El 18 de enero de este año, el joven compatriota de 18 años, Fernando Báez Sosa, fue asesinado a golpes de puño y patadas, frente a un local nocturno de Villa Gesell, Argentina.

Tras 6 meses del crimen, la justicia del vecino país identificó y confirmó que una de las huellas halladas en el cuerpo del paraguayo corresponde al zapato de uno de los sospechosos detenidos, Máximo Thomsen, de 20 años.

Así lo dieron a conocer varios medios periodísticos argentinos, que señalan que fuentes judiciales refieren que las pericias realizadas en el laboratorio de la Policía Federal de Mar del Plata confirman que una de las marcas detectadas en la cara de Fernando corresponde a un calzado de la marca “Cyclone”, que coincide con el zapato de Thomsen.

Precisan, a su vez, que había otra huella, pero que aún no pudo establecerse a quién pertenece. Sin embargo, con respecto a la otra no habrían dudas.

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Fernando era hijo único del matrimonio conformado por Silvino Báez, de 47 años, y Graciela Sosa (52). Hoy, su soledad está acentuada por el encierro en plena pandemia del COVID-19 y por la imposibilidad de poder salir a pedir justicia por su hijo. Antes, habían llegado a convocar a una multitud de personas frente al Congreso.

Ambos viven angustiados por la posible excarcelación de los sospechosos de la muerte de su hijo y en cuya causa están investigados y detenidos, además de Thomsen, Ciro Pertossi (20), Blas Cinalli (19), Ayrton Viollaz (21), Luciano Pertossi (18), Lucas Pertossi (21), Enzo Comelli (20), Matías Benicelli (20), todos ellos jugadores de rugby.

También lo estuvieron Juan Pedro Guarino (19) y Alejo Milanesi (19), quienes consiguieron ser excarcelados, de allí el temor de la familia, que solo espera que la causa siga su curso y se haga justicia.

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