Los residentes de Vallecas, uno de los vecindarios más desfavorecidos de Madrid pero también de los más golpeados por el COVID-19 en Europa, esperan intranquilos el anuncio el viernes de nuevas medidas contra la pandemia. Con los ojos cansados tras culminar su guardia nocturna en Puente de Vallecas, en el sur de la capital española, la médico de familia de 30 años Cristina Sanz advierte que las medidas puedan implicar en la práctica “obligar a la gente a eligir entre poder comer, poder trabajar, o cuidarse a sí mismo y a los demás”.
A sus espaldas, un gran número de pacientes en fila esperan desde muy temprano en la mañana para entrar el centro de salud Vicente Soldevilla, apiñados en una acera estrecha que, al igual que muchos apartamentos de la zona, no favorecen la distancia social.
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Este distrito, uno de los de menores ingresos en Madrid, registró oficialmente una media de 1.241 casos por 100.000 habitantes en los últimos catorce días, casi el doble que la región de Madrid (epicentro de la epidemia de COVID-19 en España) y casi cinco veces más que la media nacional, y una de las más elevadas de los países de Europa.
Ante este estallido de casos, el ejecutivo de la región de Madrid, competente en materia de salud, planteó el miércoles la posibilidad de confinamientos selectivos de las zonas más golpeadas, disparando el nerviosismo entre los residentes de las zonas afectadas. El jueves, no obstante, las autoridades se limitaron a hablar de “restricción de movilidad”. Se espera que las medidas sean anunciadas el viernes y entren en vigor entre sábado y lunes.
Un sistema sanitario “colapsado”
“El sistema de atención primaria lleva colapsado desde hace muchos años, y ahora con la pandemia, se ha hecho inviable”, explica Cristina Sanz. Según ella, cada médico puede tratar a 100 pacientes por día en el Vicente Soldevilla. En la zona de San Diego, en el corazón de Vallecas, María José García señala los apartamentos sin balcón, con paredes envejecidas cubiertas de cables eléctricos y ropa tendida entre las ventanas.
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“La densidad de población (del barrio), sin tener torres altas y con calles estrechas, es de las más altas de Madrid, una de las más altas de Europa”, explica esta enfermera jubilada de 65 años, que sigue viviendo en la zona luego de trabajar allí 30 años.
Las personas “viven en pisos pequeños, con problemas para pagar los alquileres o para llegar a fin de mes”, unas “condiciones de vida que hacen que la gente tenga que salir a la calle (a trabajar) y el virus se expanda más”, dice García. Hacia el mediodía, los niños salen de los colegios y las calles se llenan de peatones. Algunos de ellos caminan delante de grafitis contra los desahucios, “muy numerosos” en Vallecas, según Cristina Sanz.
Economía impactada de plano
En las calles, muchas tiendas están cerradas: la economía local fue impactada de plano por el muy estricto confinamiento en toda España de marzo a junio. Algunos residentes de la zona piensan que no soportarían un nuevo encierro.
“Es un barrio que trabaja en el sector servicios, en trabajos esenciales con contratos laborales muy precarios en los que el teletrabajo no es posible” y desde el cual la gente se desplaza en transporte público, explica Sanz. La situación es aún más difícil para las numerosas personas sin trabajo, un problema que sufre particularmente la población extranjera, cuyo número es alto en el vecindario.
“Soy extranjero y sin permiso de trabajo no he podido trabajar”, admite Alejandro Ibarra, un venezolano de 32 años que llegó al centro de salud para pedir la prueba del coronavirus tras haber estado en contacto con una persona contagiada.
Fuente: AFP.