Para el análisis dividieron a las naciones del mundo en cuatro grupos y explicaron cómo se manejaron a lo largo de los 7 meses desde el inicio de la pandemia.

Un medio internacional publicó una nota de un equipo en Inteligencia de Mercados de las Américas (AMI, por sus siglas en inglés). El mismo, liderado por John Price, director administrativo de AMI con 20 años de experiencia en la consultoría de mercados latinoamericanos, explicó que el grupo no incluye ningún epidemiólogo o médico de ningún tipo y que no pretenden ser autoridades en la industria de la salud, pero sí son analistas experimentados en América Latina. En la nota, mencionaron cuatro escenarios nacionales y que las consecuencias del COVID-19 afectaron al mundo de forma irregular.

Indicaron que en algunos países como Taiwán, Corea, Singapur y China la contención temprana fue un éxito. En otros, medidas de cuarentena y políticas agresivas de detección lograron poner el virus bajo control. Mientras que otras regiones que cometieron errores, donde las pruebas fueron lentas y que tienen alta densidad de población tuvieron resultados catastróficos.

Es importante destacar el punto de quiebre de la enfermedad (PQE), en oposición del Umbral de Inmunidad de Rebaño (UIR), que es teórico. Refieren que con las lecciones aprendidas en el pasado, el PQE del COVID-19 debería alcanzarse cuando el 15% al 20% de la población se haya infectado.

Algunas personas asisten a un rezo en un templo de Seúl, Corea del Sur.

Grupo 1: naciones insulares pequeñas

Las naciones insulares con relativamente poca población, que pueden aislarse del resto del mundo en cuestión de horas, lograron una contención constante del virus. Países como Aruba, Australia, Cuba, Islandia, Jamaica, Corea del Sur y Trinidad y Tobago, entre otros, normalmente están regidos por una autoridad sanitaria central. Su categoría insular les brinda un sentimiento de unidad cuando están amenazados por el exterior, lo que facilita el cumplimiento social de las normas preventivas. Estas características son similares entre todas las naciones insulares pequeñas, independientemente de sus índices de riqueza, educación, o cualquier medida de desarrollo económico.

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Los índices de mortandad bajos corresponden con porcentajes de infección menor. Estos países están lejos de alcanzar el PQE, por lo que necesitarán permanecer cerrados o muy vigilantes con sus fronteras hasta que tengan acceso a una vacuna. Ese es un desafío para países insulares que dependen del turismo para impulsar su economía, pero las encuestas regionales muestran un respaldo social a la continuidad de las medidas de cuarentena hasta que puedan protegerse con una vacuna.

Grupo 2: contención exitosa

Todos los países del mundo, incluso Suecia, implementaron medidas de distanciamiento social, introdujeron un sistema de detección con pruebas y fortalecieron su infraestructura sanitaria, pero los resultados variaron dramáticamente.

Los países que sufrieron el brote del SARS, China, Japón, Corea del Sur, Malasia, Tailandia y Singapur, actuaron rápidamente y estaban bien equipados para rastrear el virus y manejar cualquier pico en la ocupación hospitalaria. Las tácticas de cuarentena variaron comparablemente entre China, que restringió la circulación de toda la provincia de Hubei (58,8 millones de habitantes) por tres meses y rastreó los movimientos de todos sus habitantes y Japón, Corea y Singapur que, más democráticos, se apoyaron en la tecnología y el cumplimiento social para contener y rastrear el virus.

Fuera de Asia central, hay varios países que hicieron un buen trabajo en la contención del COVID-19, incluidas algunas regiones inesperadas. En África del norte, Algeria, Marruecos y Túnez lograron aislar a sus pobladores y mantuvieron los índices de mortandad en cifras moderadas. Las personas de estas naciones forman parte de una lista privilegiada de países no europeos que pueden volar a Estados Unidos desde julio del 2020. La región de Levante incluye las historias de éxito de Israel, Jordania, Líbano y Chipre (que forma parte del grupo 1). El aislamiento estricto fue clave para el éxito de su contención.

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Hicieron referencia además a 2 anomalías interesantes para sus respectivas regiones y que entraron en la lista especial de países que pueden entrar a Europa: Uruguay y Ruanda. Ambas son naciones pequeñas conocidas por sus niveles excepcionales de gobernanza en regiones donde la gobernanza tiende a ser débil. La única otra nación americana bienvenida en Europa es Canadá, que muestra con orgullo su índice de mortandad per cápita de 45%, menor que su vecino omnipotente. Pero fue la reducción en las cifras de contagio canadiense la que convenció a los europeos de autorizar el acceso aéreo canadiense.

La mayor parte de las otras historias exitosas de contención son europeas, el mismo continente que ha sido testigo de las tragedias más grandes del COVID-19. Esta dicotomía habla del efecto que tienen las políticas de salud en la contención del virus. Errores en Bélgica, Italia y España ayudaron a guiar las decisiones exitosas de Alemania, Finlandia, Grecia y Estonia.

El desafío para estos países que han suprimido el COVID-19 es encontrar una forma de incentivar el crecimiento económico mientras esperan una vacuna. En Estados Unidos, estados como Florida, Texas y California, que lograron mantener sus defunciones en niveles moderados en marzo y abril, están experimentando un crecimiento en su índice de mortandad tras el levantamiento de las medidas de distanciamiento. ¿Es posible que Canadá, Grecia, Finlandia o Alemania sufran el mismo revés? La estrategia clave parece ser rastreo y detección agresivas, que algunos países pueden manejar mejor que otros.

Grupo 3: después del punto de no retorno

Alrededor de tres cuartas partes de los latinoamericanos viven en países que sufrieron picos de infección tempranos. En ciudades como Guayaquil, Lima, San Pablo, Ciudad de México y Manaos los hospitales estuvieron casi colapsados. En México y Brasil, las políticas contrastantes entre el gobierno central y los gobiernos regionales provocaron confusión y una dispersión rápida del coronavirus.

Con base en modelos analíticos, el equipo de especialistas, cree que Ecuador, Perú, Chile y Brasil pasaron el punto medio en el trayecto a sus respectivos PQE. A estos países les espera mucho sufrimiento antes de que el COVID-19 quede extinto. En el caso de México, los decesos diarios comenzaron a despuntar. México será el epicentro de la crisis sanitaria en Latinoamérica por los próximos dos meses.

Italia, España y Bélgica están cerca de un PQE. Por supuesto, hay sectores de la población que no estuvieron expuestos y su infección tardía resultará en algunos decesos inesperados, pero, en general, estas jurisdicciones podrían comenzar a abrir sus economías y centros sociales con relativa seguridad.

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“Aunque nuestras estadísticas están basadas en promedios nacionales, es importante recordar que los picos de infección temprana se concentraron en ciudades que recibieron el virus de viajeros desde el extranjero. Por esta razón, algunas de las ciudades importantes del continente (Nueva York, Washington, Guayaquil, Lima, San Pablo, Manaos, Santiago) están cerca del punto de quiebre, incluso cuando el resto del país está más atrás en la curva de infección.

Estos desequilibrios geográficos dentro de algunos países han llevado a algunos a imponer fronteras internas. En Canadá, la provincia de Ontario cerró su frontera con Quebec, en Estados Unidos, algunos estados impusieron cuarentenas a visitantes de otros, mientras que en México, milicias locales han formado perímetros alrededor de sus municipalidades sin contagios”, expresaron.

En países grandes como Rusia, Canadá, China, Brasil, Estados Unidos e India, el rastreo de la enfermedad debe realizarse a nivel subregional. Un ejemplo de caso es EEUU, donde el COVID-19 ya alcanzó su punto de quiebre en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, pero sigue en dispersión en Texas, Arizona, California y Florida.

“Como hemos atestiguado en países como Italia y Bélgica, alcanzar el PQE permite la apertura de la economía, las escuelas y las fronteras sin temor a poner en peligro a la población. Eso es lo que espera a estos países, que, por alguna combinación de malas decisiones y circunstancias desafortunadas, permitieron que el COVID-19 infectara al 10% o 20 % de la población. Cuando haya vacunas disponibles, serán repartidas y darán paz mental a estas sociedades, pero los gobiernos podrían aflojar restricciones y abrir fronteras antes de que lleguen las vacunas”, adelantaron.

Grupo 4: cumplieron, pero sin recursos

El cuarto grupo son los países que aislaron rápidamente sus pocas ciudades infectadas con la esperanza de contener el coronavirus. Cuando fallaron los esfuerzos de contención, los esfuerzos nacionales de cuarentena fueron instrumentales para mantener las infecciones y los índices de mortandad relativamente bajos (en algunos casos, bajo el nivel de la influenza del 2017). Sin embargo, estos países carecen de los recursos y la tecnología necesarios para detectar y rastrear casos nuevos conforme surjan. Por otra parte, estás economía están en desarrollo, por lo que grandes porcentajes de la población trabajan de manera informal, trabajos que son insostenibles bajo aislamiento.

En América Latina, este grupo de países está liderado por Argentina y Colombia. Ambos países fueron reconocidos por su contención del virus, pero la cuarentena los devastó económicamente. Entre más tiempo estén aisladas las economías emergentes, más crece la brecha entre los que tienen y los que no.

Argentina comenzó a relajar la cuarentena el 7 de junio, pero tuvo contagios y muertes en aumento, lo que llevó a la renovación del aislamiento hasta el 17 de julio. En Bogotá, la alcaldesa Claudia López comenzó con la reapertura de la capital el 15 de junio, pero, conforme aumentaron los casos y las unidades de terapia intensiva se saturaron, la alcaldesa decidió que tres cuartas partes de la ciudad debían reiniciar la cuarentena de forma escalonada desde el 13 de julio hasta el 23 de agosto. Lo que revelan estas decisiones políticas en ambos países es qué tan lejos están de alcanzar el PQE y por lo tanto, qué tan vulnerable es su población por la falta de exposición viral.

“Colombia y Argentina son víctimas de su éxito temprano. Su objetivo sigue siendo aguantar en lo que llegan las vacunas. Sin la capacidad de detectar y rastrear a gran escala, su única herramienta política es la cuarentena, un instrumento torpe y dañino que dejará una marca persistente en la economía y llevará a millones a la pobreza. No están solos, la mayor parte de Centroamérica, las Guyanas, India y Sudáfrica se enfrentan al mismo camino”, lamentaron.

Para el equipo investigador, el cuarto grupo de naciones debería estar el frente de la fila de distribución de vacunas y tristemente, eso no va a ocurrir. “Las vacunas que alcanzarán el mercado primero saldrán del sector privado y llegarán al mejor postor; es decir, naciones ricas, incluidas las que no necesitarán la vacuna para entonces. Cuando las vacunas lleguen a ciudades pequeñas de Colombia, Honduras o Sudáfrica, esas poblaciones van a haber sufrido el camino hasta el PQE o estarán completamente empobrecidas por aguantar la cuarentena”, advirtieron.

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El resto del mundo

La mayoría de las naciones del mundo, incluido Estados Unidos, gran parte de Latinoamérica, África y el sur y el centro de Asia, están mal preparados o empezaron demasiado tarde a intentar contener el coronavirus.

Sostienen que casi todos estos países van a alcanzar el punto de quiebre de la enfermedad antes de que tengan acceso a una vacuna. Esta realidad es una espada de doble filo, significa que morirán millones de personas, especialmente en el sur de Asia. También significa que estos países serán inmunes a una posible segunda ola del coronavirus. Irónicamente, estas naciones que no pudieron contener el virus, pueden ver una mayor apertura de sus economías que los países que tuvieron éxito.

En América Latina, para países como Colombia, Chile, Argentina, Perú y gran parte de Centroamérica, países que siguieron las indicaciones de la OMS al pie de la letra y sometieron a sus sociedades a grandes presiones económicas y de salud mental, este es un trago amargo. En una encuesta a consumidores realizada por AMI en junio de 2020, quedó claro que las desventajas de las cuarentenas estrictas en Colombia fueron mucho mayores que los efectos secundarios en las economías que impusieron medidas más relajadas como Brasil y México.

Refieren que las economías latinoamericanas tienen entre 40 y 80 % de su fuerza laboral en la informalidad y no pueden funcionar en aislamiento. No sólo es que existan pocos empleos que puedan ser hechos desde casa, sino que los desempleados informales carecen de una red de seguridad social. Muchos mercados emergentes alrededor del mundo enfrentan el mismo dilema. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, 92 % de la fuerza laboral en India trabaja sin un contrato escrito, permisos de enfermedad u otros beneficios.

Sin la capacidad financiera de mantener las cuarentenas, implementar un programa de detección y rastreo se vuelve un desafío. A lo largo de Latinoamérica, las personas siguen trabajando en puestos callejeros, comparten banquetas abarrotadas y entran a las tiendas a comprar.

Alta mortalidad o ruina económica

Además de Uruguay y un puñado de naciones insulares que pueden esperar otro año por una vacuna, el resto de Latinoamérica se enfrenta a un intercambio terrible: mantener la cuarentena y salvar vidas o aflojar las regulaciones y salvar la economía. En marzo del 2020, cuando empezaron los encierros, 80% de los votantes de todos los países latinoamericanos apoyaron la cuarentena. Conforme persistieron, las encuestas revelan que muchos no creen que el aislamiento fuera muy útil porque la mayoría de las personas no lo respeta.

Explicaron que la justificación original de las cuarentenas fue aplanar las curvas de infección y prevenir la saturación hospitalaria. Detrás de ese enfoque, estaba el entendido de que no hay manera de detener al virus, sólo frenar su avance. Aún así, muchos líderes alrededor del mundo intentaron detener el COVID, extinguirlo como si fuera un incendio forestal, inspirados por los éxitos de países como Corea y Taiwán.

“Esa estrategia podía ser viable en pequeñas naciones insulares y países con buena gobernanza, jurisdicciones obedientes que pueden desplegar campañas agresivas de detección y rastreo. Pero, tristemente, ahogar al COVID no es un resultado realista para 97% de los latinoamericanos (grupos 3 y 4 del análisis). Las vacunas salvarán algunas vidas si llegan a finales del 2020. Para la mayoría, las vacunas llegarán demasiado tarde como para salvar las más de 100 mil vidas vulnerables que perderemos a manos del COVID en América Latina”, afirmaron.

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