Con cincuenta periodistas asesinados en 2020, la mayoría en países que no están en guerra, y cerca de 400 encarcelados, según Reporteros Sin Fronteras (RSF), este año será recordado también por las múltiples violaciones del derecho a la información.
La cifra se mantiene estable respecto a los 53 periodistas asesinados el año anterior, pese a que en 2020 se realizaron menos reportajes a causa de la pandemia de COVID-19, constata RSF en su balance anual, publicado el martes. En 10 años, la oenegé contabilizó 937 periodistas asesinados.
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El porcentaje de periodistas muertos en países en guerra no ha dejado de disminuir desde 2016, tras haber pasado del 58% al 32% en los últimos cuatros años en países como Siria, Yemen u otras “zonas afectadas por conflictos de intensidad baja o media”, como Afganistán o Irak.
En 2020, prácticamente siete periodistas de cada diez -es decir, 34 periodistas que representan el 68% del total- murieron en países donde hay paz, subraya RSF, que realiza su recuento del 1 de enero al 15 de diciembre.
México es el país donde asesinaron a más reporteros, con 8 muertos, seguido por India (4), Pakistán (4), Filipinas (3) y Honduras (3).
Asesinatos “particularmente bárbaros”
Entre los periodistas que perdieron la vida en 2020, el 84% fueron abatidos de manera deliberada, mientras que en 2019 fueron el 63%. “Algunos murieron en condiciones particularmente bárbaras”, lamenta RSF.
Fue el caso del periodista mexicano Julio Valdivia Rodríguez, del diario El Mundo de Veracruz, al que encontraron decapitado en el sureste de México, o de su compatriota Víctor Fernando Álvarez Chávez, cuyo cuerpo fue cortado en pedazos en la ciudad de Acapulco (centro-oeste).
En India, el periodista Rakesh Singh “Nirbhik” fue “quemado vivo tras haber sido rociado con gel hidroalcohólico, muy inflamable, y el periodista Isravel Moses, corresponsal de la cadena de televisión de Tamil Nadu, fue asesinado con un machete, denuncia RSF.
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Irán también condenó a muerte y colgó al administrador del canal de Telegram Amadnews, Ruhollah Zam. “Una parte del público considera que los periodistas son víctimas de los riesgos del oficio, pese a que cada vez reciben más ataques cuando están investigando o realizando reportajes sobre temas sensibles. Lo que se acaba debilitando es el derecho a la información”, denuncia Christophe Deloire, secretario general de RSF.
Cerca de veinte periodistas de investigación perdieron la vida por su trabajo este año. Diez de ellos estaban investigando casos de corrupción local, cuatro trabajaban sobre la mafia y el crimen organizado y tres sobre temas relacionados con el medioambiente.
RSF también informa de la muerte de siete periodistas mientras cubrían manifestaciones en Irak, Nigeria y Colombia, un “hecho novedoso”, destaca la oenegé.
Las consecuencias del COVID-19
En la primera parte de su balance anual, publicada a mediados de diciembre, RSF ya había lamentado que 387 periodistas fueron encarcelados, “una cifra históricamente elevada”. El organismo también da cuenta de las consecuencias de la pandemia, con la aparición, en primavera, de un “pico nada despreciable de violaciones de la libertad de prensa”, favorecido por las “leyes de excepción o por las medidas de emergencia adoptadas” en la mayoría de los países.
Según RSF, que en marzo puso en marcha el Observatorio 19, dedicado a ese tema, “las detenciones y arrestos” se “multiplicaron por 4” entre marzo y mayo. “De más de 300 incidentes directamente relacionados con la cobertura periodística de la crisis sanitaria” entre febrero y finales de noviembre, en los que estuvieron implicados cerca de 450 periodistas, “las detenciones y arrestos arbitrarios” representan el “35% de los abusos registrados [por delante de la violencia física o psíquica]”.
“La libertad de prensa está en declive en todas partes”, advierte también en su informe anual la Federación Internacional de Periodismo, que contabilizó 2.658 periodistas muertos desde 1990. Según la federación, el 90% de los asesinatos “se investigaron poco o no se investigaron en absoluto”.
Fuente: AFP.