La noticia de una visita secreta del primer ministro Benjamin Netanyahu a Arabia Saudita, revelada en Israel y negada por la diplomacia saudita, relanza las especulaciones sobre el acercamiento entre estas dos potencias del Medio Oriente sin relaciones diplomáticas, pero con vínculos discretos.
Medios israelíes informaron que Netanyahu viajó para reunirse con el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, en lo que sería el primer viaje conocido de un primer ministro israelí a la monarquía del Golfo, y un paso gigante en el reconocimiento de Israel en el mundo árabe.
Pero el ministro de Relaciones Exteriores saudita, príncipe Faisal bin Farhan, dijo en Twitter que ese encuentro “no ocurrió”. La oficina de Netanyahu no comentó hasta ahora las informaciones. He aquí algunos puntos clave sobre la diplomacia reciente entre los dos países, y las implicaciones que tendría una reunión de ese tipo.
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¿Cómo se habría llegado a una visita?
Desde hace años, la hostilidad común hacia Irán permitió a varios Estados árabes del Golfo tender discretos puentes con Israel, con la complicidad de Estados Unidos, que veía progresivamente cómo su relación con Teherán se deterioraba. Este tipo de diplomacia encubierta salió a la luz en agosto cuando Emiratos Árabes Unidos anunciaron la normalización de relaciones con Israel.
De darse un trato así con Arabia Saudita, Israel conseguiría un preciado acuerdo diplomático. Riad afirmó que no seguiría el camino de sus aliados, pero Baréin firmará en breve su acercamiento con Israel, lo que se interpreta como un visto bueno saudita. En otro signo implícito de concordia, Arabia Saudita permite ahora que los vuelos directos entre Emiratos Árabes Unidos e Israel atraviesen su espacio aéreo.
¿Qué está cambiando en Arabia Saudita?
La posición oficial de la monarquía saudita es que un acuerdo para resolver el conflicto palestino-israelí es la condición previa para normalizar sus relaciones. Esta postura refuerza su estatus en el mundo árabe como guardián de los lugares santos del Islam.
Arabia Saudita se ha mostrado siempre discreta ante cualquier acercamiento público de Israel, por miedo a una reacción popular negativa en una nación tan conservadora. Sin embargo, las posiciones se han acercado en un movimiento liderado por el príncipe heredero Bin Salmán, el ambicioso joven que gobierna de facto.
Como etapas preliminares para unas eventuales relaciones, el país reconoció a ciertas figuras judías, medios de comunicación e incluso series de televisión. En febrero, el rey Salmán bin Abdulaziz hospedó a un rabino de Jerusalén en Riad, un hecho sin precedentes en la historia moderna. Los medios israelíes publicaron una foto del rabino David Rosen con el monarca, calificando el momento de “revolucionario”.
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¿Qué gana Arabia Saudita con todo esto?
Las monarquías petroleras del Golfo y el Estado de Israel son aliados firmes de Estados Unidos y les une, además, su preocupación común por la influencia en varios países de Oriente Próximo de Irán, lo que facilitó el acercamiento. Pero también asoman los importantes beneficios económicos que provocaría el incremento de relaciones entre Estados del Golfo y la poderosa economía israelí.
Arabia Saudita busca atraer a inversores extranjeros para financiar su ambicioso programa de diversificación económica, Vision 2030, lo que parece acercarle a Israel. Una pieza central de Vision 2030 es NEOM, el proyecto de una megaciudad de 500.000 millones de dólares en la costa oeste del país, donde habría tenido lugar la histórica reunión del domingo. Algunos analistas afirman que los sauditas necesitan del saber hacer israelí en sectores como las manufacturas, la biotecnología y la ciberseguridad del proyecto.
“Los sauditas saben la importancia de Israel en la región”, afirmó a la AFP en mayo el rabino estadounidense Marc Schneier, con estrechas relaciones con Arabia Saudita y el Golfo. “Hace solo un par de años, Khaled bin Salmán (príncipe y viceministro saudita) me dijo que el reino sabe que Israel es una parte integral del éxito del plan económico de 2030. Una declaración relevante que demuestra el acercamiento de posturas”.
¿Y qué pierde?
La normalización de relaciones pone en riesgo el proyecto financiado por Arabia Saudita en 2002, Arab Peace Initiative, que exigía a Israel retirarse de los territorios árabes ocupados en 1967, a cambio de la paz y el establecimiento de relaciones entre los países árabes e Israel.
Cualquier movimiento más allá del pacto entre Israel y Emiratos Árabes Unidos (que los líderes palestinos tildaron de “puñalada en la espalda”), podría ser criticado por los gobiernos vecinos y visto por la población como que los poderes regionales han abandonado a los palestinos.
Fuente: AFP.