Lo que el coronavirus arrebató a la gente es difícil de resumir, pero en unas pizarras gigantes en dos parques de Lima cualquier persona puede escribir con tiza de colores lo que anhela hacer “cuando esto termine”. “Quiero dejar de usar mascarilla”, “Abrazar a mis papás”, “Playas libres, discotecas y conciertos”, dicen algunos de los 5.000 mensajes escritos hasta ahora, en una iniciativa que supera las expectativas de sus promotores.

El “Muro de la Esperanza” se ha convertido en una atracción en el distrito turístico de Miraflores, en el sur de esta capital de 10 millones de habitantes, a la que no llegan visitantes extranjeros desde que la pandemia irrumpió en marzo en Perú.

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Diversos anhelos, con el común denominador de la enorme incertidumbre del momento que se vive, quedaron plasmados en las pizarras negras colocadas en el Parque Central de Miraflores y en el Parque Grau (del mismo distrito y situado a orillas del mar).

Con la llegada de la primavera (austral) y superada en agosto la etapa más dura de la pandemia en el país, los limeños han vuelto a los parques y muchos aprovechan para leer los anhelos que otros dejaron en el muro o escribir los propios para “cuando esto termine”.

“Yo quiero volver a ver a mi familia en Italia”, escribió anónimamente alguien con tiza rosada. “Caminar libre sin mascarilla”, reza otro mensaje en color lila. “Abrazar otra vez”, en blanco.

“La esperanza se contagia”

Cada una de las dos enormes pizarras, de casi ocho metros de longitud por casi tres de alto, tenía unas líneas que decían “yo quiero...” para que se escribieran 98 mensajes en total. Pero estas líneas fueron llenadas rápidamente y la gente siguió escribiendo, hasta ocupar prácticamente cada centímetro libre del muro.

Ahora hay unos 5.000 anhelos escritos en ambos muros, según Alejandro Delgado, líder de la ONG Suyay Collective, promotora de la iniciativa. “El miedo se contagia, pero la esperanza también; entonces pensamos que si nos toca contagiarnos de algo, que sea de algo bueno”, dice Delgado a la AFP.

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Deseos de viajar, de ver a un ser querido, reflexiones, reivindicaciones territoriales o deseos de tener sexo están plasmados en letras de diversos tamaños y colores. “Ir a Torino a ver a la Juventus”, “Recorrer el mundo”, “Yo quiero ir a Venezuela con mi novia”.

Otros quieren “Valorar la segunda oportunidad”, “Recuperar el tiempo perdido”, “Ver a mi familia unida”, “Que abran la escuela”, “No temer abrazar” o hasta “Voir mes amis” (Ver a mis amigos, en francés).

“Caricias reales”

“Creo que todos ahorita estamos necesitando un poco más de libertad y es con lo que más me identifico también, yo también tengo ganas de viajar”, dice a la AFP Lizeth Vilca, administradora de negocios de 26 años, mientras lee el muro del Parque Grau.

Las alusiones a la felicidad secuestrada por la distancia forzosa son numerosas en ambas pizarras, como “Ir a Chile a ver a mi hermana”. Hay uno que anhela simplemente “Sexo”, otro con provocadora picardía quiere “Volver a comer carne humana” y uno más poético: “Trabajo remoto, clases virtuales, caricias reales”.

La ingeniera civil Claudia Escobar, de 35 años, dice que leer el muro “da esperanza, da alegría, da risa porque la gente también es muy elocuente”. “A la gente le gusta también ver el lado positivo y tener esa razón, o esa picardía, para que otra gente se ría”.

También hay esperanzas patrióticas: “Recuperar Arica y Tarapacá”, las provincias que pasaron a manos de Chile en la guerra de 1879-1883; y “Recuperar el Huáscar”, el buque insignia peruano en ese conflicto, capturado por el enemigo y convertido en un museo en un puerto del país vecino.

Fuente: AFP.

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