La derecha y centroderecha tradicional se impusieron este domingo en la primera vuelta de las elecciones municipales de Brasil, un pleito marcado por la cautela en el que la mayoría de los candidatos apoyados por el presidente Jair Bolsonaro sufrieron derrotas en las principales ciudades.
Dos años después de unas elecciones presidenciales marcadas por el voto antisistema y con la pandemia de coronavirus como telón de fondo, los brasileños favorecieron a representantes de la política tradicional en los comicios para alcaldes y concejales de 5.569 municipios.
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En Sao Paulo, el mayor colegio electoral, con 95% del escrutinio, el alcalde Bruno Covas (PSDB, centro) cosechó 32,58% de los votos y se medirá en una segunda vuelta con el líder del movimiento de Trabajadores sin Techo (MTST), Guilherme Boulos (20,33%), del Partido Socialismo y Libertad (PSOL).
En Rio de Janeiro, la segunda ciudad más importante del país, el exalcalde Eduardo Paes (DEM, derecha) obtuvo 37% de los votos y disputará el pleito en segunda vuelta con el aspirante a la reelección, el obispo evangélico Marcello Crivella, que tuvo el apoyo de Bolsonaro y consiguió 21,8% de los votos.
Esta elección mostró “un votante más cauteloso, que tiende a políticos con más experiencia y moderados que en la elección de 2018, marcada por la indignación”, dijo a la AFP Mauricio Santoro, profesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (UERJ). “En 2020 pesan más factores como la pandemia, el miedo al desempleo y los efectos de la crisis económica”, añade Santoro.
Bolsonaro, cuestionado en grandes ciudades
A pesar de que a nivel nacional goza de una aprobación en torno al 40%, el ultraderechista Bolsonaro llegó a esta elección sin partido y “su fuerza en las grandes ciudades empieza a ser cuestionada”, apunta Oswaldo Amaral, politólogo de la Universidad de Campinas (Unicamp).
Su candidato en Sao Paulo, el periodista conservador Celso Russomano, terminó en cuarto lugar con 10,44% de los votos. Sufrió derrotas también en las capitales Recife, Manaos y Belo Horizonte, entre otras. “Aunque la votación del domingo no es un referéndum sobre Bolsonaro -porque pesan más las cuestiones locales-, es un termómetro para la temperatura política del país y muestra que el presidente no tiene la influencia que tenía en 2018, cuando su apoyo era suficiente para ayudar a elegir candidatos desconocidos”, complementa Santoro.
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El resultado en las capitales también deja en evidencia la dificultad de los partidos de izquierda para formar alianzas, al mismo tiempo que refleja el avance de fuerzas progresistas como el PSOL y el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) minando la hegemonía del Partido de los Trabajadores (PT), del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El PT llegó a estas elecciones después de un dramático revés en 2016, cuando perdió 60,2% de las alcaldías que había conquistado en 2012, opacado por escándalos de corrupción y el impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff. Lula, que votó temprano de mañana, vaticinaba un resultado positivo para su partido. Entretanto, la izquierda logró colarse en el segundo turno también en capitales como Belém y Porto Alegre, donde Manuela D'Ávila, del PCdoB, obtuvo 29,6% de los votos.
Elección bajo pandemia y atraso en los resultados
Casi 148 millones de electores estaban convocados a las urnas, un desafío en medio de la pandemia de coronavirus, que ha dejado más de 165.000 muertos en el país y postergó los comicios seis semanas, además de limitar las campañas presenciales.
Este domingo, los circuitos abrieron una hora antes e implementaron medidas como mascarilla obligatoria y distancia mínima entre votantes. Aunque se esperaban altos índices de abstención debido a la pandemia, con 88,89% de los datos totalizados, el TSE reportaba un 22,72% de abstención, superior al 18% registrado en 2016.
El voto en Brasil es obligatorio, pero es posible justificar la ausencia. El sistema es electrónico y los resultados se divulgan pocas horas después del cierre de los centros, pero este domingo una falla técnica atrasó la divulgación, informó el presidente del TSE, Luis Roberto Barroso, quien garantizó la integridad del conteo.
Aunque el presidente del TSE afirmó que el nivel de las fake news durante este proceso fue “mínimo”, circularon desinformaciones que atacaban al sistema electoral, según el trabajo realizado por la coalición de servicios de chequeo y las autoridades electorales, de la cual AFP forma parte.
Fuente: AFP.