Los servicios de inteligencia rusos, que gozaban de una sólida reputación, experimentaron un fuerte resurgimiento de su actividad en Europa en los últimos años, pero las disputas entre Moscú y los occidentales acaban saliendo cada vez más a la luz. Italia anunció la semana pasada la expulsión de dos funcionarios rusos tras la detención de un oficial de la marina italiana cuando entregaba a un militar ruso documentos reservados.
Muchos diplomáticos rusos acusados de espionaje fueron expulsados en los últimos meses de Bulgaria, Holanda, Austria, Francia, República Checa. Moscú reaccionó de manera recíproca en cada caso y denunció acusaciones sin fundamento y “rusófobas”.
Lea más: Ocho militares venezolanos muertos en combate en la frontera con Colombia
“La inteligencia rusa ha adoptado una mentalidad de guerra. Piensa que se trata de una batalla existencial por el lugar de Rusia en el mundo”, estima Mark Galeotti, escritor especializado en asuntos de seguridad rusos. En su opinión, 2014 fue un año clave. “La revolución en Ucrania, para [el presidente ruso] Vladimir Putin, fue una operación de la CIA y del MI6” británico.
Según Andrei Soldatov, jefe de redacción del sitio ruso Agentura.ru, especializado en asuntos de inteligencia, “piensan que la menor acción occidental, como criticar las violaciones de derechos humanos o el trabajo de periodistas extranjeros, puede provocar una revolución”. De hecho, los servicios secretos rusos van más allá, del soborno de espías o de la corrupción a funcionarios extranjeros, que llevan a cabo todas las grandes potencias.
En 2018, elex agente doble Serguéi Skripal fue objeto de un intento de asesinato por envenenamiento en el Reino Unido. Un año después, un hombre sospechoso de actuar a las órdenes de Moscú mató en Berlín a un ex combatiente rebelde checheno.
“En confianza”
Los occidentales acusan actualmente a Rusia de haber envenenado con un agente neurotóxico de tipo Novichok a Alexéi Navalni, el principal opositor a Putin que logró recuperarse tras pasar cinco meses de convalecencia en Alemania. A su regreso a Rusia, fue encarcelado.
¿Son entonces todopoderosos los servicios rusos? No realmente. Navalni y Skripal sobrevivieron y sus atacantes fueron desenmascarados. Además, una mujer murió y un policía resultó herido de gravedad en el ataque en el Reino Unido. La plataforma de periodismo de investigación Bellingcat identificó además a una docena de agentes, al detectar prácticas recurrentes en la creación de falsas identidades por la inteligencia militar (GRU) y los servicios de seguridad (FSB).
Lea más: Islandia contempla una nueva fisura volcánica
Mijail Liubimov, un coronel retirado de los servicios soviéticos KGB, lamenta la “degradación ideológica” de los agentes y subraya un contexto geopolítico desfavorable. Antes de la caída del Muro, había “poderosos sindicatos y partidos de izquierdas en los que podíamos apoyarnos”, recuerda.
Andrei Soldatov describe por su parte unos servicios corrompidos y debilitados por miedo a las purgas. “Al apostar por la entrega de los agentes en lugar de la profesionalidad (...), se obtienen espías dóciles, pero incompetentes”.
Del mismo modo, el hecho de que estos eventos salgan a la luz plantea interrogantes. Hubo un tiempo en que estos escándalos se solucionaban lejos de las cámaras, pero ahora, ya no se trata de la debilidad, sino de la comunicación.
“Advertencia”
“El Novichok es un método más pesado que los utilizados en Rusia, donde disidentes y opositores ‘se defenestran’ habitualmente”, ironiza el Soufan Center, un centro de reflexión estadounidense. Pero Moscú “envía un claro mensaje a aquellos que se atreven a desafiar a Putin”. Y Rusia reafirma “sentirse suficientemente en confianza para matar a figuras de la oposición”.
“Cuando se usa un agente nervioso como el Novichok para asesinar a alguien, es porque se quiere que se haga público”, abunda Damien Van Puyvelde, experto en inteligencia de la Universidad de Glasgow (Escocia). Ante esta situación, los europeos también han decidido actuar. Algunos episodios se filtran, como cuando el diario francés Le Monde reveló a finales de 2019 que 15 oficiales del GRU utilizaron los Alpes como base para operar en Europa durante cuatro años.
“Es una advertencia”, dice un alto funcionario francés que conoce bien la situación. “La postura es dejar claro que no vamos a tolerar más esos comportamientos”. Tras el caso Skripal, el del avión de Malaysia Airlines derribado en el este de Ucrania y los escándalos de injerencias rusas en elecciones occidentales, “hay quizás una especie de hartazgo colectivo y una necesidad para los europeos de hacer comunicación política”, según Van Puyvelde. “Sigue habiendo líneas rojas”.
Fuente: AFP.