El voluntario Mariano Rivas anota en un pizarrón la cantidad de pacientes de COVID-19 así como las camas disponibles. En el Hospital de Ezeiza, médicos y enfermeros contienen el aliento y ruegan porque se evite una catástrofe con un desborde de casos.
El hospital, a las afueras de Buenos Aires, tiene actualmente una ocupación de 80% en terapia intensiva, por casos de COVID-19 y también de otras patologías como accidentes cerebrovasculares, cardiopatías y enfermedades respiratorias típicas del invierno.
"El hospital está equipado, la gente está capacitada", asegura a la AFP su director Juan Manuel Ciruzzi. Pero el centro médico "tiene un límite en cuanto al número de camas, un límite físico, así que la idea es ajustar lo que tiene que ver con la cuarentena, con el aislamiento de la gente, para disminuir la circulación comunitaria" del virus, apunta.
"El tema es que la demanda no supere la capacidad de respuesta, que eso es la definición de catástrofe", declara Ciruzzi.
Las salas y pasillos lucen impecables, médicos y enfermeros disponen de equipos y de material de protección, y además muestran buen ánimo. Pero temen verse rebasados si no se desacelera la curva de contagios.
"La preocupación es que el sistema colapse en algún momento y que no podamos atender en la manera en que nosotros fuimos formados, de la manera en que el hospital está acostumbrado a tratar a los pacientes", dice a la AFP la médica clínica Analía Mondo.
Te puede interesar: Plaga medieval: rebrote de peste negra pone en cuarentena a Mongolia
Cuarentena extendida
América Latina es actualmente epicentro de la pandemia. Sin embargo, Argentina todavía contiene la expansión. Con 44 millones de habitantes, se decretó el confinamiento obligatorio el 20 de marzo, cuando había 128 infectados y tres muertos.
Tras más de cien días y con etapas de flexibilización progresiva, el país registra ahora casi 70.000 casos y supera los 1.400 muertes, por lo que las autoridades acaban de endurecer la cuarentena en el área metropolitana de Buenos Aires, donde se concentra más de 90% de los nuevos contagios.
Antes de la llegada de la enfermedad, tenía una tasa de cinco camas y cuatro médicos por cada 1.000 habitantes, lo que ubica a Argentina como uno de los países mejor dotados de América Latina, donde el promedio es de 2,2 por cada 1.000 habitantes en ambos casos, según la Organización Mundial de la Salud.
En cuidados intensivos tenía unas 8.000 camas, de las cuales solo 70% estaban operativas con un respirador, un monitor y personal médico y de enfermería, de acuerdo con la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.
Desde entonces, se adquirieron nuevos equipos, se capacitó al personal médico y se instalaron hospitales de campaña. La ocupación de camas de terapia intensiva se ubica actualmente en 50,1% a nivel nacional y en 55,7% en el área metropolitana de Buenos Aires, donde habitan 14 millones de personas.
Lea también: Latinoamérica y el Caribe superan a Europa en número de casos de coronavirus
Atención con mimos
El Hospital de Ezeiza pasó de ocho a 30 camas de terapia intensiva, y otras 30 para casos moderados, con sistema de presión negativa. En otra área fuera del centro médico se levantó una estructura con 120 camas para que guarden cuarentena pacientes leves que no pueden aislarse en sus casas.
En total, 70 médicos están asignados a atender a los pacientes positivos o sospechosos de COVID-19, en grupos que se alternan cada semana.
Los voluntarios, un equipo de 40 personas, trabajan 24 horas al día centralizando la información tanto de camas disponibles como de resultado de hisopados e identificando los contactos estrechos de los enfermos.
Silvina Falcón, de 62 años, llegó al Hospital de Ezeiza por dolencias gastrointestinales, pero la prueba de COVID-19 le dio positivo y ahora recibe oxígeno. Casada y madre de tres hijos, dice que se siente bien. “Hay buena atención, las enfermeras me tratan bien, me miman mucho”, afirma.
Fuente: AFP