Río de Janeiro anunció restricciones en bares, restaurantes y playas, que empezaron a regir el viernes pasado, para evitar el colapso hospitalario durante la devastadora segunda ola del coronavirus, que ya mató a casi 260.000 personas en Brasil.

La ciudad carioca, de 6,7 millones de habitantes, es la última capital de un estado brasileño en reimponer medidas de cuarentena en Brasil, que en dos días batió récord de muertos por la pandemia.

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En el país sudamericano, cuyo presidente de ultraderecha, Jair Bolsonaro, minimiza la pandemia y critica las medidas de aislamiento por sus efectos económicos, los estados y municipios dictan las medidas de cuarentena para frenar la propagación del virus.

El nuevo decreto de Río ordena que los bares y restaurantes cierren a las 17:00, prohíbe toda actividad comercial en las famosas playas de la ciudad y el funcionamiento de clubes nocturnos, de las “ruedas de samba” y otras fiestas. El decreto también prohíbe que las personas permanezcan en los espacios públicos de 23:00 a 5:00, aunque no se restringirá el tráfico de vehículos.

“Todas las medidas que anunciamos hoy tienen un solo objetivo: evitar que se repita en 2021 el genocidio ocurrido en Río de Janeiro en 2020”, dijo el alcalde Eduardo Paes, quien asumió el cargo en enero tras derrotar a Marcello Crivella, un aliado de Bolsonaro.

Se permitirá que las tiendas permanezcan abiertas hasta las 20:00, pero, al igual que los bares y restaurantes, deben limitar los clientes al 40% de su capacidad. Paes dijo que esta decisión es consecuencia de un fuerte aumento de las hospitalizaciones por dolencias respiratorias graves, aunque sostuvo que los hospitales de la ciudad no se enfrentan a un colapso inminente, como ocurre en otras regiones.

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Las medidas se producen después de que el estado de Sao Paulo, el más poblado de Brasil con 46 millones de habitantes, decretara el retorno durante dos semanas a la ‘fase roja’ de restricciones, con el cierre de las actividades no esenciales, a partir del sábado.

El Ministerio de Salud de Brasil ha registrado un promedio de más de 1.300 muertes por COVID-19 por día durante la semana pasada, la peor hasta ahora desde que empezó la pandemia hace un año en este país de 212 millones de habitantes.

La gravedad de esta segunda ola está relacionada, según los expertos, con las aglomeraciones de las fiestas de fin de año y de carnaval (aunque estas últimas estaban formalmente prohibidas). También mencionan una nueva variante del virus que surgió en la selva amazónica, más contagiosa. Con casi 260.000 muertos, Brasil es el segundo país con fallecidos por la pandemia, después de Estados Unidos.

La “fase roja”

El estado de Sao Paulo, el más rico y poblado de Brasil, volvió este sábado pasado a la “fase roja” de restricciones para evitar el colapso hospitalario en el período más letal de la pandemia en el país. La fase de alerta máxima se prolongará hasta el 19 de marzo en todo el estado de 46 millones de habitantes (casi un cuarto de los 212 millones de brasileños).

Las calles de la capital económica de Brasil estaban prácticamente vacías de coches y peatones como consecuencia del cierre al público de parques, bares, restaurantes, museos y comercios considerados no esenciales, constató la AFP.

Lo único que funciona son las áreas de salud, alimentación y transporte público, entre otras. También fueron calificadas como esenciales las escuelas y las iglesias, siempre que sigan los protocolos sanitarios.

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El pasado miércoles, el gobernador Joao Doria anunció la medida -que ya se había tomado unos días en torno a las fiestas navideñas- ante el dramático aumento de casos y muertos en todo el país, el segundo con más muertos (262.000), solo por detrás de Estados Unidos. Un día antes el estado batió el récord de muertos en 24 horas: 468.

Las cifras globales muestran que Sao Paulo es el que cuenta con mayor número de muertos (61.064) y de casos (casi 2,1 millones) desde el inicio de la pandemia. Pero está menos afectado en términos relativos que otros estados (133 muertos por cada 100.000 habitantes frente a los 194 en Río de Janeiro y los 270 de Amazonas).

Su red hospitalaria vive el momento de mayor presión en un año, con por los menos el 100% de ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) en 19 centros estatales. Otros estados y municipios del país, entre ellos Río de Janeiro, Minas Gerais (sudeste), Bahía (nordeste) o Rio Grande do Sul (sur), reimpusieron medidas de cuarentena, desde el cierre total de actividades no esenciales hasta restricciones por horarios y toques de queda nocturnos.

Una situación “muy seria”

La situación sanitaria en Brasil “es muy seria”, según dijo el viernes el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. El promedio semanal de decesos se sitúa por encima de 1.000 desde el 20 de enero, por primera vez desde agosto de 2020, y supera desde este viernes los 1.400.

Según los expertos, el repunte resulta de la falta de distanciamiento social durante las fiestas de fin de año y de las aglomeraciones del verano austral y el Carnaval, pese a que estas últimas estaban formalmente prohibidas. Algunos estudios apuntan igualmente a la nueva variante de coronavirus procedente de la Amazonia, denominada P.1, dos veces más contagiosa, detectada ya en 17 estados y que causa alarma mundial.

A ello se le suma la campaña anticuarentena del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, lo cual impidió desde el inicio una estrategia nacional de protección contra el coronavirus, y una campaña de vacunación que empezó tarde y sufrió atrasos por escasez de dosis y problemas de logística.

Hasta ahora 7,9 millones de brasileños (3,7% de la población) han sido vacunados y solo 2,6 millones de ellos con la segunda dosis. Una cifra muy inferior a Chile, líder en la región latinoamericana con el 21,1% de la población vacunada con al menos una dosis, pero superior a otras grandes economías de la región, como México (1,6%), Argentina (2,3%) o Colombia (0,4%), según una recopilación de datos de AFP.

Fuente: AFP.

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