Frente a las cámaras o en vivo en las redes sociales. Los legisladores y políticos estadounidenses se vacunan en público contra el COVID-19 para dar ejemplo. ¿Pero, está justificado que la reciban antes de que sea su turno?
A principios de diciembre, los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC), la principal agencia federal de salud pública de Estados Unidos, recomendó que se diera prioridad para recibir la vacuna tanto a los profesionales de la salud como a los usuarios de residencias de ancianos, es decir, unos 24 millones de personas.
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Pero cuatro días después del comienzo de la campaña de inmunización estadounidense contra el COVID-19 con la primera inyección de la vacuna Pfizer/BioNTech, el médico del Congreso invitó a todos los legisladores a vacunarse para garantizar la “continuidad del gobierno”.
Tanto la líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, de 80 años, como el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, de 78, se remangaron inmediatamente para recibir la vacuna y pedir a sus compatriotas que hicieran lo mismo.
Para disipar la desconfianza de muchos estadounidenses, varios canales de televisión retransmitieron en directo la vacunación del vicepresidente saliente, Mike Pence, y del presidente entrante, Joe Biden. “No hay nada de qué preocuparse”, quiso tranquilizar Biden, de 78 años, quien será el presidente estadounidense de mayor edad en la historia cuando asuma el cargo, el 20 de enero.
Los gobernadores de Texas y Kentucky, dos estados afectados fuertemente por la pandemia, también recibirán la vacuna el martes, y la futura vicepresidenta, Kamala Harris, lo hará la próxima semana.
“Mala estrategia”
Pero la vacunación de los políticos más jóvenes, y por lo tanto menos propensos a contraer formas graves de COVID-19, ha provocado protestas. Es el caso de Alexandria Ocasio-Cortez, una estrella de la izquierda estadounidense de 31 años y miembro de la Cámara de Representantes, cuya vacunación no pasó desapercibida al ser meticulosamente documentada en su cuenta de Instagram.
“Nunca les pediría que hicieran algo si yo misma no estuviera preparada para hacerlo”, dijo la legisladora. ¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes? ¿Debería vacunarse si ya ha tenido el COVID-19? La demócrata aprovechó la oportunidad para responder a las preguntas de los internautas.
Esta decisión de Ocasio-Cortez le ha costado una lluvia de críticas, especialmente desde su propio campo. “No somos más importantes que los trabajadores de primera línea, los profesores, etc., que se sacrifican todos los días”, denunció en Twitter Ilhan Omar, otro joven legislador demócrata cercano a su compañera de filas.
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Tulsi Gabbard, representante de Hawái y excandidata a las primarias presidenciales demócratas, cree que dar prioridad a los políticos para vacunarse es una “mala estrategia de salud pública”.
“Tenía planeado vacunarme, pero en solidaridad con nuestros mayores, no lo haré antes de que tenga la posibilidad”, dijo Gabbard, de 39 años. En el lado republicano, desde donde muchas voces habían minimizado la gravedad del virus, ahora reciben criticas por ponerse delante de la fila para recibir la vacuna.
Es el caso del representante de Iowa, Joni Ernst, acusado de haber difundido teorías de conspiración sobre el virus. Otros, como los senadores Marco Rubio y Lindsey Graham, están pagando el precio por su cercanía a Donald Trump, quien denigró el uso de máscaras y organizó mítines durante la campaña presidencial en los que no se respetaron las instrucciones sanitarias. “El Congreso literalmente no ha hecho nada durante los últimos ocho meses. Ahora están saltándose el turno”, dijo el gobernador de New Hampshire, Chris Sununu, en Twitter. “Es indignante. E insultante”.
Fuente: AFP.