Pekín se vio sumida este lunes en una gran tormenta de arena, la mayor de los últimos diez años, que conllevó la cancelación de 350 vuelos con despegue en la capital china y agravó todavía más los problemas de contaminación.
La combinación de ambos fenómenos dio lugar a un cóctel peligroso para la salud y redujo la visibilidad en varios centenares de metros. Las tormentas de arena, procedentes del cercano desierto de Gobi, son frecuentes en primavera en el norte de China, pero los pekineses no habían constatado un cielo tan cargado en años.
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En Mongolia, seis personas murieron a causa de la tormenta, y otras 81 fueron declaradas desaparecidas, según las autoridades locales. El Ayuntamiento de Pekín, una ciudad de más de 20 millones de habitantes, suspendió todas las actividades deportivas en el exterior en los centros escolares y aconsejó a las personas que padezcan problemas respiratorios que no salgan de casa.
Con todo, la mayoría de los habitantes acudieron a trabajar este lunes, con la cabeza bien tapada y algunos, incluso, con gafas protectoras o redecillas. “Tengo la sensación de que cada respiración me acarreará problemas pulmonares”, declaró una habitante, Zhang Yunya, a la AFP.
“Fin del mundo”
Unas condiciones dantescas, bastante inusuales en los últimos tiempos, que reavivaron viejos recuerdos entre los capitalinos. “Recuerdo que las tormentas de arena de hace diez años desaparecían al cabo de una hora. Pero mucho me temo que esta no se vaya antes de que acabe el día”, declaró Pan Xiaochuan, un experto en salud medioambiental de Pekín.
Una situación que dificultaba la visibilidad de algunos edificios emblemáticos como la Ciudad Prohibida o la sede de la televisión nacional, cuyo extremo, a 234 metros de altura, desaparecía entre la bruma. La tormenta obligó a la cancelación de más de 350 vuelos con origen en los aeropuertos pekineses, según la página web especializada Variflight.
En la red social Weibo, numerosos internautas hablaban sobre el tema. “Esta tormenta de arena anaranjada parece que sea el fin del mundo”, consideró un usuario. La calidad del aire era “peligrosa”, según el portal especializado aqicn.org. A primera hora de la mañana, el nivel de partículas PM10 era casi 20 veces superior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El de las partículas PM2,5 -aún más nocivas- rebasó 560, un nivel pocas veces alcanzado en Pekín en los últimos años.
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En los últimos años han escaseado los episodios de contaminación extrema en la capital china, pues el combate contra esta lacra se ha convertido en un importante desafío en el país, que quiere alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono para 2060.
Según Li Shuo, de Greenpeace China, las actividades industriales “intensas” de las últimas semanas han hecho que la calidad del aire de la capital empeore. Los niveles de producción de acero, de cemento y de aluminio son superiores a los observados antes de la pandemia de coronavirus.
Para Pan Xiaochuan, el experto en salud medioambiental, la falta de precipitaciones observada en los últimos días explicaría el hecho de que la tormenta estuviera particularmente cargada de arena. “Cuando no hay humedad, el polvo tiende a acumularse”, indicó a la AFP.
Fuente: AFP.