Casi un año después de la renuncia del mandatario socialista Evo Morales, los bolivianos votan este domingo por un nuevo presidente en un clima polarizado, con la economía golpeada por el coronavirus y temores de otra convulsión social.
Por primera vez en dos décadas, Morales no estará en la contienda electoral, luego de su salida el 10 de noviembre del 2019 en medio de una crisis desatada por las denuncias de fraude en unos comicios en los que buscaba su cuarto mandato y tras perder el apoyo de los militares.
“No sé la verdad qué va a pasar, tengo miedo que pase lo peor. Hay comentarios de los políticos que atemorizan a la gente”, dijo Virginia Luna, de 41 años, en el colegio Agustín Aspiazu, en La Paz, adonde llegó muy temprano para votar en un país que hace un año vivió violentos enfrentamientos en las calles después de la primera vuelta electoral el 20 de octubre del 2019.
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En este país con 41% de población indígena, la gente hizo filas, sentada y con distancia física desde la madrugada, como en Huarina, un poblado a orillas del lago Titikaka a 70 km de La Paz.
Los centros electorales abrieron para los 7,3 millones de electores a las 8:00 locales (12:00 GMT) y cerrarán a las 17:00 (21:00 GMT) bajo un resguardo militar y policial, así como medidas sanitarias adoptadas para evitar la propagación del coronavirus. Los primeros resultados deberían conocerse una hora después.
Los candidatos favoritos son el economista Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, y el expresidente centrista Carlos Mesa (2003-2005), de Comunidad Ciudadana, segundo en los comicios del 2019.
Artífice del “milagro” económico de Morales (2006-2019), es muy probable que Arce deba ir a un balotaje con Mesa el 29 de noviembre. La campaña se hizo sobre todo en redes sociales debido al coronavirus, aunque con algunos choques aislados en las calles entre militantes pro y anti-Evo.
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¿Fin de ciclo?
“Es el fin de un ciclo del gobierno de Evo Morales y de la crisis política. Se espera que se inicie un proceso para fortalecer las instituciones”, dijo a la AFP el politólogo Carlos Cordero, de la Universidad Católica Boliviana.
El país andino atraviesa a la par su crisis económica más profunda en casi 40 años, con una contracción prevista del PIB de 6,2% en 2020.
Los comicios también pondrán fin al gobierno transitorio de la derechista Jeanine Áñez, que retiró su candidatura tras críticas a su gestión de la pandemia, que ha dejado más de 8.400 muertos y 130.000 contagios.
El tono de la campaña, con amenazas del MAS a movilizarse ante un posible “fraude” y la difusión de noticias falsas, ha elevado los temores. El sábado hubo largas filas de autos en gasolineras y los mercados estaban llenos. Algunos negocios tapiaron sus puertas para evitar saqueos.
“Es posible que haya una conmoción, pero dudo que sea de la misma magnitud” que la de 2019, que dejó más de 30 muertos y 800 heridos, dijo a la AFP el antropólogo Guery Chuquimia, académico de la estatal Universidad Mayor de San Andrés.
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“Respetar resultados”
La noche del sábado el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció la suspensión del sistema rápido de difusión de resultados preliminares. La corte justificó esta decisión por la falta de garantías de que los datos ofrecidos por este sistema coincidan con el resultado final.
Los temores se deben a que en los comicios del 2019, el conteo de votos fue suspendido por más de 20 horas y al reanudarse Morales apareció con un salto que lo hacía ganador en primera vuelta. Días después, la misión electoral de la OEA afirmó que hubo manipulación en el cómputo.
La oposición y simpatizantes del Morales coparon las calles y hubo violentos disturbios que dejaron 36 muertos y 800 heridos. Tres semanas después Morales renunció cuando las fuerzas armadas le pidieron que diera un paso al costado.
Para garantizar la transparencia, fue depurado el TSE y llegaron misiones de observadores de la OEA, la Unión Europea, el Centro Carter, entre otras, que llamaron a la paz y a “respetar los resultados”, como recalcó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Morales, exiliado en Argentina e inhabilitado para votar y presentarse como candidato al Senado, calificó la jornada como “histórica” y dijo que retornará a Bolivia “al día siguiente” si Arce gana las elecciones. El exmandatario indígena tiene abiertas varias causas judiciales en Bolivia, desde fraude electoral hasta pederastia.
Este domingo también se renuevan las 166 curules del Congreso bicameral y los analistas prevén que el MAS perderá su holgada mayoría en favor del partido de Mesa y de Creemos, del derechista Luis Fernando Camacho, líder de las protestas de 2019. “Va haber una gobernabilidad difícil, donde pueden surgir esas bancadas de oro que inclinan la balanza, como la de Camacho”, afirmó Cordero.
Fuente: AFP