Máscaras gratuitas, calles vacías, test aleatorios y promoción del aislamiento social: esa fue la estrategia de la pequeña Cedro do Abaeté, enclavada en el sudeste de Brasil, para convertirse en la única ciudad del país sin COVID-19. Con casi 1.200 habitantes, esta localidad en el corazón del estado Minas Gerais ha completado casi nueve meses de pandemia sin un único caso confirmado del virus que desde febrero ha dejado en Brasil 6,1 millones de contagios y más de 170.000 muertes.
“Hay varios factores” que explican ese éxito, dice Carlos Rodrigues Pinto, secretario de gobierno de la alcaldía de Cedro do Abaeté. “Aquí no tenemos transporte colectivo, es una ciudad pacata y si juntas eso con la acción de la Secretaría de Salud y el empeño que ponemos en pedir incesantemente que la gente se quede en casa y mantenga los protocolos de distanciamiento e higiene, se explica el resultado”, agrega.
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La localidad tiene una avenida principal, otras dos paralelas y varias pequeñas calles que las cruzan. Las calzadas de bloques de cemento están desiertas. En el silencio, retumba con más fuerza el altavoz que advierte en la mañana y en la tarde que el nuevo coronavirus aún está al acecho.
“Es importante porque las personas escuchan”, dice Flávio Rafael, que amarró un parlante a una caja en su bicicleta para transmitir una y otra vez el mismo mensaje a la población: “Nuestra ciudad es la única en Brasil sin casos confirmados, depende de usted mantener ese virus lejos”.
Mientras el resto del país flexibiliza cada vez más sus restricciones y los números vuelven a repuntar, el mensaje que la Secretaría de Salud de Cedro do Abaeté emite por el altavoz de Flávio es invariable: “¡No se relajen!”.
Fábrica de mascarillas
“Yo me siento segura aquí. Pero me siento insegura de salir, entonces me quedo más en casa”, cuenta Meire Aparecida, residente de la ciudad. Cedro do Abaeté, a 266 km de la capital Belo Horizonte, fue fundada en 1963 en el marco de la búsqueda de diamantes en la región, cuenta Rodrigues Pinto.
Ahora, principalmente dedicada a la agropecuaria para consumo local, la segunda menor ciudad de Minas Gerais tiene una iglesia y algunos pequeños abastos. Con una población mayoritariamente de más de 50 años, Cedro do Abaeté tiene apenas un ambulatorio y el hospital más cercano está a 35 km, en Abaeté.
Antes de la pandemia, los vecinos iban hasta allí en busca de atención médica especializada, pero desde que el virus comenzó a propagarse Brasil adentro, la Secretaría de Salud instaló barreras sanitarias y decidió traer periódicamente a especialistas.
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La distribución de mascarillas también fue considerada en el plano de acción. “Montamos una fábrica de máscaras y las distribuimos para todos”, cuenta Cássia dos Santos, secretaria de salud del municipio. Sin casos sospechosos, las autoridades sanitarias practican test aleatorios en lugares como las tiendas, por ser los de mayor tránsito de personas.
El secretario de gobierno espera en tanto que esta ciudad, protegida por las sierras mineras, siga manteniendo la estadística que la catapultó a los titulares en Brasil, aunque se mantiene alerta, porque “en cualquier momento nos podemos sorprender y tener un caso de COVID-19”.
Fuente: AFP.