El presidente electo Guillermo Lasso anunció este lunes un “verdadero cambio” en Ecuador, tras poner fin a una era de la izquierda en el poder marcada por la figura del derrotado exmandatario socialista Rafael Correa.
El líder de la derecha y exbanquero, de 65 años, consolida su victoria sobre Andrés Arauz, delfín de Correa, cuando el escrutinio de la segunda vuelta del domingo se acerca al final. Conservador y miembro del Opus Dei, Lasso obtiene el 52,5% de los apoyos frente al 47,4% de su rival, con el 97% de los votos computados, según el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El voto nulo impulsado por los indígenas alcanza un 16%, un avance importante con respecto al 9,5% de la primera vuelta y del 7% que sumó en las presidenciales de 2017. “Empieza una nueva etapa para Ecuador, en la que todas y todos podamos vivir mejor. Ganaron la democracia, la libertad y las familias ecuatorianas”, escribió Lasso en Twitter.
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El exbanquero, quien logró aglutinar el voto anticorreísta bajo las banderas de la derecha, se proclamó el domingo gobernante electo casi al mismo tiempo en que Arauz aceptaba su derrota. El pequeño país petrolero recibió sin protestas el triunfo de Lasso al término de una campaña áspera que giró en torno a Correa, quien pese a estar fuera de Ecuador y con el gobierno en contra, logró llevar a segunda vuelta a su joven y desconocido delfín de 36 años.
El exmandatario, que se instaló en Bélgica una vez terminado su mandato (2007-2017), aceptó que erró en sus “proyecciones”, le deseó éxito al nuevo gobierno y le pidió que cese “el lawfare”, la supuesta persecución política de la que se dice víctima tras ser condenado en ausencia por corrupción. Lasso tomó revancha de las derrotas que le propinó la izquierda socialista en 2013 y 2017.
“Trabajaremos juntos desde ya por el verdadero cambio. Hoy amanecemos en paz y con la certeza de que vienen mejores días para todos. Seré el Presidente de los 17 millones de ecuatorianos”, escribió Lasso en otro mensaje en Twitter.
Bajo presión
Después de su discurso de victoria, ofrecido la víspera en Guayaquil, de donde es oriundo y núcleo económico del país, Lasso agradeció los saludos a su triunfo desde Chile, Colombia, Brasil, España, la Casa Blanca, el FMI y la Unión Europea, entre otros. El presidente electo tomará las riendas de un país en crisis el 24 de mayo. Sucederá al impopular Lenín Moreno, quien rompió con Correa apenas subió al poder hace cuatro años.
Lasso deberá ocuparse del desastre económico que deja el COVID-19. Para ello, dijo en una rueda de prensa en Quito, buscará “desde el primer día un tratado de libre comercio con los Estados Unidos”. Con más de 17.000 muertos en poco más de un año de pandemia, Ecuador registró en 2020 una caída del PIB del 7,8% y además arrastra una deuda pública que representa el 63% del Producto Interno Bruto (PIB).
Lasso partirá sin mayoría en la Asamblea. Su movimiento, Creando Oportunidades (Creo), alcanzó una mínima representación en las legislativas de febrero, por detrás de la Unión por la Esperanza (Unes), la fuerza de Arauz, y de Packakutik, el brazo político de los indígenas que se quedaron a las puertas del balotaje con su candidato Yaku Pérez.
“Aspirar a transformar a Ecuador en cuatro años, eso no es posible”, comentó este lunes a la AFP Esteban Nichols, politólogo de la Universidad Andina Simón Bolívar. En su opinión, el próximo gobierno podrá darse por bien servido si saca adelante un “buen plan de vacunación” y logra “estabilizar la economía”.
Lasso se comprometió a inmunizar a nueve millones de ecuatorianos en los primeros 100 días de gestión y a impulsar el libre comercio para generar más empleos. Hasta ahora, apenas 183.000 personas han sido vacunadas. Lasso también anunció que promoverá la regularización de migrantes venezolanos que huyen de la crisis económica.
¿El ocaso del correísmo?
En sus primeras palabras como mandatario electo, Lasso ofreció paz, invocó repetidamente a Dios y reforzó su mensaje de protección a la familia y contra la discriminación de las minorías sexuales. “No llego con una lista de a quiénes quiero perseguir ni ver en la cárcel. Yo quiero ver a todos los ecuatorianos libres, que no tengan miedo al gobierno (...), que expresen sus opiniones con libertad”, señaló.
Implícitamente, quiso tranquilizar a sus oponentes correístas que bajo el gobierno de Moreno fueron encausados y algunos llevados a la cárcel por corrupción, mientras otros se autoexiliaron aduciendo una cacería de brujas.
Este lunes, el perdedor de las elecciones abogó de nuevo por “la reconciliación”. “La persecución política debe terminar, debemos tratarnos como adversarios y no como enemigos”, escribió Arauz en Twitter. A juicio de analistas, el correísmo quedó “muy golpeado” y su líder, sin opciones de retorno. “Si no está Rafael Correa aquí, ¿se disolverá el correísmo?”, planteó Paolo Moncagatta, politólogo de privada Universidad San Francisco de Quito.
Fuente: AFP.