Naciones Unidas llamó este domingo a una reconstrucción duradera de la Franja de Gaza y a solucionar las “causas profundas” del conflicto palestino-israelí para devolver la “esperanza” y evitar nuevas “destrucciones” tras los once días de enfrentamientos.

Cuando la vida intenta volver a la normalidad en el enclave palestino, donde los servicios públicos recogen los escombros y los comerciantes evalúan las perdidas que los bombardeos ocasionaron, una misión de la ONU intenta calcular los daños del reciente conflicto.

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Pero más allá de las miles de viviendas destruidas, de las carreteras dañadas, de los daños a corto plazo en las infraestructuras de tratamiento de agua, también reaparecen los traumas psicológicos de los bombardeos y la cuestión del futuro de Gaza y de Palestina en general.

“No debemos limitarnos a adoptar un enfoque de reconstrucción (...), debemos tener un enfoque más amplio centrado en el desarrollo humano”, declaró a la AFP Philippe Lazzarini, jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).

“Eso quiere decir que debe ir acompañado de un proceso político real”, agregó Lazzarini, subrayando la necesidad de evitar una “normalidad artificial” en Gaza, donde sus dos millones de habitantes dependerían de la ayuda, sin futuro, “hasta el próximo estallido de violencia”.

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El responsable abogó así por abordar las “causas profundas” del conflicto palestino-israelí, lo que significaría por ejemplo el levantamiento del bloqueo impuesto desde 2007 por Israel a este territorio palestino, y por dar un “sentido al futuro”.

“Quizás hubo [menos casas destruidas que durante el conflicto de 2014]”, agregó Lynn Hastings, coordinadora de la ayuda humanitaria para los Territorios Palestinos, cuya oficina cifra en unos 1.000 el número de negocios o viviendas “completamente destruidos”. Pero “una cosa que he oído es que la gente de Gaza está más traumatizada que nunca (...), mucha gente sin esperanza” y esto “realmente debe tomarse en cuenta”, agregó.

La diplomacia de la ayuda

Un alto el fuego entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás entró en vigor el viernes, gracias a una mediación de Egipto, aunque sin fijar las condiciones para la suspensión de los combates ni establecer un plan para la reconstrucción. Una delegación egipcia se encuentra en la Franja de Gaza para mantener conversaciones con Hamás, que gobierna el enclave.

A corto plazo, el reto de la reconstrucción es humanitario, pero también diplomático, ya que el ejército israelí acusa a Hamás de desviar la ayuda internacional para actividades militares y utilizar el metal de las tuberías para fabricar cohetes.

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Durante una rueda de prensa en Amán, los cancilleres palestino, Riyad al Maliki, y jordano, Aymán Safadi, llamaron a la comunidad internacional a impedir que Israel proceda a la expulsión de familias palestinas de Sheij Jarrah, en Jerusalén Este, un tema que originó los recientes enfrentamientos.

El presidente estadounidense, Joe Biden, cuyo jefe de la diplomacia Antony Blinken debe viajar “en los próximos días” a Jerusalén, ya declaró su intención de proporcionar una ayuda financiera “importante” para “reconstruir Gaza”, pero sin dar a Hamás, al que considera “terrorista”, “la oportunidad de reconstruir su sistema de armamento”.

“Si no encontramos la manera de ayudar a los palestinos a vivir con más dignidad y más esperanza, este ciclo probablemente se repetirá”, dijo el domingo Blinken, que respaldó la solución de “dos Estados”. La UNRWA, a la que la administración de Donald Trump suspendió sus aportaciones, se felicitó del regreso de la ayuda de Estados Unidos con Biden y llamó a donar 38 millones de dólares de emergencia a la Franja de Gaza.

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Las precarias infraestructuras también se vieron dañadas, especialmente las líneas eléctricas. Unos 800.000 gazatíes no tenían “acceso duradero al agua potable” y el conflicto dañó las plantas desalinizadoras. Decenas de camiones de ayuda internacional comenzaron a llegar desde el viernes a los pasos de Kerem Shalom, en la frontera con Israel, y de Rafah, en la frontera con Egipto. Y el domingo los funcionarios de la Franja de Gaza reanudaron su trabajo.

El último episodio de violencia costó la vida a 248 personas en el enclave palestino, entre ellos combatientes y 66 niños, según las autoridades locales. En Israel, doce personas murieron, entre ellas un niño, una adolescente y un soldado, según la policía.

Fuente: AFP.

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