Valiosos archivos del régimen de Sadam Husein, devueltos en secreto a Irak, sacaron a la luz el doloroso pasado del país y despertaron la esperanza de poder esclarecer el paradero de desaparecidos, pero también el temor a un nuevo derramamiento de sangre. Cinco millones de páginas de documentos internos del partido Baas se hallaron en la sede parcialmente inundada de Bagdad, tan solo unos meses después de la invasión estadounidense que puso fin al régimen de Sadam Husein en 2003.
Soldados estadounidenses llamaron a dos hombres para romper los dossieres en árabe de este partido, disuelto y prohibido desde entonces. Se trata de Kanan Makiya, un opositor y archivista, y Mustafa al Kazimi, entonces escritor y activista, y hoy primer ministro iraquí.
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“Entramos en el sótano inundado con linternas, porque la electricidad estaba cortada”, cuenta Makiya por teléfono a la AFP desde Estados Unidos. “Al leer estos documentos, Mustafa y yo comprendimos que estábamos ante algo enorme”, dice.
Principalmente, había expedientes de afiliación al Baas y cartas de delación de ciudadanos comunes contra vecinos acusados de criticar a Sadam Husein. En un momento en que Bagdad se sumergía en la violencia confesional, Makiya acordó con las autoridades estadounidenses transferir los archivos a Estados Unidos, una decisión que sigue siendo controvertida.
Los documentos fueron digitalizados y almacenados en el Hoover Institution, un grupo de reflexión en la Universidad de Stanford, con un acceso limitado a sus investigadores. Pero el 31 de agosto, las 48 toneladas de papeles fueron repatriados en secreto a Bagdad y escondidos en un lugar no desvelado, cuenta a la AFP un alto responsable iraquí. Ninguno de los dos gobiernos anunció el traspaso de estos documentos y Bagdad no prevé abrir los archivos al público, precisó.
“Principio de un hilo”
Pero miles de familias podrían tener un interés personal en estos registros. “Sadam destruyó al pueblo iraquí. No se puede guardar silencio sobre algo así”, afirma Ayyub Al Zaidy, de 31 años, cuyo padre, Sabar, desapareció tras haber sido movilizado para la invasión de Kuwait en 1990.
La familia no recibió ninguna notificación de su muerte o de su captura, y espera que los archivos del Baas arrojen luz sobre su paradero. “Estos documentos son quizás el principio de un hilo que nos permitirá saber si sigue vivo”, espera Hasina, la madre de Ayyub, de 51 años. Esta mujer no pudo obtener nada del antiguo régimen sobre la situación de su esposo y tiene poca esperanza de lograrlo hoy, incluso con la devolución de los archivos. “Me moriré antes de que los hagan públicos”, lamenta.
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Otros estiman que los documentos podrían ayudar al país a impedir que su historia sangrienta se repita. “Muchos jóvenes dicen hoy que ‘Sadam era bueno’” para el país, explica a la AFP el cineasta iraquí Murtadha Faysal. Faysal tenía 12 días cuando su padre fue detenido en la ciudad de Nayaf durante un levantamiento en 1991. Desde entonces, no se sabe nada de él. Desea que se abran los documentos para acabar con la idea de que el régimen del Baas era mejor que la actual dividida clase política.
“La gente debería comprender cómo no crear a otro dictador. Esto ya está sucediendo, hoy tenemos muchos pequeños dictadores”, señala. Las divisiones en el Baas siguen siendo profundas en Irak. “Abrir los archivos al público probaría que el partido Baas era patriótico”, afirma a la AFP un exmiembro de segundo rango del partido.
“Horror”
Pero “Irak no está preparado”, estima Abas Kazem, director de la Iniciativa para Irak en el Atlantic Council, que estudió los documentos para sus libros sobre la historia y la sociedad iraquíes.
Irak “no ha iniciado una reconciliación, que permitiría a estos archivos desempeñar un rol”, afirma a la vez que habla de documentos que implican incluso a responsables actuales. “Los miembros del Baas lo documentaron todo, desde las bromas hasta las ejecuciones”, dice.
Estados Unidos sigue contando con archivos iraquíes, incautados tras la invasión, incluido “dossieres gubernamentales aún más peligrosos”, explica a la AFP otro responsable iraquí. Los sangrientos acontecimientos que se relatan en estos documentos formarán un día parte del pasado lejano de Irak, espera el opositor y archivista Kanan Makiya.
Según él, “uno no puede recordar las glorias de Mesopotamia y del imperio abasí, y olvidar los 35 años de horror real que vivió el Irak moderno”. “Esto forma parte de lo que significa ser un iraquí hoy tanto como estas cosas románticas”, dice.
Fuente: AFP.