El periodista israelí de origen venezolano Gabriel Chocrón, quien colabora para varios medios de Israel, donde reside desde hace algunos años, y también forma parte de organizaciones que buscan estrechar lazos en ese país y América Latina, publicó por el Día Internacional del Recuerdo de las Víctimas del Holocausto un resumen de la historia de cómo un grupo de judíos que huía del terror nazi llegó a las costas de Venezuela en 1939.
Estos hechos forman parte del fuerte vínculo que une a la comunidad judía con los países latinoamericanos. En su narración, Chocrón recordó lo sucedido en aquella oscura noche en Puerto Cabello, Caribe venezolano, tras una travesía difícil de miles de kilómetros en un clima inclemente.
Cruzaron el Océano Atlántico
Habían cruzado el océano desde Hamburgo escapando de Hitler y habían llegado hasta su destino, pero, sorprendentemente, al no recibir a tiempo la autorización necesaria, tenían que necesariamente regresar al terror nazi en Europa. La nave ya estaba en alta mar cuando recibieron la noticia más importante de sus vidas: el presidente venezolano, Eleazar López Contreras, había autorizado su entrada al país.
El barco dio vuelta y emprendió el camino hacia las costas de Venezuela. Pero al llegar a las cercanías del puerto no había suficiente luz para atracar. Una vez más, cuando la incertidumbre se apoderaba de los pasajeros, la solidaridad del pueblo venezolano se hizo presente: cuentan que todo Puerto Cabello se iluminó para hacer luz al barco y decenas de vehículos se dirigieron al puerto para también iluminarlo con sus faros.
Los primeros 86 en llegar
Así, el 3 de febrero de 1939, 86 judíos llegaron a Venezuela a bordo del SS Caribia y lograron salvarse del Holocausto. Unas semanas después, otro barco, el SS Konigstein, rechazado una y otra vez en diferentes islas del Caribe, llegó a Venezuela con otros 165 pasajeros judíos procedentes de Europa.
Esa tierra de promesas se convirtió en un hogar acogedor para miles de judíos que construyeron allí sus casas, prosperaron y ayudaron a hacer prosperar el país. Venezuela era considerado el paraíso de las oportunidades: las mayores reservas petroleras del mundo, una nación de inmigrantes comprometidos con el futuro, una economía vibrante y una sociedad bondadosa.
Un país sumido en una tragedia
En 1950 fue incluso considerado el cuarto país más rico del planeta (con base en su PIB). Pero con el pasar de las décadas y los gobiernos, el país hoy está sumido en una tragedia humanitaria inconcebible. El país con la mayor reserva petrolera ahora necesita importar combustible para abastecer a su población.
Los hospitales colapsan ante la falta de recursos, la inseguridad amenaza a todos y muchos mueren de hambre, incapaces de poder conseguir los alimentos necesarios. Más de 5 millones de venezolanos (alrededor del 15% de la población) emigraron o se refugiaron en otros países alrededor del mundo.
Víctimas de traficantes
Muchos de ellos huyeron a pie, a través de rutas irregulares para refugiarse en los países vecinos. En el camino fueron víctimas de traficantes, grupos armados y enfermedades. Otros optaron desesperadamente por huir en embarcaciones inapropiadas.
El caso que más ilustra la triste situación que vive Venezuela se dio hace unas semanas cuando al menos 20 venezolanos intentaron huir a Trinidad y Tobago en una embarcación, naufragaron en alta mar y ya no están entre los vivos. El país que hace 82 años recibió embarcaciones de judíos que huían de Europa hoy ve cómo su pueblo naufraga intentando escapar de la tragedia.