El arresto, en turbias circunstancias, del héroe que inspiró el filme “Hotel Ruanda”, un veterano detractor del presidente Paul Kagame que se fue radicalizando a lo largo de los años, ilustra bastante bien a lo que se exponen los opositores al régimen ruandés.

Paul Rusesabagina, de 66 años, apareció esposado cuando la policía ruandesa lo exhibió el lunes pasado ante la prensa, en Kigali, acusándolo de “haber financiado y creado grupos terroristas” decididos a derrocar el poder.

Según su familia, Rusesabagina, que vive en Bélgica y en Estados Unidos desde 1996, nunca habría regresado por propia voluntad a Ruanda, donde lo consideran un traidor y lo acusan de cuestionar el genocidio de 1994. Al parecer, el régimen ruandés -al que se le suele acusar de reprimir con dureza cualquier voz discordante- ordenó su secuestro tras haber intentando intimidarlo.

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En el poder desde el fin del genocidio, el Frente Patriota Ruandés (FPR) “es muy eficaz a la hora de mantener el control, incluso fuera de su país”, señala Timothy Longman, profesor en la Universidad de Boston, que se reunió por primera vez con Rusesabagina a mediados de los años 1990.

La policía ruandesa afirma que para el arresto contó con la “cooperación internacional”, pero rechazó decir qué país o países pudieron estar implicados. Según la policía, Rusesabagina era objeto de una orden de arresto internacional, algo que la familia niega.

Según la hija adoptiva de Rusesabagina, Carine Kanimba, este desapareció en Dubái. Las autoridades emiratíes no respondieron a las preguntas de la AFP. Pero un portavoz declaró a la CNN que Rusesabagina había abandonado el país legalmente.

“No sé cómo llegó a Ruanda. Leí una información que decía que subió a un avión privado [...] Sin embargo, él nunca habría hecho eso por voluntad propia, porque sabe que en Ruanda lo quieren muerto”, declaró Kanimba a la AFP.

Detención misteriosa

Su familia no fue autorizada a comunicarse con él. Pero, desde su celda de Kigali, Rusesabagina afirmó al diario East African que estaba siendo bien tratado, aunque no habló de las misteriosas condiciones de su arresto.

En el pasado, el gobierno ruandés ya ha sido acusado de actuar contra sus enemigos en suelo extranjero. En 2014, un exjefe de los servicios secretos ruandeses fue hallado estrangulado en un hotel de Johannesburgo. La fiscalía sudafricana concluyó que los sospechosos tenían “vínculos estrechos” con el poder ruandés.

“Hotel Ruanda” describe como Rusesabagina, un hutu casado con una tutsi, salvó en 1994 a más de 1.200 personas que se refugiaban en el hotel de las Mil Colinas de Kigali, del que él era director, sirviéndose de su influencia entre los milicianos hutu.

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El genocidio dejó unos 800.000 muertos entre abril y julio de 1994, seún la ONU, principalmente entre la minoría tutsi, pero también entre los hutus moderados. Rusesabagina, un hutu moderado, dejó Ruanda dos años después, preocupado por los abusos de los derechos humanos que, según él, estaba cometiendo el FPR, sobre todo con los hutu, y por el autoritarismo creciente de Kagame.

Muchos ruandeses continuaron considerándolo un héroe hasta la publicación de su autobiografía, en 2006, extremadamente crítica con el régimen. Su familia afirma que fue víctima de una campaña de “difamación”.

Supervivientes del hotel de las Mil Colinas empezaron a acusarlo de haberse aprovechado de su sufrimiento y de haber adornado la historia, afirmando que él no era el héroe altruista que encarnaba el actor estadounidense Don Cheadle.

“Atacado como un traidor”

“No se puede tener un debate equilibrado sobre el papel de Rusesabagina en 1994 en toda su complejidad. El gobierno decidió que es un enemigo del Estado y que no es un héroe, y todo el mundo debe atenerse a eso”, señala Longman.

Durante una década fue “atacado como un traidor, un mentiroso, alguien interesado”, subraya el experto. “Eso no significa que las acusaciones sean necesariamente falsas. No lo sabemos realmente”.

Pero Longman ve en ello las razones de la radicalización de Rusesabagina, cuya retórica contra el FPR y la opresión de los hutu se ha vuelto cada vez más virulenta, hasta el punto de pedir el derrocamiento de Kagame, aunque sea por la fuerza.

Rusesabagina, que en 2018 fundó el Movimiento Ruandés por el Cambio Democrático (MRCD), tendrá que responder a acusaciones de terrorismo, incendios, secuestros y asesinatos, cometidos mayoritariamente en suelo ruandés en dos ocasiones, en junio y en diciembre de 2018.

“Son unas acusaciones infundadas. No han presentado ninguna prueba”, responde Carine Kanimba. “Creemos que fue secuestrado porque [...] nuestro padre ha sido un crítico virulento del gobierno ruandés desde hace años”.

Longman no descarta que la policía ruandesa tenga nuevas pruebas y que las acusaciones sean fundadas. Pero también advierte que Ruanda no suele dudar en utilizar la justicia para silenciar a sus oponentes.

Fuente: AFP.

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