletín epidemiológico, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) confirma la mejora en los índices de contagios y muertes, con tendencia a la baja desde hace al menos tres semanas. Además, por primera vez desde diciembre, ninguno de los 27 estados brasileños presenta una ocupación superior a 90% en sus camas de terapia intensiva para pacientes con COVID.

Pero la circulación del virus no está bajo control y los especialistas advierten del riesgo del surgimiento de nuevas variantes o de que la variante Delta, considerada más contagiosa, se vuelva predominante. El Ministerio de Salud ha identificado hasta ahora 27 casos de esa variante (detectada inicialmente en India) y las autoridades locales realizan un intenso rastreo de contactos para evitar que se propague.

Algunos estados redujeron el intervalo entre la primera y la segunda dosis de algunas vacunas, en un intento de anticipar la inmunización completa. “El único escenario que podría cambiar [la tendencia de mejora] es que surjan nuevas variantes, o que la Delta altere los índices de transmisión en Brasil”, indicó Maciel.

¿Por fin el carnaval?

Pese a la postura del presidente Jair Bolsonaro, que circula sin tapabocas y ha cuestionado la seguridad de las vacunas (que él mismo se ha negado a aplicarse), una encuesta de la consultora DataFolha reveló esta semana que el 94% de los brasileños ya se vacunó o pretende hacerlo, una adhesión récord desde el inicio de la pandemia.

El consenso entre especialistas es que Brasil debe mantener o aumentar el ritmo de vacunación para poder retomar plenamente las actividades (incluyendo las clases presenciales con 100% de alumnos) y empezar a pensar en permitir eventos masivos, como las fiestas de fin de año en Rio de Janeiro y el Carnaval en febrero de 2022.

“La vuelta a la normalidad todavía no está en nuestro horizonte. Deberemos tener una cobertura de aproximadamente 80% de la población, asociada a un nivel muy bajo de circulación comunitaria del virus, para empezar a permitir aglomeraciones o fiestas como aquellas a las que estamos acostumbrados”, sostiene Sánchez.

Fuente: AFP.

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