Casi 30 millones de colombianos volverán a pasar el fin de semana confinados o bajo toques de queda como medida para frenar la propagación del COVID-19, cuando los hospitales de las principales ciudades de este país de 50 millones de habitantes se encuentran al borde del colapso.
Por segundo fin de semana consecutivo habrá restricciones a la movilidad en una docena de departamentos, ante el incremento sostenido de contagios que ubican a Colombia como el segundo país con más casos de Latinoamérica, que ya superan los 1,8 millones desde el inicio de la pandemia.
“Estamos colapsados, nosotros no habíamos llegado a estos indicadores en el primer pico de la pandemia nunca”, advierte a la AFP Gina Rojas, directora del ‘Pacto nacional por la salud y la vida’, una agremiación de unas 140 organizaciones sociales, académicas y sindicales.
Tras las vacaciones y fiestas decembrinas aumentó la velocidad de propagación del virus, según las autoridades, alcanzando su pico más alto este viernes, cuando se registraron más de 21.000 contagios en un día.
Las muertes por COVID-19 superan ya las 47.800, el peor balance de la región solo por detrás de Brasil y México. La situación “está inmanejable, se salió de control”, insiste la doctora Rojas, de 46 años.
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Debacle económica
En Colombia rigió uno de los confinamientos más estrictos del continente entre marzo y septiembre de 2020, pero el gobierno relajó después las restricciones ante el descalabro económico y descarta endurecer el encierro.
“Sería realmente impensable cuando sabemos cómo esto afecta la pobreza”, afirmó la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, en entrevista con la agencia Colprensa.
Para la doctora Rojas, sin embargo, parte del problema es el “relajamiento de la población por el mismo mensaje que manda el gobierno nacional para reactivar la economía”.
Pese a haber sufrido un conflicto armado de casi seis décadas, Colombia nunca había vivido tantos confinamientos y toques de queda como ahora.
Junto con Bogotá, que con casi ocho millones de habitantes es el principal foco de contagio del país con el 31% del total de casos, este fin de semana cerrarán también las regiones que superan el 70% de ocupación en sus Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Los departamentos con esa presión en su sistema de salud son Antioquia (noroeste), Risaralda (noroeste), Cauca (suroeste), Valle del Cauca (suroeste), Tolima (suroeste), Boyacá (centro), Santander (noreste), Norte de Santander (noreste), Cundinamarca (centro), Caldas (noroeste), Meta (centro), Putumayo (suroeste), así como las ciudades de Cartagena, Neiva, Ipiales y Villavicencio.
El resto de la semana se limitará la movilidad y, en algunos casos, se impondrán toques de queda nocturnos.
También se prolongó el cierre de las fronteras terrestres y fluviales hasta el 1 de marzo, pese a que el gobierno preveía abrirlas el domingo luego de diez meses de cierre. Mientras tanto, en los barrios marginales de Bogotá se exhiben trapos rojos como llamado de auxilio en medio de la pobreza.
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Agotamiento
Los médicos y enfermeras están cansados. Además de la presión en plena crisis hospitalaria, “un 80%” trabaja por medio de contratos tercerizados, sin derecho a vacaciones, ni beneficios laborales como primas y cesantías, denuncia Rojas.
Equipados con batas de protección, gorras, máscaras quirúrgicas y caretas, los galenos del hospital Santa Clara de Bogotá intentan salvar tantos pacientes como pueden.
Algunos enfermos están intubados, otros yacen inconscientes en sus camas, y los que tienen más suerte se comunican con sus allegados por teléfono.
Aunque la alcaldía de Bogotá niega que las UCI estén saturadas, como denuncia la personería local, reconoce que el 93,9% de las 1.939 unidades disponibles están ocupadas, y que la cifra crece a diario, impulsada por el aumento de casos de COVID-19 y otras enfermedades.
“Esperamos por supuesto no llegar al 100%” de ocupación, “estamos trabajando a marcha forzada” para que no suceda, aseguró Manuel González, subsecretario de Salud de Bogotá, quien también resalta la lucha contra el “desabastecimiento mundial” de medicamentos.
Colombia detectó un primer contagio de COVID-19 proveniente de Italia el 6 de marzo de 2020 y entró en confinamiento estricto a finales de ese mes. Desde el 1 de septiembre el gobierno apostó por el autocuidado, así como el uso generalizado de mascarillas y la prohibición de eventos masivos.
Las esperanzas están puestas ahora en la inmunización de la población a partir de febrero, según el gobierno, que ya adquirió vacunas para 29 millones de personas de los laboratorios Pfizer, Janssen, AstraZeneca y las dispuestas por el acuerdo Covax, de la Organización Mundial de la Salud.
Pero tanto la oposición como las agremiaciones médicas critican poca transparencia en la adquisición de las vacunas y la estrategia de inmunización, mientras el gobierno se defiende apelando a los acuerdos de confidencialidad suscritos con los laboratorios.
Fuente: AFP.