En pleno debate internacional sobre el alza de impuestos corporativos, una investigación de la organización independiente ProPublica afirmó este martes que varios millonarios en Estados Unidos lograron librarse completamente de impuestos sobre ingresos durante varios años.

Según esta organización basada en Nueva York que en su sitio web afirma que busca “denunciar los abusos de poder y la traición de la confianza del público”, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, no pagó ningún impuesto federal entre 2007 y 2011, y Elon Musk, creador de Tesla, se libró de esa carga en el año 2018.

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Ambos encabezan las listas de personas más ricas del mundo. Los empresarios Michael Bloomberg, Carl Icahn, y el inversor George Soros también lograron no pagar impuestos federales en algunos años, según ProPublica.

Para alcanzar estas conclusiones, la organización afirma que accedió a miles de declaraciones de impuestos de ricos estadounidenses al fisco, el IRS, que abarcan un período de más de 15 años. Los datos “dan por tierra con las bases del mito fiscal estadounidense: que todo el mundo pague su justa parte y que los más ricos paguen la mayor parte”, señalan los autores.

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“Las personas más ricas del país, que obtuvieron enormes ganancias durante la pandemia, no pagaron su justa parte”, reaccionó el martes el presidente demócrata de la Comisión de Finanzas del Senado, Ron Wyden. Interrogados por la AFP, los equipos de Bezos, Musk, Bloomberg, Icahn y Soros no respondieron aún.

Pero en respuesta a ProPublica, un vocero de Soros evocó pérdidas sobre inversiones de 2016 a 2018 para justificar la ausencia de impuestos federales. ProPublica también desarrolló una “tasa impositiva verdadera” que mide la carga impositiva pagada por cada millonario en comparación al crecimiento de su riqueza. La relación muestra, por ejemplo, que el inversor Warren Buffet, pagó 0,10% entre 2014 y 2018.

La incógnita Amazon

¿Imponer a las grandes multinacionales, pero no a Amazon, una de las más poderosas? Las consecuencias para el grupo de Jeff Bezos de una gran reforma fiscal, abanderada por las potencias del G7, plantea numerosas preguntas.

El primer pilar de la reforma, concebida inicialmente para los gigantes del sector digital, prevé gravar las multinacionales allí donde realizan sus beneficios y no únicamente donde tienen su domicilio, a menudo en países con una baja presión fiscal.

Esta regla se aplicaría a las empresas internacionales que cuenten con al menos un 10% de margen de beneficios. Sin embargo, el margen neto del gigante estadounidense del comercio en línea se sitúa actualmente en torno al 6%. La oenegé británica Fair Tax Foundation expresó rápidamente su preocupación, al señalar que Amazon no se vería afectado por la medida. “Hay que remediarlo”, tuiteó.

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“Amazon no encaja en el primer pilar (...) salvo en la ‘nube’ [servicios informáticos a distancia, NDLR], donde su margen ronda el 30%, por lo que será gravado en este segmento de actividad”, dijo a la AFP una fuente cercana a las negociaciones. “En principio”, no habrá otras “excepciones”, agregó.

El gigante estadounidense sí se verá en cambio gravado en el segundo pilar del acuerdo, que prevé un impuesto de sociedades mundial de al menos 15% para evitar una gran competencia fiscal entre países. Amazon, que se aprovecha de un impulso del comercio en línea desde el inicio de la pandemia de COVID-19, registró un fuerte aumento, más del triple, de su beneficio neto en el primer trimestre de 2021, a 8.100 millones de dólares.

AWS, su división “nube”, también se benefició de la pandemia y registró un aumento del 32% de su volumen de negocios, a 13.500 millones de dólares. Al igual que Facebook, Amazon celebró el acuerdo del G7 como un paso en los esfuerzos que buscan “aportar estabilidad al sistema fiscal internacional”, según una declaración de la empresa enviada a la AFP.

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“Desde hace años decimos que imponer tases de manera aleatoria es un error y genera fenómenos de doble imposición”, aseguró el lunes Mariangela Marseglia, su directora para Italia y España. Marseglia hacía referencia a las tasas digitales adoptadas de manera unilateral en Francia, Italia, España e Inglaterra, que deberán desaparecer cuando el pacto mundial entre en funcionamiento.

En el pasado, Amazon estuvo en el punto de mira en Estados Unidos y Europa por sus prácticas de optimización fiscal, que buscan aprovechar las diferentes legislaciones entre países para pagar menos impuestos. Las empresas que utilizan este sistema suelen declarar sus beneficios en las jurisdicciones con baja fiscalidad y las pérdidas en aquellas con una presión elevada. Amazon pide ahora “ver los detalles” del acuerdo que deberá perfilarse de cara a la próxima reunión de los ministros de Finanzas del G20 en julio en Venecia.

Un camino plagado de escollos

Desconfianza en países emergentes, rechazo de naciones con baja fiscalidad, incertidumbre en el Congreso estadounidense... El camino hacia la adopción definitiva de un impuesto mundial a las multinacionales es largo, aunque el impulso de las grandes economías podría ser decisivo.

Tras años de infructuosas negociaciones, los miembros del G7 --Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá-- aprobaron el sábado en Londres una reforma que hasta hace poco parecía una quimera. La medida se basa en dos pilares: un reparto justo entre los países de los ingresos fiscales de las 100 empresas más rentables del mundo, entre ellas los gigantes tecnológicos, y un impuesto mundial de sociedades de al menos 15%.

“Es un primer paso muy importante, pero todavía queda trabajo para alcanzar un acuerdo en el G20”, previsto del 9 al 10 de julio en Venecia, y “reunir la mayoría de 139 países que negocian” bajo la égida de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), según una fuente próxima de las discusiones.

“Masa crítica”

“Una negociación tan complicada, con tantas partes implicadas, solo puede concluirse si hay un efecto de arrastre”, estima Sébastien Jean, director del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales (Cepii). La administración estadounidense de Joe Biden, que busca recursos para financiar su enorme plan de recuperación, dio así un impulso decisivo, agrega.

Hay una “masa crítica” de países comprometidos con el proceso y “una voluntad de éxito que nos hace ser bastante optimistas”, coincide Nicolas Véron, economista de los institutos Peterson y Bruegel, que se congratula del impulso tras años de dejadez. Hasta ahora, un Estado que decidía endurecer su fiscalidad corría el riesgo de que las empresas se marcharan, pero “a partir del momento en el que una masa crítica de países lo hace, la lógica se invierte”, apunta Jean.

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Sin embargo, “todavía no se resolvió ninguno de los detalles divisivos, ya sea el tipo exacto, la base imponible, los umbrales de imposición o cómo garantizar su aplicación efectiva”, según Simon MacAdam, experto de Capital Economics. En su opinión, la reforma propuesta tendrá consecuencias financieras “más bien limitadas”, pero confirma “el bienvenido regreso del multilateralismo”, al menos entre las grandes economías mundiales.

Paschal Donohoe, el ministro irlandés de Finanzas, ya advirtió que “cualquier acuerdo deberá satisfacer a los pequeños y a los grandes países, desarrollados y emergentes”. Irlanda es la principal sede de las multinacionales en Europa por su teórico impuesto de sociedades del 12,5%.

Europa, dividida

Europa está dividida. Por un lado, están los países que buscan financiar sus planes de recuperación posCOVID y están dispuestos a actuar contra la optimización fiscal: Alemania, Francia, Italia, España e incluso Holanda. Del otro lado se encuentran aquellos que basaron su modelo económico en una fiscalidad atractiva: Irlanda, Hungría, Bulgaria, Chipre, Malta o Luxemburgo.

Fuera de Europa, también se deberá convencer a China, donde la imposición nominal de los beneficios de las empresas es del 25%, aunque en algunos sectores innovadores puede descender al 15%. El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, espera un “combate difícil” en el G20 para convencer a Pekín. Según una fuente conocedora de las negociaciones, “será muy difícil ir más allá del 15% si se quiere el acuerdo de China”, que teme que otras jurisdicciones “capturen” la diferencia entre el tipo nacional y el mundial.

Otra de las incertidumbres es el Congreso de Estados Unidos, donde el demócrata Biden no tiene el campo despejado. Dos influyentes legisladores republicanos, Kevin Brady y Mike Crapo, ya criticaron un acuerdo que puede “dañar a las empresas” de su país. Según las primeras estimaciones, la mitad del centenar de multinacionales afectadas por el “pilar 1” de la reforma son estadounidenses.

Fuente: AFP.

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