El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, advirtió este miércoles que controlar el COVID-19 va a requerir un esfuerzo inmenso y que no hay un botón mágico para terminar con la pandemia, mientras el mandatario Donald Trump sigue con su frenético ritmo de campaña ajeno al virus.

A seis días de las elecciones, Biden, de 77 años, permaneció en su residencia de Delaware y votó anticipadamente, al igual que otros 74,7 millones de estadounidenses que ya emitieron su sufragio.

El candidato demócrata volvió a criticar a su rival sobre la situación sanitaria, que ha acaparado la campaña en un país donde hay 226.723 muertos por COVID-19, más que en ninguna otra nación del mundo.

Según una encuesta del compilado de sondeos FiveThirtyEight.com, un 57,4% de los estadounidenses desaprueban la gestión de Trump frente al COVID-19.

“Este virus está golpeando a las minorías con mucha más fuerza, especialmente a los negros, a los latinos y a los indígenas”, afirmó Biden.

Biden, en tanto, advirtió que incluso si gana las elecciones “terminar con la pandemia va a requerir un esfuerzo inmenso”. “No estoy haciendo campaña con una promesa falsa de que puedo terminar con la pandemia como quien aprieta un interruptor”, afirmó.

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Trump siguió su ritmo frenético

Con una estrategia en las antípodas, Trump, de 74 años, siguió con su ritmo frenético de mitines y este miércoles centraba su campaña en Arizona, un estado de tradición republicana donde su contrincante lidera ligeramente las encuestas, por un margen de menos de tres puntos.

En una pista de aterrizaje de Bullhead, Trump -vestido con traje y con la gorra roja “Make America Great Again” (Hacer que Estados Unidos recupere su grandeza)- ignoró la crisis de COVID-19, en un entorno en el que muchos de sus simpatizantes ni siquiera usaron mascarillas mientras lo vitoreaban con energía.

“Va a ser fantástico, una verdadera ola roja”, dijo el presidente en relación al color insignia del Partido Republicano. En otro mitin en Goodyear, Arizona, Trump predijo que repetirá su sorpresivo triunfo de 2016: “vamos a tener una sorpresa aún mayor en seis días”.

“Lo único que me preocupa es si hacen trampa con los votos”, dijo, retornando a su acusación, desprovista de pruebas, sobre un posible fraude.

El mandatario terminará la jornada en el Doral, en Florida, para no olvidar los preciados 29 votos electorales de este estado. La inmensa cantidad de votos emitidos anticipadamente sugiere dos cosas: la primera es que en estas elecciones habrá un récord de participación y la segunda es que probablemente los resultados no se conocerán en la noche de la votación.

Conscientes de que la carrera está reñida, los demócratas apostarán fuerte el fin de semana con un mitin que reunirá por primera vez a Biden y al expresidente Barack Obama en Michigan, otro estado clave para llegar a la Casa Blanca.

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La economía en la mira

Otro eje de la campaña es la capacidad que tenga el país de emerger de la dura recesión por la pandemia. Ante un panorama actual marcado por los millones de empleos destruidos, el martes Trump prometió que habrá una “prosperidad récord, un crecimiento épico y una vacuna segura”.

El jueves, el Departamento de Comercio publicará las cifras de crecimiento para el tercer trimestre, después de que en el trimestre anterior la economía sufriera el golpe de la pandemia y registrara una contracción récord de 31,7%.

Según el FMI, Estados Unidos cerrará el año con una contracción menos aguda de lo esperado, con una caída del PIB del 4,3%; pero a falta de un acuerdo en el Congreso para lanzar un nuevo plan de estímulo y ante un marcado avance del virus, el nerviosismo reina en los mercados.

Wall Street cerró con fuertes pérdidas y el petróleo y los mercados europeos también registraron bajas importantes.

Toque de queda en Filadelfia

Otro tema que ha marcado la campaña es la ola de protestas contra el racismo y la brutalidad policial después de que George Floyd, un estadounidense negro, fuera asfixiado por un policía blanco en Minneapolis a finales de mayo.

La muerte de un ciudadano negro de 27 años con problemas mentales a manos de la policía el lunes generó una ola de disturbios en Filadelfia, que vivió el martes una segunda noche de violencia consecutiva.

Para evitar que sigan los disturbios, las autoridades decretaron allí un toque de queda para este miércoles. La Casa Blanca calificó en un comunicado los disturbios en Filadelfia como “la última de las consecuencias de la guerra contra la policía emprendida por los demócratas”. Biden criticó la violencia y los saqueos, pero recalcó que es legítima la protesta.

Fuente: AFP.

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