Con mascarillas y manteniendo una distancia de seguridad, los franceses comenzaron a votar este domingo en la segunda vuelta de unas elecciones municipales en las que se prevé un duro revés para el partido del presidente Emmanuel Macron, que podría abrir la puerta a un cambio de gabinete.

Tras una abstención récord en la primera vuelta (55,3%), todas las miradas están puestas en el joven partido gubernamental, La República en Marcha (LREM), cuyos candidatos obtuvieron una bofetada electoral en casi todas las grandes ciudades del país, arrastrados por la impopularidad del inquilino del Elíseo.

Los colegios electorales abrieron a las 6:00 GMT y cerrarán a las 18:00 GMT, en unas elecciones que se celebran en medio de estrictas medidas sanitarias ante la amenaza de un rebrote de la pandemia de COVID-19, que solo en Francia mató ya a casi 30.000 personas. Las autoridades pusieron a disposición de los 16 millones de electores convocados a las urnas, en cerca de 5.000 municipios en los que la primera vuelta no fue decisiva, gel hidroalcohólico y puntos de agua.

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La primera vuelta se celebró el 15 de marzo, in extremis, dos días antes de que se ordenara el confinamiento nacional, lo que le valió al gobierno severas críticas y le forzó a posponer la segunda vuelta, que inicialmente estaba prevista el 22 del mismo mes. Grandes ciudades como Lyon (centro-este), Toulouse (suroeste) o Burdeos (centro-oeste) podrían ser arrebatadas por los ecologistas, que avanzan con fuerza en el tablero político francés desde hace algunas elecciones.

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Perpiñán, cerca de la frontera con España, podría caer en manos de la extrema derecha. La expareja de Marine Le Pen, Louis Aliot, parte como el gran favorito para convertirse en alcalde, lo que llevaría a la formación antiinmigración a gobernar en la ciudad más grande desde los años 90.

Sin raíces

En la capital, París, salvo sorpresas, la alcaldesa saliente, la socialista de origen español, Anne Hidalgo, que selló una alianza con los verdes, revalidará fácilmente un segundo mandato de seis años. Sin implantación local y amenazado por un voto de castigo, el partido del presidente francés, que vio la luz solo unos meses antes de las presidenciales del 2017, tendría que contentarse con la alcaldía de Estrasburgo (este) como único premio de consolación.

“El LREM todavía no ha echado raíces a nivel local y está luchando por demostrar que es una fuerza viable”, analiza para la AFP el historiador y profesor en la Universidad de Orléans, Jean Guarrigues. Además de carecer de un anclaje territorial sólido, para el politólogo de Science Po, Gaspard Estrada, “los candidatos del partido gubernamental sufren las consecuencias de la impopularidad del mandatario”, desgastado por la revuelta de los “chalecos amarillos” y las extensas huelgas contra su reforma de las pensiones.

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Incluso el primer ministro Edouard Philippe, cuya popularidad se ha disparado por su gestión en la pandemia, no tiene la victoria garantizada en su feudo electoral, la ciudad portuaria de Le Havre (oeste). Si se confirma el fiasco para LREM, los expertos pronostican una probable remodelación de gobierno que le permita a Macron llegar en mejor posición en las elecciones presidenciales del 2022.

La gran incógnita es si este cambio de gabinete se llevará por delante al primer ministro, pese a que goza de mayor popularidad que el presidente. Para intentar pasar página rápidamente de la debacle anunciada, Emmanuel Macron tiene previsto dirigirse a la nación el lunes para responder a las propuestas formuladas por la Convención Ciudadana sobre el clima, una asamblea de 150 ciudadanos elegidos por sorteo para imaginar políticas ambiciosas contra el cambio climático.

Fuente: AFP

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