El Salvador, conocido antes de la llegada de los españoles como Cuscatlán, “la tierra de las cosas preciosas” en lengua náhuatl, es un pequeño país centroamericano a orillas del océano Pacífico, con 6,5 millones de habitantes, de los cuales poco más de 500.000 ya fueron vacunados contra el COVID-19.
Con más de 67.500 casos de contagio de coronavirus desde el mes de marzo del año pasado y un total de 2.078 fallecidos, parece ser que la pandemia está siendo contenida en el país gobernado por el joven político Nayib Bukele. El epicentro está en la capital, San Salvador, conocida por propios y extraños como “El valle de las hamacas”, por los permanentes temblores de tierra que sufre la ciudad.
Resistido por la clase política
Los números favorables para la situación que atraviesa este país de apenas 21.040 km² son atribuidos a la veloz y eficiente gestión del gobierno del centrista Bukele, resistido por una buena parte de la clase política de El Salvador, pero con un alto índice de aprobación por los salvadoreños.
Las medidas de aislamiento y la cuarentena obligatoria impuesta por Bukele mantuvieron controlada a la pandemia desde un primer momento, llegando a producirse un total de 450 casos por día en agosto pasado, considerado por los expertos como el pico de contagio en el país.
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Medio millón de vacunados
El Salvador, que mantiene una economía dolarizada, ocupa el puesto 113 de entre 196 países en cuanto al Índice de Desarrollo Humano de la ONU (Paraguay está en la posición 103), lo que indica una mala calidad de vida de sus habitantes.
Sin embargo, a pesar de las dificultades económicas, sociales y geográficas, casi el 8 por ciento de su población ya accedió al menos a la primera dosis de las vacunas AstraZeneca y Coronavac.
Vida normal, muy pronto
Hasta la fecha, han sido vacunados un total de 83.399 personales médicos, 61.699 soldados y policías, 72.634 docentes y 284.311 personas de la población en general.
Según datos proporcionados por el Ministerio de Salud de El Salvador, la vacunación avanza a un ritmo de 41.007 personas diariamente, y con casi 1.700 casos de COVID-19 aún activos, muy pronto el país podría ingresar a la envidiable lista de aquellos que se han librado del virus y han regresado a una vida casi normal, al menos por ahora.
En este contexto, el 12 de marzo pasado llegaron al país las primeras dosis de vacunas contra el COVID-19 del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud, que están destinadas a cubrir hasta el 20 por ciento de la población salvadoreña.
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Gestión con alta aprobación
La gestión de Bukele en la lucha contra la pandemia cuenta con una alta aprobación por parte de la ciudadanía. Una encuesta realizada por la firma CID Gallup en octubre pasado muestra que nueve de cada diez salvadoreños considera que el presidente ha tomado las medidas sanitarias correctas en su lucha contra el coronavirus.
Una de las obras más valoradas fue el hospital de El Salvador, inaugurado en junio del año pasado. Se trata de una megaedificación preparada para la lucha contra la pandemia y aunque ha sido blanco de críticas por el supuesto sobrecosto de US$ 5 millones, además de haber sido puesto en operación sin estar completamente concluida, los números del COVID-19 en el país echan por tierra los cuestionamientos.
Perros contra el COVID-19
Bukele parece estar poco preocupado por las críticas de la clase política y avanza con la firme decisión de vencer a la pandemia, intensificando incluso las campañas de vacunación, luego de crear un enorme centro de vacunación a pocos metros de la Casa Presidencial y que viene a sumar a otros 120 centros más que están repartidos a lo largo del país.
Como parte de esta lucha en todos los frentes contra el virus, en el Aeropuerto Internacional de San Salvador un grupo de perros trabaja intensamente junto a sus entrenadores para detectar la presencia del COVID-19, como parte de un proyecto anunciado por Bukele, días atrás.
Definitivamente, la gestión durante la pandemia del gobierno salvadoreño liderado por Bukele, de 39 años, provoca envidia en países como el nuestro, que durante más de un año ha permanecido estático esperando el golpe de un virus que ya se ha cobrado la vida de más de 5.000 personas y avanza para cobrarse miles más.
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