Es “urgente” actuar frente al calentamiento global, un desastre “de mayor magnitud” que el COVID-19 y contra el que tampoco existe vacuna, alertó este martes la Cruz Roja Internacional. El cambio climático no espera a que el COVID-19 esté controlado para continuar cobrándose vidas, señala la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) en un informe sobre desastres naturales en todo el mundo a partir de la década de 1960.
De acuerdo a esta organización con sede en Ginebra, se han producido más de cien de estos desastres entre marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la pandemia de coronavirus, y septiembre, y más de 50 millones de personas se han visto afectadas.
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“Por supuesto, el COVID está aquí, afecta a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestros parientes (...) y es una crisis muy, muy grave a la que el mundo se enfrenta actualmente”, reconoció el secretario general de la FICR, Jagan Chapagain, durante una conferencia de prensa. Pero, “en nuestra opinión, el cambio climático tendrá un impacto mucho mayor a mediano y largo plazo sobre la vida humana y la tierra” que el COVID-19, que ha provocado la muerte de al menos 1,3 millones de personas desde fines de 2019, afirmó.
Sobre todo dado que “con suerte, tendremos una vacuna contra el COVID el año próximo y, si todo va bien, en unos años deberíamos ser capaces de gestionar el impacto del mismo”, dijo, advirtiendo con amargura: “Lamentablemente, no existe vacuna contra el cambio climático”.
“Se necesitarán acciones e inversiones mucho más sostenibles para proteger realmente a la vida humana en esta tierra”, concluyó, instando a todas las personas a actuar. Actualmente, observa la FICR, la frecuencia e intensidad de los fenómenos climatológicos está aumentando considerablemente, con cada vez más tormentas de categoría 4 o 5, más olas de calor que baten récords de temperatura y más lluvias diluviales, entre muchas otras situaciones extremas.
Solamente en 2019, hubo 308 desastres provocados por fenómenos naturales, que provocaron la muerte de alrededor de 24.400 personas en todo el mundo. De éstos, 77% fueron desastres climáticos o meteorológicos. La cantidad de unos y otros ha aumentado desde la década de 1960 y progresan en casi un 35% desde la década de 1990.
Supervivencia amenazada
La proporción de catástrofes atribuibles a fenómenos climáticos y meteorológicos extremos también ha aumentado considerablemente durante este periodo, desde el 76% en la década de 2000 al 83% en la de 2010. Estos desastres extremos han causado la muerte de más de 410.000 personas en la última década, en su gran mayoría en países de ingresos bajos y medio bajos.
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Las olas de calor, seguidas de tormentas, han sido las más mortíferas. Ante este desafío, que “amenaza literalmente nuestra supervivencia a largo plazo”, la FICR solicita a la comunidad internacional que actúe sin demora. La organización estima que se necesitarán unos 50.000 millones de dólares (poco más de 42.000 millones de euros) por año para responder a las necesidades de adaptación que 50 países en desarrollo han definido para la próxima década.
“Este monto es irrisorio a la vista de la respuesta global ante las repercusiones económicas de la pandemia”, afirma la FICR. Además, la organización lamenta que numerosos países altamente vulnerables ante el cambio climático se queden atrás y reciban apenas una ayuda relativamente modesta. El informe destaca también que ninguno de los 20 países más vulnerables al calentamiento global y a los desastres climáticos y meteorológicos, como Somalia, se encontraban entre los 20 principales receptores ‘per cápita’ de fondos para adaptarse a estas situaciones.
Fuente: AFP