Los católicos franceses practicantes se preparaban para celebrar el Día de Todos los Santos este fin de semana, en un delicado momento este año tras el atentado de Niza y con las misas con público suspendidas por un mes debido al reconfinamiento.
Esta fiesta se desarrolla “en un contexto en el que la Iglesia ha sido lastimada, herida por el asesinato de tres fieles” el jueves en la basílica de Notre-Dame de la Asunción de Niza, una ciudad de la Costa Azul (Riviera Francesa), afirma a la AFP Hugues de Woillemont, un portavoz de la Conferencia de Obispos de Francia.
El 1 de noviembre, los católicos celebran a todos los santos, pero también “a los hombres o mujeres que hacen el bien, a través de diferentes caminos, el de la solidaridad, el del perdón, el de la búsqueda de la justicia...”, recuerda. Al día siguiente, rezan por sus difuntos y les visitan en el cementerio.
En un momento en el que el reconfinamiento para frenar el avance de la pandemia de COVID-19 en Francia comenzó el viernes, los cultos obtuvieron de parte de los poderes públicos una derogación hasta el lunes incluido.
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“Las celebraciones de Todos los Santos y el Día de Conmemoración de Todos los fieles difuntos tendrán lugar” y “las misas todavía pueden celebrarse en presencia de los fieles este fin de semana, respetando las consignas sanitarias”, anunciaron algunas diócesis en las redes sociales, advirtiendo de los horarios de misa.
Después del lunes por la noche y hasta el 1 de diciembre, las iglesias podrán permanecer abiertas pero no se permitirá ninguna celebración con público, al igual que en las sinagogas, templos o mezquitas. Las únicas excepciones serán los entierros, con un límite de 30 personas, y las bodas, limitadas a 6 asistentes.
“No es la prioridad”
Como durante el desconfinamiento a mediados de mayo, algunos se quejan y reclaman el derecho a poder continuar las misas. Sobre este asunto hay “una discusión en curso” y “divergencias de opinión”, reconocen el a Conferencia de Obispos.
“La libertad de culto no es negociable. Si comercios y escuelas permanecen abiertos, los católicos deben tener el derecho a asistir a misa”, estima el obispo de la diócesis de Fréjus-Toulon (sureste), Dominique Rey, en Twitter. En mayo, varias asociaciones y particulares recurrieron al Consejo de Estado, protestando contra el hecho de que las reuniones de culto siguieran prohibidas en el primer decreto de desconfinamiento. Lograron ganar.
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Uno de sus abogados, Jérôme Triomphe, advirtió esta semana en una revista católica que “si hay una prohibición de culto como la ya vivida, recurriremos a la justicia”. Por su parte, la Conferencia de Bautizados, una red de asociaciones de católicos que se creó en el 2009 en oposición a una concepción clerical de la Iglesia, afirma que “la prioridad no es la misa, cuando se tiene el Evangelio y la preocupación por el prójimo”, lo esencial es “la protección de las personas”.
Y, tras el atentado de Niza, vigilar los oficios “conduciría a una protección adicional y costosa con personal asignado, que tiene otras tareas que cumplir en este momento”, señala a la AFP su presidente Paule Zellitch.
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El jueves, tres fieles murieron en este ataque con cuchillo. Aún se desconocen las razones precisas del presunto atacante, un tunecino de 21 años, gravemente herido por la policía cuando amenazaba a los agentes al grito de “Alá Akbar” (Alá es el más grande).
Después del drama, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció el paso de 3.000 a 7.000 soldados de la operación de seguridad Sentinelle, puesta en marcha tras los atentados del 2015, para proteger los lugares de culto y las escuelas. A esto se añaden unos 7.000 miembros de las fuerzas de seguridad, la mitad de ellos gendarmes reservistas, que desde el lunes se pondrán a disposición de los prefectos para garantizar la seguridad.
Fuente: AFP.