El desértico y pedregoso cementerio de Chocas, en el extremo norte de la capital peruana, ha comenzado a recibir visitas de personas que perdieron a familiares por el coronavirus. Tras decretarse la emergencia sanitaria por la pandemia en marzo, las visitas a los cementerios fueron prohibidas en Perú.

Con 33 millones de habitantes, Perú es tercero en América Latina en casos de coronavirus (800.142) detrás de Brasil y Colombia. También es tercero en decesos (32.142), después del gigante sudamericano y México. Pero ahora que los casos de coronavirus están en descenso paulatino en el país, las restricciones fueron levantadas.

Ubicado en el distrito de Carabayllo –signado por la pobreza–, el cementerio de Chocas es el único utilizado para víctimas del coronavirus en la zona, según ordenanza municipal. Ana María Orea Erazo, de 55 años, visita la tumba de su esposo fallecido por COVID-19, a quien no pudo sepultar en otro cementerio donde había adquirido anticipadamente un nicho mortuorio.

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“No podía enterrarlo donde él tenía el nicho, porque han resuelto una ordenanza donde decía que todas las personas que han muerto por COVID-19 iban a ser enterradas en este cementerio”, dice con pesar la mujer a la AFP. Orea intenta hallar consuelo junto al sepulcro de su marido.

“A mí me impulsa el cariño, el amor que le tengo a mi esposo. Siempre hemos sido muy unidos en la casa (...), lo extrañamos, él sabe que lo extrañamos y como que uno no se resigna. Me siento tranquila cuando estoy acá un rato con él, le converso”, afirma.

Otros visitantes del cementerio intentan recordar las costumbres del ser querido que les arrebató la pandemia. Tal es el caso de Percy Ríos Catalán, de 28 años, quien lleva flores, música y cerveza a la tumba de su padre.

“Siempre le ha gustado tomar unas cervezas, ha sido un poco su rutina. Y su música que siempre le gustaba. Siempre estaba alegre y contento con nosotros”, relata a la AFP.

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Proporcionalmente a su población, Perú tiene la mayor tasa de mortalidad por coronavirus en el mundo (97,48 decesos por cada 100.000 habitantes), según el ranking que publica la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, centro de referencia.

La dureza de la pandemia no está solo en la pérdida de vidas, sino en la crisis económica derivada de una cuarentena nacional de más de 100 días. Así lo reconoce Édgar Quispe, de 40 años, quien trabaja como sepulturero en el cementerio de Chocas.

“La pandemia ha dejado a muchos desempleados y nosotros tenemos que buscar la forma de cómo llevar el pan a la casa, es por eso que acá sale algo. Trabajo es trabajo y yo estoy viniendo a trabajar acá”, dice Quispe.

Fuente: AFP.

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