Una semana crucial comenzó este lunes en Israel, donde se espera el visto bueno del parlamento al nuevo gobierno de coalición sin Benjamin Netanyahu, excluido por primera vez en 12 años del poder y acusado de practicar una política de “tierra quemada”.

La votación en la Knéset es la última etapa antes de la llegada al poder de la heterogénea coalición acordada ‘in extremis’ el 2 de junio por el jefe de la oposición Yair Lapid con dos partidos de izquierda, dos de centro, tres de derecha y uno árabe. Según los medios israelíes, la votación podría tener lugar el miércoles o el lunes 14 de junio.

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La decisión está en manos del presidente de la cámara, Yariv Levin, que tiene previsto hablar sobre ese calendario este lunes a la tarde al abrirse una sesión parlamentaria, indicó a la AFP un portavoz del parlamento. El futuro primer ministro designado y líder del partido de derecha radical Yamina, Naftali Bennett, urgió a Levin, miembro del partido gobernante Likud, a no perder tiempo.

“Sabemos que Netanyahu está presionando para retrasar la votación para intentar encontrar desertores, pero usted debe actuar por el bien del Estado de Israel y no por el de Netanyahu”, dijo Bennett el domingo. La nueva coalición, que busca poner fin a más de dos años de crisis política marcada por cuatro elecciones legislativas, se forjó para desalojar a Netanyahu, en el poder desde 2009 y entre 1996 y 1999.

“El 100% no existe en la política israelí, pero este gobierno tiene las mayores posibilidades de salir adelante”, dijo a la prensa Lapid, para quien será un ejecutivo “duradero” basado en “la confianza, la decencia y la buena voluntad”.

“Peligroso gobierno”

Acorralado y juzgado por corrupción, el primer ministro saliente aumenta las advertencias y las críticas al futuro ejecutivo, hasta preocupar a los servicios de seguridad locales. El lunes, el dirigente de 71 años calificó de nuevo en Twitter a la coalición de “peligroso gobierno de izquierda”. Al grito de “traidores”, sus apoyos multiplicaron las amenazas en las redes sociales o en protestas ante las viviendas de los dirigentes de la nueva coalición.

El ambiente “recuerda los días que precedieron la muerte de Isaac Rabin”, apunta el diario Yediot Aharonot, en referencia al primer ministro laborista que un extremista judío mató en 1995 por los acuerdos alcanzados con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

El jefe del servicio de seguridad interior, Nadav Argaman, rompió el sábado su habitual silencio para advertir a todos los políticos contra “un aumento de los discursos que incitan a la violencia, sobre todo a través de las redes sociales”. A su juicio, “determinadas personas o grupos pueden entender [estos discursos] como un permiso para cometer actos de violencia” que pueden provocar “heridas mortales”.

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Marcha anulada

El principal acontecimiento que causa preocupación es la llamada “Marcha de las banderas” que la extrema derecha había convocado para el jueves en Jerusalén Este, ocupado por Israel. Aunque los organizadores anularon este lunes la manifestación, después que la policía no aprobase su recorrido, el diputado ultraderechista Itamar Ben-Gvir y la conservadora May Golan (Likud) dijeron que marcharían gracias a su estatus parlamentario.

Poco antes, Hamás amenazó con una nueva escalada si se mantenía la marcha en este sector palestino, que ya originó el reciente conflicto entre el movimiento islamista en el poder en Gaza y el ejército israelí. En este clima de fuertes tensiones, el nuevo gobierno de coalición, con visiones diferentes en casi todos los frentes, mantuvo el domingo una primera reunión de trabajo alrededor de Yair Lapid y Naftali Bennett.

Según el acuerdo, Bennett, de 49 años y exasistente de Netanyahu, dirigirá el ejecutivo hasta 2023, cuando cederá el cargo de primer ministro a Lapid hasta 2025. Tras el encuentro a puerta cerrada, Bennett, cultivando la figura de hombre de consenso, llamó en un discurso solemne a su antiguo mentor a “no aferrarse” al poder y a dejar la política de “tierra quemada”.

Fuente: AFP.

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