Durante casi dos años Venezuela ha tenido dos presidentes. Uno, Nicolás Maduro, tiene en la práctica el control absoluto del país y el otro, Juan Guaidó, pese a ser reconocido por medio centenar de países, no ha logrado quebrar al gobierno que adversa.
La situación tiene fecha de vencimiento, según analistas. Este martes 5 de enero se instaló un nuevo Parlamento dominado por el chavismo, que tendrá 256 de los 277 escaños tras la negativa de los principales partidos de oposición de participar en las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre, calificándolas de “fraude”.
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“No creo que la dualidad siga por mucho más tiempo, al menos en los términos de 2019”, cuando Guaidó, desde la jefatura parlamentaria, juró como presidente encargado de Venezuela y recibió el apoyo de más de 50 países encabezados por Estados Unidos, estimó Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello.
Menos aún, añadió Alarcón, con la pandemia de COVID-19, pues Maduro “utilizará”, como lo hizo en 2020, sus políticas de confinamiento para mantener a raya posibles protestas.
Ante una multitud en una plaza de Caracas, Guaidó se proclamó presidente interino el 23 de enero de 2019 luego de que la cámara, de mayoría opositora, declarara “usurpador” a Maduro, al acusarle de reelegirse fraudulentamente en mayo de 2018.
Con amplio respaldo internacional, el dirigente opositor marcó un giro en la crisis política de un país con siete años de recesión, alentando nuevas y masivas movilizaciones contra Maduro. Su popularidad llegó a rozar un 80%, según encuestadoras como Datanálisis.
“No me temblará el pulso”
El pasado 26 de diciembre, en una sesión virtual, la Asamblea Nacional, cuyas decisiones han sido desconocidas una a una por el Tribunal Supremo de Justicia, de línea chavista, aprobó un documento que avala una “continuidad administrativa” con Guaidó al frente.
“La continuidad (...) será ejercida por la Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre de 2015”, señala el texto. El Congreso de Guaidó funcionará mediante una “comisión delegada hasta que se realicen elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables en el año 2021, ocurra un hecho político sobrevenido y excepcional en 2021, o hasta por un período parlamentario anual adicional a partir del 5 de enero de 2021”, añade.
“Pero esa continuidad administrativa no tiene fundamentos legales en la Constitución”, sostuvo el politólogo Jesús Castillo-Molleda. Y esta dualidad de presidentes “pesa más hacia afuera que hacia adentro”, subrayó Alarcón. “Dentro de Venezuela todos saben que ese cargo es más simbólico que otra cosa, que no hay forma de ejercerlo porque no hay control de las instituciones”.
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Maduro “tiene el control del país por la fuerza” y maneja todas las instituciones, agregó. “Es muy probable que, de no solucionarse la crisis, Guaidó quede como un líder opositor en el exilio”, comentó Rafael Álvarez, analista de la firma Iuriscorp.
Sin embargo, en una reciente entrevista, Guaidó dijo a la AFP que descartaba irse del país pese a amenazas de prisión. “Frente a esas pretendidas ínfulas inconstitucionales de autoproclamar extensiones de mandatos (...), que la justicia, ahora sí, de manera férrea, haga su trabajo”, expresó Maduro la semana pasada. “¡No me temblará el pulso!”.
“Esperando el milagro”
Un elemento fundamental es el papel del nuevo gobierno de Estados Unidos, que encabezará el demócrata Joe Biden desde el 20 de enero, dado el vital apoyo que le dio a Guaidó el saliente presidente Donald Trump, bajo cuya administración se impusieron amplias sanciones financieras para forzar la salida de Maduro, sin éxito.
“El esquema de política exterior que tiene Estados Unidos para Venezuela no es algo que pueda desmontarse de la noche a la mañana, sobre todo lo que se refiere a sanciones y restricciones políticas, financieras y diplomáticas”, remarcó Álvarez.
No obstante, “es posible que veamos estrategias diferentes de aproximación a la crisis, sin abandonar la presión”. A lo interno, Guaidó enfrenta “un desgaste muy importante”, indicó Alarcón. “Son dos años esperando el milagro de la salida de Maduro”.
Ese desgaste se hizo evidente con la baja concurrencia al plebiscito simbólico convocado por Guaidó para condenar las elecciones del 6 de diciembre y dar piso a su “continuidad”.
La convocatoria, que arrancó el 7 de diciembre por internet y cerró el 12 de manera presencial, no movió multitudes, aunque el líder opositor y sus aliados sostienen que participaron más de 6 millones de venezolanos. Alarcón estimó que 2021 será “un año de persecución, de autocratización (...), un año de pocos avances en lo democrático”.
Fuente: AFP.